Por
OPSur
Comarsa
es dueña de la planta de tratamiento de residuos petroleros más grande de la
Patagonia norte.
Ubicada
en el oeste de la ciudad de Neuquén, la planta es señalada por la población de
los barrios aledaños como altamente nociva para la salud de los vecinos.
Por
esta razón la empresa fue interpelada en la Comisión de Ambiente de la
Legislatura neuquina.
Ella
debía dar respuestas sobre su situación actual y explicar el plan de cierre
definitivo.
Al
contrario de lo esperado, los directivos de la compañía explicaron que no habrá
cierre definitivo y que no tienen un lugar concreto donde mudarse.
En
la mañana del 4 de mayo la Comisión de Ambiente de la Legislatura, presidida
por el diputado del Movimiento Popular Neuquino Claudio Domínguez, recibió a
los directivos de la empresa Comarsa.
Héctor
Basilotta, director de compañía, Federico Ponce, ingeniero y gerente general,
y Pablo Sily, gerente de Relaciones
Humanas, expusieron durante casi dos horas sobre la situación de la planta
ubicada en el oeste de la capital provincial.
Las
preguntas de los diputados realizaron estaban orientadas a conocer el plan de
trabajo para el retiro definitivo del basurero petrolero de la ciudad, pero las
respuestas fueron evasivas.
El
tridente empresarial se ubicó en la cabecera de la mesa, donde generalmente se
ubica quien preside la Comisión, tal vez haya sido un hecho casual, pero el
correr de la reunión dejó un gran margen de duda, por momentos llevaron el control
de los tiempos.
Quienes
deberían haber sido interpelados,
interpelaron al poder político por la falta de un lugar donde mudarse, mientras
que vecinos y trabajadores se retiraron con más incertidumbres que con las que
llegaron.
En
sala se encontraba el secretario de Ambiente de la Provincia, Ricardo Esquivel,
quien también fue objeto de reclamos y críticas; para sorpresa del auditorio,
al presentarse el funcionario sostuvo:
“no sé si
quedarme, ahora me entero que no estaba invitado, me confundí”.
“Somos
una empresa nacional, podemos decir, hasta familiar, que nos asentamos en
Neuquén a partir de junio del 2008”, comenzó Basilotta el relato.
“Cuando
nos radicamos esto era prácticamente un desierto, no había nada, la nada misma,
y claramente las tierras estaban destinadas a fomentar este tipo de industrias,
destinadas a estas industrias”, subrayó emulando a a los emprendedores que
conquistaron el desierto tras el genocidio armado perpetrado por el Estado a
fines del siglo XIX.
Contrariamente
los barrios aledaños al “desierto” de Basilotta, cuentan de muchos años de
radicación, ejemplo de ello es el barrio Parque Industrial, hoy llamado Jaime
de Nevares, fundado en 1972.
Los
ejecutivos de Comarsa llegaron acompañados al recinto por trabajadores de la
empresa, quienes fueron activos participantes de la jornada, reafirmando los
dichos de la empresa y confrontando a vecinos y diputados opositores. Basilotta
expresó la inocuidad de la actividad en estos términos:
“Tenemos
en la empresa 120 trabajadores directos y 60 puestos indirectos, de todo ese
personal el 32 % reside en la proximidad de la planta.
Ellos
tienen contacto directo e indirecto, es decir, son los verdaderos actores de
todas las tareas que se llevan a cabo, los que manejan los hornos, manipulan,
trasladan, llevan.
Todo
el plantel convivimos dentro de este microclima que está objetado.
Nosotros
mismos nos iríamos a suicidar cualquier día del año yendo a trabajar a Comarsa
si tomamos lo dicho por aquellos que nos acusan de que contaminamos”.
El
gerente de la empresa aseguró que desde la puesta en funcionamiento de la
planta no se registran enfermedades vinculadas al manejo de sustancias tóxicas.
“Nos parece, y
no quiero usar palabras que no estén a tono, una injusticia aquello de lo que
se nos acusa, acompañamos los certificados de la doctora Mónica Glorioso que es
nuestra médica laboral”, aseveró.
Basilotta
también mencionó como elemento probatorio de que la empresa no contamina el
fallo judicial favorable dictado en 2011 en la causa Fernández Genaro contra
Comarsa, expediente 449828.
