"Al
fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos"
Eduardo
Galeano
Hay
preguntas flotando en el ambiente que aún no han encontrado respuestas pese a
que ya la Argentina cambió de gobierno, y de modos, hace ya ciento cuarenta
días.
En
general, esos interrogantes se vinculan a los jueces federales que reinan en
Comodoro Py, pero otros también alcanzan a la sociedad en general.
Como
es bien sabido, esos personajes, muchos de ellos tan corruptos como quienes
quedan sometidos a sus juicios, tienen narices que envidiaría el mejor de los
perfumistas, y son capaces de percibir los efluvios con enorme anticipación
respecto al resto de los mortales.
Entonces,
si los tiempos ya son otros y el olor a podrido que surge por episodios de las
cloacas del kirchnerismo está incidiendo tan fuertemente en la sociedad, que
clama por la cárcel de los culpables de tantos males y por la recuperación de
los fondos robados,
¿por
qué aún hay jueces -Rafecas, Lijo, Rodríguez, Canicoba Corral, Casanello, etc.-
que se dan lujos tales como demorar hasta el infinito la producción de pruebas
y los allanamientos que se les piden, atomizar las causas para evitar la
unificación de las investigaciones o, simplemente, rechazar aquéllas que
consideran "complicadas" para que no recalen en sus juzgados?
El
espejo que nos presenta Brasil con el proceso de impeachment contra Dilma
Rousseff guarda, con nuestra realidad, una similitud altamente preocupante:
La
mayoría de quienes juzgan -allí, legisladores y, aquí, magistrados- están tan
corrompidos como los mismos acusados…
Como
dijo Jorge Lanata, basta con usar Google Earth para comprobarlo.
Pero
donde nuestros vecinos juegan con una gran ventaja es, precisamente, en el
Poder Judicial, al que nadie cuestiona desde el punto de vista moral.
¿Cómo
puede ser que, por las mismas razones, Lázaro Bóvedas Báez esté preso y su hijo
Martín siga en libertad, pese a que su detención podría llevar a sus padres a
entregar la llave que abra, finalmente, la caja de Pandora de los negocios de
la obra pública y del lavado de dinero?
¿Por
qué Sebastián Tortuga Casanello demora tanto los allanamientos como para
transformarlos en inocuos al momento en que se decide a realizarlos?
¿Cómo
continúan libres Cristóbal Timba López, después de robar millones de nuestros
impuestos, o Anímal Fernández, a quien ya no le cabe una acusación más?
La
responsabilidad final de este desquicio es del Consejo de la Magistratura, con
mayoría oficialista, que debiera comenzar a auditar ya mismo la actividad de
los juzgados federales, y sancionar a los jueces remolones o distraídos. ¿Este
proceso parecido a mani pulite irá hasta el hueso, donde se encuentran Cristina
y muchos empresarios, o será una mera parodia, como sostiene Carlos Pagni?
Las
respuestas se vinculan al escenario político, donde Mauricio Macri compite, ya
directamente, con Cristina Kirchner, a la que todos -funcionarios
irresponsables, sacerdotes imbéciles, policías ausentes y periodistas de todos
los pelajes- han permitido recuperar una marcada centralidad.
A
mero título de ejemplo, baste recordar cómo protestábamos por los prolongados
abusos que la ex Presidente hizo de la cadena nacional mientras que esta
semana, cuando ya no disponía de ella, todos los canales y radios transmitieron
en directo sus apariciones y los diarios le dedicaron miles de centímetros, la
seguridad de sus traslados quedó en manos de La Cámpora y los malintencionados
curas de la "Opción por los Pobres" le permitieron exhibirse en una reunión celebratoria con
aquéllos que están en la miseria precisamente por obra y gracias de ella y su
cohorte de bandidos.
