Jose
Benegas
Buenos
Aires, mayo 21 de 2001.-
SOBRAN IMPUESTOS
por
José Benegas
Todos
sabemos el peso enorme que la maquinaria política tiene sobre nuestro
bienestar, pero no sólo porque son muchos los que se encuentran colgados en
ella, sino por el tipo de pensamiento predominante entre políticos y en la
sociedad en general.
Hagamos
nuestra pequeña encuesta y preguntémosles a diez de nuestros conocidos cual es
la función de un legislador y cuales son las condiciones requeridas para que el
encuestado tenga un buen concepto de un legislador. Me atrevería a decir que
salvo en reducidos círculos de inadaptados cómo mis propios amigos, todas las
demás respuestas contribuirán a alimentar al aparato político y a hacer crecer
el gasto público como viene ocurriendo hasta ahora.
Quejándonos
de los políticos somos como una madre que conocí que le pegaba a un bebe porque
lloraba.
Adivinen
que hacía el bebe después de recibir los cachetazos.
Va a ser difícil
deshacer el trabajo de la deseducación pública, que ha dado
muerte a la filosofía convirtiendo casi todo en un problema técnico que podría
resolverse con un par de manuales de instrucciones.
Desgraciadamente
la “técnica” no sirve para mucho si no se tienen en claro los problemas de
fondo.
Es
así que a la pregunta de para qué sirve un legislador, por toda respuesta
obtendremos:
“Para hacer
leyes”.
Dentro
de este concepto “aséptico” tan digno de la UBA y del Colegio Sarmiento, como
del Newman o la UCA, caben:
La
ley de entidades financieras, la ley de asociaciones profesionales, la ley de
contrato de trabajo, la ley anti evasión, etc. Etc. Etc.
Si
esa es la función del legislador, vayamos ahorrando para prever que el gasto
público siga creciendo al infinito y por supuesto, el aparato político asociado
a él también.
Si conseguimos
salvarnos de la devastación de muchas décadas de intervención estatal en la
educación,
tal
vez podamos responder que dentro de la función (pretendida) del estado de velar
por las libertades individuales, la del legislador consiste en hacerlo mediante
normas que tiendan a ese fin y controlando a los otros dos poderes. Si ese es
el cometido del legislador, entonces podremos pretender que el gasto público
disminuya.
En
el contexto actual, menos legisladores no garantizan menor gasto ni más
justicia, ni más limpieza ni nada lo que se suele pretender de las
instituciones tal cual están, salvo tal vez en el corto plazo.
Y
no tengo nada contra ahorrarnos unos pesos teniendo veinte inútiles en lugar de
cien, pero no puedo poner expectativas desmedidas en eso.
La
primera conclusión es sobran conocimientos inútiles, sobra educación vacía,
sobra idioma inglés, sobran “family days”, y, como corolario: sobra ignorancia.
No
hacemos otra cosa que adular a supuestos impecables que van a destrozar todo lo
que nos importa de verdad porque ya no somos capaces de distinguir el bien del
mal.
Conclusión
dos: tenga cuidado:
Su
hijo también está siendo mal programado en este preciso instante y está en
riesgo de repetir la historia de quejarse de lo que el mismo genera.
Si
usted no sabe para qué sirve un legislador y por tanto es parte del problema,
lo que le cuesta mucha plata, sepa que
su hijo está siendo formado de igual manera.
Sin
embargo este elefante que se retroalimenta de esa manera, tiene una debilidad.
Esa
debilidad no es por cierto el hecho de que el ciudadano vote, ni que
“participe” en internas partidarias, conteste encuestas o compre el diario.
Todo
eso lo hace del mismo modo en que piensa, y nada de eso sirve realmente para
limitar al poder si el propósito del fondo que sostiene a la idea de división
de poderes, por ejemplo, ha sido por completo divorciado de ella.
La
única debilidad real del estado elefantiásico, inclusive la debilidad del
sistema por el cual las propias víctimas alimentan al victimario es la evasión
fiscal.
Los impuestos
son la contracara de la ignorancia.
Una
pregunta que tal vez ni siquiera resista a nuestro pequeño círculo es para que
sirven los impuestos.
Hagan
esta encuesta también, verán que la gente, a pesar de lo que dice, no piensa
que sobren políticos sino que cree que faltan.
La
respuesta es: s
Sirven para que
unos vivan a costa de otros.
No
tienen absolutamente otra utilidad.
Por
medio del aparato de deseducación se ha convencido a la población de que si no
nos gustan tales o cuales impuestos (la cuestión de si nos gustan LOS impuestos
queda directamente fuera de cuestión), lo que “corresponde” es que los
discutamos, que hagamos campaña, que propongamos la derogación, que nos metamos
en política (es decir, que nos convirtamos en PARTE DEL PROBLEMA)…
PERO
QUE NO DEJEMOS DE PAGARLOS porque eso es algo así como un pecado.
No
tengo tan claro pecado de que religión, porque en lo que respecta al
cristianismo el recaudador de impuestos era considerado al mismo nivel que las
prostitutas; pero pecado al fin.
La
evasión fiscal y no los jueces, ni los legisladores, ni los comicios, ni las
comisiones investigadoras, ni el periodismo (todos ellos más bien contribuyen),
ES EL ÚNICO LIMITE REAL DEL PODER que
nos queda.
Si
nos asusta que el Estado no pueda financiarse por medio de tasas en lugar de
impuestos pensemos que no sería una gran pérdida pues lo que esperábamos de él
era seguridad fundamentalmente, que brilla por su ausencia.
Que
no nos engañen con que si nosotros pagamos los demás también deben hacerlo.
Nuestro
bienestar depende de que no nos roben ni a nosotros ni a nuestro vecino.
Si
después de que nos robaron a nosotros le roban a otro señor, no estaremos
mejor.
¿Qué
no es justo que unos paguen y otros no?.
Esto
es una gran falacia que el Estado promueve.
Si
hablamos de una transacción limpia como por ejemplo comer en un restaurante:
No
es que debemos pagar porque otros lo hacen, sino porque hemos comido.
No
por un problema de IGUALDAD, sino de JUSTICIA.
Si
a mi vecino lo pisó un auto,
¿Dónde
está la justicia que me venga a pisar también a mí?
Cuando
el estado me sacude tengo un problema, cuando sacude también a mi cliente o a
otro con el que me relaciono directa o indirectamente, tengo dos problemas.
¿Ustedes
creen que puede construirse una sociedad justa y moral sobre la base de la
imposición,
de
cobrar sin contraprestación, de obligar al otro a pagar por NADA,
o
lo que es peor, pagar para que alguien pueda dedicar su vida a joder la
nuestra?.
¿Cómo
puede alguien sostener éticamente semejante concepto?.
¿No
hemos soportado suficiente en esta materia?.
Hasta
aceptamos que se nos obligue a declarar nosotros lo que tenemos para que nos
puedan robar.
Cómo
decía la propia DGI: No deje que le
roben
Sobran
IMPUESTOS.
Hagamos
un MUNDO Mejor
Terminemos
con la esclavitud
Terminemos
con los Impuesto y los Servicios gratuitos al Estado
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