“No existe
evidencia ni prueba médica objetiva que acredite que los procesos industriales
controlados por el Municipio y la Provincia generen infección, problemas
respiratorios, gastroenteritis, como son señaladas en declaraciones
periodísticas por parte de algunos diputados y vecinos”, desafió.
Cabe
destacar que el fallo presentado como prueba del directivo es previo al
crecimiento exponencial de la planta, producto del aumento de actividad
generada por Vaca Muerta.
Para
Basilotta, en cambio, el verdadero problema de la contaminación es el basurero
clandestino existente en las inmediaciones.
“El
principal flagelo que amenaza día a día a la salud de la gente que habita, que
es aledaña al Parque (Industrial), y que nos afecta también a Comarsa, es el
basural en donde la gente arroja de todo, y todo esto es quemado a diario. Ahí
sí yo haría foco y diría que son una fuente de enfermedades”, enfatizó.
“Les
puedo asegurar que Comarsa se va a ir de ahí, y van a seguir teniendo
infecciones, gastroenteritis, todo tipo de enfermedades que genera este
flagelo”, sostuvo en defensa de la compañía.
No nos vamos
nada
Para
Comarsa irse era un objetivo, según el directivo.
“Nosotros
decidimos trasladarnos a Añelo, de donde provienen estos residuos, porque
necesitamos ser más competitivos, minimizar riesgos y costos en el traslado,
porque la competencia ya estaba establecida allá”, señaló.
“Adoptando
la política de crecer, de ser competitivos y de querer seguir liderando,
adquirimos 20 hectáreas en Añelo, fuimos bien recibidos y alentados por el
Municipio, agregamos 4 hectáreas más en el parque industrial. Todo esto al
final no sucedió, por indefiniciones, porque hacia fin de año apareció un
decreto que regulaba nuevamente a las tratadoras con distancias a los ejidos
municipales, apareció la idea de un ecoparque, fuimos los primeros en ir, junto
a la Secretaría de Ambiente, a la Secretaría de Industria a ver a dónde nos
tocaba, dónde teníamos que ir a invertir. Fuimos también los primeros en
enterarnos que esto era inviable, que no tenía masterplan, que no tenía estudio
de impacto ambiental, que no tenía los servicios esenciales.
En
ese contexto retrocedimos un casillero”, relató Basilotta.
Según
el empresario el reclamo de los vecinos, que tiene a Comarsa en el centro de la
discordia, no es por sus actos. “(La empresa) nunca tuvo una mala praxis, nada de
que se la pueda acusar, de ningún evento, sin embargo el derrame ocurrido en el
Parque Industrial (en referencia al registrado en la planta de Indarsa en
octubre de 2014) fue un coletazo que nos pegó duro.
Mirá
dónde hoy estamos sentados”, sostuvo.
Una
vez más Basilotta pateaba la pelota fuera de la cancha.
Lo
más gráfico en la alocución fue el cierre, al confundir a la provincia con una
empresa.
“Hay
otras provincias que manejan la economía, que manejan otros sectores, pero
Neuquén es una empresa que permanentemente está prometiendo mayor actividad.
Más
allá de lo que nos toca vivir hoy, que es un escenario deprimido, que pareciera
que el tema de Vaca Muerta se allanó y que entró en meseta, entiendo que
Neuquén va a seguir proporcionando gas, que tiene en vista represas y que tiene
una economía latente. Neuquén es sinónimo de hidrocarburos, y les puedo
asegurar que no hay actividad hidrocarburífera sin las tratadoras de los
residuos que genera esa actividad, no puede existir una de la otra.”
Inmediatamente
el diputado de Libres del Sur, Santiago Nogueira, comenzó con la interpelación.
“Hemos
presentado un pedido de informes sobre el cierre definitivo que no ha sido
respondido por la Secretaría de Medio Ambiente, por eso le preguntamos a usted
-dirigiéndose a Basilotta-, ¿cuál es el plan de cierre definitivo?”.
Simultánemente el legislador intentó poner la discusión en su eje, recordándole
al representante de la empresa el motivo de la interpelación; en el mismo
sentido la diputada Patricia Jure, del Frente de Izquierda y los Trabajadores,
le pidió al diputado Claudio Domínguez que presida la comisión, en lugar de
dejar que lo haga el director de Comarsa.
