En 2015, Michelle Bachelet dejó de ser popular aún entre muchos de quienes la votaron otra vez.
Así han quedado truncas varias ambiciones de Bachelet, teniendo que replantear su agenda y calendario.
Pero ni aún así consigue recuperar popularidad en las encuestas, un elemento indispensable para su teoría de gestión gubernamental.
¿Y entonces qué?
Para una Presidenta cuyo capital político se ha basado históricamente en su apoyo popular en las encuestas, la coyuntura luce en extremo complicada porque no ha conseguido revertir la tendencia negativa, en parte porque la economía no acompaña.

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Lo dijo el director de la consultora de tendencias de opinión pública Adimark, Roberto Méndez, cuando analizó sus propios resultados sobre impopularidad creciente de Michelle Bachelet, asegurando estar "sorprendido" tras el "inédito" resultado.
"Es la incertidumbre lo que causa el alto rechazo.
No se trata de que la derecha se encuentre contraria a la Presidente, (...) es todo el país. (...)
La cohesión interna de la Nueva Mayoría se hace muy frágil.
Pero esto no es un crisis institucional, lo que sí, son situaciones que provocan muchas dificultades para gobernar", le dijo a CNN Chile.

Bachelet se apropió del concepto, para reintentar otra vez más en 2015 recuperar espacio, y convocó a todo el oficialismo, al que le planteó una estrategia de "realismo sin renuncia”, se le permita reorientar las reformas pendientes en un contexto de crisis por las denuncias de corrupción, que son más efectivas en una coyuntura de desaceleración económica.
Los escándalos de corrupción no le dan tregua a Bachelet desde que a comienzos de 2015 su propio hijo, Sebastián Dávalos, fue involucrado en un grave escándalo inmobiliario, con presunto tráfico de influencias a favor de su mujer.
Bachelet impulsó medidas para mejorar la transparencia política y recompuso su Gobierno sacrificando a su delfín político, el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, criticado por su hijo Sebastián, de no haberlo defendido con presteza y suficiente enjundia.
Pero su imagen pública no mejoró, sino que empeoró.
Ella lleva poco más de 1 año en su 2do. periodo no consecutivo en el Palacio de La Moneda, pero Bachelet reclama una tregua y hasta promete un "2do. tiempo” de su mandato al frente de Nueva Mayoría, la coalición que ella armó para su candidatura no fuese al frente de la Convergencia Democrática.
Su lema ahora es "¡Todos X Chile!”, eslogan desideologizado más parecido a un hashtag que a una definición política.
El Partido Comunista, de pertenencia marxista leninista, fue el que más énfasis puso en que el Gobierno no abandone su agenda de reformas, principalmente la tributaria y la educativa.

Bachelet reiteró su promesa de la gratuidad en la educación superior desde 2016, aún cuando en ese calendario sólo alcanzaría a 50% de los estudiantes de los estratos sociales más vulnerables.
En tanto, la Democracia Cristiana, partido aliado de inocultable afinidad con la Iglesia Católica Apostólica Romana, no ocultó sus reservas acerca del proyecto de ley del aborto que inició su tramitación en el Congreso, y que podría abrir una grieta en la coalición gobernante debido a las marcadas diferencias entre unos partidos y otros.
Pero a Bachelet le faltan propuestas interesantes en otras cuestiones que comienzan a preocupar mucho a ciertos estamentos de la sociedad chilena.
Por ejemplo, la inseguridad.
A quienes les inquieta esa temática no les resulta compensatorio que Bachelet anunciara el fin de la aportación obligatoria del 7% de los ingresos de los jubilados para pagar por su salud.

¿Cómo recuperar la “cariñocracia” entre Michelle Bachelet y, por lo menos, sus votantes?
El “proceso constituyente” -que la Presidenta anunció al final de su discurso de abril que daba cuenta de las recomendaciones anti corrupción elaboradas por la Comisión Engel- fue interpretado por unos como una renuncia definitiva a la asamblea constituyente; aunque otros lo vieron como una señal de que se daban los primeros pasos en esa dirección ya que habían mencionado "cabildos", vocable que suena a participación popular (en rigor, los cabildos fueron instituciones coloniales que permitieron la participación de los habitantes criollos –la mayoría perteneciente a las clases acomodadas- en la toma de decisiones y administración de asuntos municipales).
Sin embargo, la gran apuesta presidencial fue la de “realismo sin renuncia”... que también cada uno la ha interpretado a su manera: para unos, pragmatismo saludable (un regreso “a la medida de lo posible”)
Para otros, una suerte de desliz freudiano (“renuncia al objetivo” para apaciguar los ánimos beligerantes de los poderosos grupos de interés contrarios a éstas).
Para una Presidenta cuyo capital político se ha basado históricamente en su apoyo popular en las encuestas, la coyuntura luce en extremo complicada porque no ha conseguido revertir la tendencia negativa, en parte porque la economía no acompaña.