Mientras
el Gobierno intenta morigerar los efectos sociales del inevitable ajuste al que
lo condenó la emperatriz del Calafate, y creo que lo logrará a partir de la
salida del default que concretó esta semana, los afectados por la monumental
inflación recuerdan los tiempos felices de tarifas inexistentes y subsidios a
la bartola que dejó la década relatada, ignorando -porque se buscó mantenerlos
sin capacidad de raciocinio- que sus padecimientos actuales no existirían de no
haberse consumado el enorme latrocinio de los Kirchner.
Si
hay una culpa grave del nuevo régimen, está constituida por la falta de
comunicación adecuada.
Hubiera
debido ser el propio Mauricio Macri quien explicara con total claridad y
detalle en qué condiciones recibió el Estado, el porqué de la necesidad de
terminar con el déficit fiscal y de adoptar medidas antipáticas, dónde estamos
hoy, dónde espera que nos encontremos a mediano plazo y qué se deberá hacer
para lograrlo.
No
basta, evidentemente, con las breves frases, que suenan a voluntarismo, que el
Presidente pronuncia en cada oportunidad para intentar tranquilizar a quienes
ven declinar su nivel de vida todos los días.
Las
encuestas marcan una fuerte merma en su popularidad, palabra que, aquí y en
todo el mundo, se traduce en gobernabilidad.
Pero
también hay otras preguntas de las que todos debemos hacernos cargo.
¿Por
qué ninguno de los periodistas, expertos, psicólogos y padres que opinaron
sobre la muerte de cinco jóvenes en la fiesta electrónica relacionó lo sucedido
con la efedrina, el precursor esencial de las drogas sintéticas causantes de la
tragedia?
Ese
producto tiene, como todos recordamos, una trágica historia en nuestro país,
que comenzó a salir a la luz con el triple crimen de General Rodríguez y que,
pese a que no hubo una fuerte reacción pública, alcanzó a Anímal y a los
traficantes que conducían, por entonces, la
Sedronar.
¿A
nadie se le ocurrió vincular el contemporáneo y explosivo crecimiento del
consumo de estas drogas con ese negocio kirchnerista?
Por
otra parte, tampoco se conoce aún el resultado de la investigación, a cargo de
la Juez Servini de Cubría, sobre el financiamiento de la campaña electoral de
"Cristina, Cobos y Vos" en 2007 (¡hace
ya nueve años!) por los laboratorios que
importaban la substancia para contrabandearla a México.
¿Cómo
puede ser que, cuarenta y un años después, tribunales integrados por canallas
pongan en marcha las parodias de juicios a los militares que combatieron en el
Operativo Independencia, aquél que, por orden de un gobierno constitucional,
evitó que se transformara a la Provincia de Tucumán en un Estado beligerante
con reconocimiento internacional, como pretendían los terroristas del ERP?
Los
asesinos de -entre muchos otros- el Capitán Viola y su hija de tres años, son
ahora fiscales y testigos, y eso cuando no integran el propio tribunal.
Mientras
tanto, el Gobierno y la sociedad siguen ignorando el tema, que sólo puede tener
una solución política.
La
gran pregunta es hasta cuándo lo harán, ya
que se acercan a cuatrocientos militares, policías y civiles muertos en
cautiverio.
Creo
que el proceso de moralidad y decencia de la política -y la limpieza de la
Justicia- es imparable, y no sólo en la Argentina.
Toda
la región está soportando similares efectos.
Ojalá
acierte con mi optimismo, cualquiera sea el costo que debamos pagar por ello
porque, como dijo Valerio Massimo Manfredi:
"La ley
pone remedio a los defectos y a las imperfecciones de los individuos, limita
los conflictos y la competencia, premia la voluntad de hacer y de sobresalir,
alienta a los fuertes, apoya a los débiles.
En una sociedad
semejante no es una vergüenza ser humilde y pobre, sino no hacer nada para
mejorar la propia condición"-
Bs.As.,
24 Abr 16
Enrique
Guillermo Avogadro
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