“Ustedes
están acá para discutir sobre ese eje (el cierre definitivo) y no, si la
empresa contamina o no contamina. Ya hay un consenso definitivo, Comarsa e
Indarsa no pueden estar en el ejido y deben hacer un traslado.
Nosotros
queremos saber: ¿cómo va lo van a hacer, cómo lo tienen previsto y si lo han
presentado?
Por
ley tienen que presentarlo al inicio de la actividad y reactualizarlo tiempo
antes de irse, me preocupa escuchar que no lo tienen presentado”, destacó
Nogueira.
Basilotta
salió al cruce remarcando la diferencia entre trasladar la actividad y cerrar
la empresa:
“Que quede
claro, que se tome nota de esto, que Comarsa no se va a cerrar. Se puede
relocalizar la actividad, pero no el cierre definitivo de Comarsa, podemos
tener otra actividad que no sea tratar barros empetrolados”.
El
legislador de Libres del Sur insistió en conocer en qué plazo se pondría fin al
tratamiento de residuos petroleros. “Es fundamental saber los tiempos, no vaya
a ser que le digamos a la comunidad que se van a ir y estén después dos años
más quemando”.
A
lo que el Basilotta respondió que “es difícil poner un plazo sin tener un lugar
de destino”.
“En
este momento y en este lugar no puedo comprometerme a decir me voy tal día y
cierro tal día, cuando no sé a dónde me tengo que ir”, afirmó.
“No
podemos poner un tiempo, será el tiempo posible y necesario para remediar un
pasivo que no es nuestro, que es de las operadoras y de la Provincia, pero que
está radicado ahí”, añadió, cargando una vez más las responsabilidades sobre
terceros.
“Nosotros
queremos entregarlo de la mejor manera, pero no es una carrera contra el
tiempo, es tener la eficacia y la eficiencia de disponer de ese residuo de la
mejor manera”, concluyó.
Según
el secretario de Ambiente, el plan implica el traslado del material tratado y
el tratamiento del que está en bruto, para luego ser trasladado a otro destino.
“En
treinta días tiene que salir uno de los hornos pirolíticos a Añelo”, aclaró
Esquivel, dando por hecho la radicación de la empresa en esa localidad, más
allá de lo expresado por Basilotta.
“Allá
se tienen que preparar las instalaciones para que estén adecuadas para
preliminares, preparación de suelos, elaboración de piletas, la instalación de
cada uno de los hornos y a partir de ese momento, en sesenta días más, se
cierra el portón (de la planta de Comarsa en el Parque Industrial Neuquén), la
recepción de residuos.
El
segundo horno sigue tratando el material industrial que va quedando y sigue
unos seis u ocho meses más.
Una
vez que tratan todo el material se traslada este segundo horno a Añelo y ya
queda de manera permanente. Los hornos de absorción que tratan el cutting
tienen que seguir trabajando, a lo mejor un año, a lo mejor dos, hasta agotar
el material que está acumulado.
Una
vez que está tratado todo ese perímetro, comienza el plan de cierre y abandono.
El
plan que mencionaba Santiago (Nogueira) es la remediación de todo ese sitio
hasta la extinción de todos los residuos contaminantes que pueda haber y la
realización de estudios físicos-químicos para verificarlo.
En
ese momento se determina la satisfacción del cierre de la actividad, no del
predio, sobre ese lugar puede montarse a futuro cualquier otra actividad.”
A
pesar de las evasivas, Daniel Fernández, vecino del basurero, señaló como un
hecho positivo la interpelación realizada por la Comisión de Ambiente y subrayó
que eso era fruto de la movilización de los vecinos.
“Ni
la provincia, ni las empresas se preocuparon por estar en un lugar donde no tienen que estar.
Yo
quiero poner en la mesa que nosotros como vecinos nos juntamos con la empresa y
llegamos a tres acuerdos, primero, que se tenían que ir;
segundo,
que no iban a despedir a ningún trabajador;
y
tercero, que se iba a hacer una comisión de seguimiento donde los vecinos
seamos parte, que vea cómo se hace la remediación y la empresa estuvo de
acuerdo.”
En
tanto enfatizó:
“Acá
hay que decir que la responsabilidad ha sido del gobierno, de la Secretaría de
Ambiente, en algún punto de la empresa, pero no de los trabajadores y los vecinos”.
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