La salida de Alberto Arenas, el primer ministro de Hacienda que intentó impulsar una reforma tributaria desde los días de Alejandro Foxley en 1990, fue un sacrificio político pero también la aceptación de una realidad: si China crece menos que antes, compra menos cobre chileno, y la balanza comercial de Chile sigue siendo cobre dependiente.
El despido de Arenas fue una señal de apaciguamiento hacia un empresariado en pie de guerra ante el peligro de tener que pagar más tributos que antes.
En su posición presente, Bachelet no podía mantener esa puja ya que, desde las reformas de los años '70, bajo la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte, el empresariado local supo acumular y mantener un poder que no tenía en los días previos.
Es cierto que la reforma de Arenas adolecía de varios problemas técnicos más allá de su interés en incrementar la recaudación en 3% del PIB...
Pero no es lo mismo pretenderlo en un escenario de crecimiento del PBI que de caída del PBI.
Bachelet no quiere renunciar a ser popular.
El problema es qué pasa si no vuelve a ser popular, en breve. 
Y si la economía no se recupera, toda popularidad será ficticia, 'a lo Cristina Kirchner'.
Pero entonces aparece otro tema fundamental: el informe del FMI que revisa anualmente la economía chilena llegó a la conclusión de que buena parte de la desaceleración que atraviesa la actividad se debe a factores externos:
"El declive en la inversión privada fija en 2014 se explica en gran parte por factores externos.
En particular, la depreciación del peso y menores precios del cobre representan cerca de dos tercios del descenso en la inversión privada fija en 2014", dijo el FMI.

"Entre los factores domésticos, una variable importante detrás de la disminución en la inversión minera fue el aumento en los costos laborales.
La inversión no minera también se vio afectada por una baja en la confianza empresarial y la caída del ratio Q, que también podría reflejar el mayor costo de capital de la reforma tributaria", agregó el informe.
En una conference call, el jefe de la misión para Chile del FMI, Roberto Cardarelli, reconoció que las reformas que empuja la administración Bachelet han golpeado la confianza de los empresarios:
 "No podemos explicar completamente la caída en la confianza empresarial con el descenso del precio del cobre y la desaceleración económica. Hay algo más y creemos que eso está relacionado con el costo de ajuste a corto plazo por la mayor incertidumbre que proviene de la agenda de reformas".
Él estimó que "algunas reformas" están "inevitablemente acompañadas por algo de nerviosismo" en la comunidad empresarial, en especial la laboral que ya se está discutiendo en el Congreso.
"Todo esto está afectando al espíritu empresarial y está contribuyendo a la desaceleración en la inversión.
Sí creemos que esto es temporal", agregó el experto.

El FMI advirtió sobre los potenciales riesgos de la reforma laboral.
Destacó que promover la eficiencia y la flexibilidad del trabajo debería mantenerse como una prioridad y que los cambios "no deberían suceder a expensas" de la reducción de la eficiencia del mercado laboral.
"Es particularmente importante que la reforma mantenga la negociación colectiva en el nivel de la empresa y que introduzca arreglos laborales más flexibles dentro del proceso de negociación colectiva (independientemente del nivel de sindicalización dentro de la compañía).
Proteger el derecho a huelga de los trabajadores debería ser equilibrado al definir claramente el rango de "servicios mínimos" que están garantizados en caso de huelgas, al mismo tiempo que se mantengan conscientes de los efectos de la reforma sobre las pequeñas empresas", comentó.

La entidad dirigida por la francesa Christine Lagarde indicó que la recuperación económica iniciada hacia finales de 2014 sigue siendo frágil y los recientes indicadores económicos apuntan a que la demanda interna privada es relativamente débil:
"El personal técnico prevé que el crecimiento aumente moderadamente al 2,5% en 2015, debido en gran parte al sólido apoyo de la política fiscal".

Además, prevé que la demanda interna privada se fortalezca en cierta medida en 2016, a causa de condiciones monetarias muy expansivas y una recuperación gradual de confianza en las empresas que respaldan la inversión privada.