Macri en peligro
Por
Christian Sanz
“Del
31/8 al 2/9 marcha federal. Movilicemos un millón de argentinos en la calle y
pongamos fin a la fiesta de los ricos. Chau Macri”.
El
mensaje, inquietante y golpista, fue escrito por Luis D’Elía en su cuenta de
Twitter el pasado 23 de agosto a las 22:42.
Poco
después, borró lo que había tuiteado, cuando descubrió que sus dichos habían
provocado un fuerte rechazo por parte de quienes lo habían leído.
Ciertamente,
no fue su primera provocación:
El otrora
piquetero suele desgranar sus pasiones en las redes sociales sin eufemismos ni
liviandades.
Por
caso, cuando Mauricio Macri fue pasible de violentos piedrazos, en el marco de
su visita a Mar del Plata, D’Elía le endilgó un polémico mensaje, del que luego
intentaría despegarse:
“Macri
es responsable de los piedrazos que recibió hoy. Perseguir a las madres y a
Cristina no es gratis. Coseche su siembra”.
¿Qué
quiere decir con esas palabras?
¿Cuál
es la cosecha que deberá tolerar el presidente?
Si
los dichos de D'Elía suenan duras, lo que este suele decir en privado es aún
más elocuente:
A sus seguidores
suele decirles que Macri no llegará a fin de año.
Cuando
se observa que otros referentes del kirchnerismo postean mensajes de similar
tenor, en un contexto de amenazas permanentes y suspicaz violencia, la pregunta
se vuelve inevitable:
¿Hay
en ciernes un golpe contra el Gobierno?
Si
es así, ¿quién lo comanda?
Hace
unos días, el juez federal de Mar del Plata Alfredo López lo dijo con todas las
letras al considerar que está en marcha "un plan de
desestabilización" contra el gobierno nacional.
No
se trata de cualquier magistrado, sino de aquel que investiga los piedrazos
contra Macri.
Hoy
La Campora marchará contra Macri en Plaza de Mayo…
La
convocatoria la impulsó Hebe de Bonafini.
A
su vez, un informe de inteligencia publicado por diario Clarín, señala que tres
de los agresores del jefe de Estado tendrían relación con una agrupación de
izquierda denominada “Votamos Luchar”.
A
mediados de junio de este año, el mismísimo Jorge Lanata detalló al programa A dos voces la existencia
de “algunas sectas que están preparando
un plan para sacar al actual jefe de estado del poder y así volverlo a tomar”.
Si
ello suena demasiado reciente, solo hay que retroceder en el tiempo:
El
3 de noviembre del año pasado el dirigente Raúl Castells anticipó que se
preparaba un golpe contra Macri y llamó a armar "brigadas populares".
De
hecho, advirtió que fue sondeado desde
el kirchnerismo para un eventual "derrocamiento" del presidente de la
Nación.
Una
digresión:
En
estas horas, más de 500 familias ocupan un predio en la localidad de Moreno,
provincia de Buenos Aires.
Es
un dato que inquieta al macrismo, ya que allí fue donde empezaron los saqueos
en 2001.
Al
menos, los que ocurrieron en terruño bonaerense.
Los sospechosos
de siempre
¿Hay
o no hay un plan para derrocar al gobierno?
El
macrismo tiene sus sospechas, sin elementos concluyentes pero con la convicción
de que es imposible que ocurran tantos hechos aislados.
La
coordinación es clara y persistente, y proviene de grupos que no temen ser
identificados.
¿La
Policía bonaerense?
¿Los
servicios de inteligencia?
¿Referentes
de la vieja política?
¿Acaso
la conjunción de todos ellos?
No es ningún
chiste:
Quien
amenaza al Gobierno sabe muy bien lo que hace.
El
contexto es demasiado reciente, con una dictadura militar cuyas huellas se
mantienen frescas y las sospechas de un eventual golpe político contra Fernando
de la Rúa.
El
partido Miles, de D'Elía llamó públicamente en las últimas horas a "agitar
y alentar cualquier tipo de protesta contra el gobierno nacional”.
Los
grupos que avanzan contra el macrismo saben que, el contexto de sus amenazas
ostentan una connotación inevitable.
Una
suerte de asociación que se aloja en el inconsciente colectivo de los
argentinos.
El
mensaje es claro y efectivo.
Piedrazos y
sospechas
Si
a ello se suma que el gobierno no da “pie con bola” a la hora de esclarecer
quiénes están detrás de esos aprietes, el cóctel se vuelve perfecto.
Obvio:
es perfecto para quien quiere
infundir pánico.
Hasta
que el oficialismo no logre desactivar a los que provocan, seguirá en este mar
de dudas flotando en el aire, donde se mezclan viejas y anacrónicas
sensaciones.
Por
ahora, la ciudadanía está inquieta, incómoda, siente que algo raro está
ocurriendo.
No
sabe qué es puntualmente, pero lo percibe.
Se
insiste: ¿Hay un golpe en ciernes?
Es
imposible saberlo con precisión aún.
Sin
embargo, como dice la vieja frase:
"Si
tiene pico de pato, camina como pato y nada como pato… todo indica que es un
pato".
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