Pese
a todo cuanto he leído y oído, no estoy en condiciones de evaluar exactamente
si la destitución de Dilma se ha correspondido con la legitimidad que
corresponde.
Pero
sí sé que ha sido legal.
Del
mismo modo que en su momento ocurrió con Lugo en Paraguay.
Ahora
bien, si la destitución fue legal pero por lo que dicen sectores políticos
ligados al populismo latinoamericano, no fue legítima, lo que cabe pensar es
que debe haber algún mecanismo para corregir esto.
Y
si no lo hay, ¿por qué no lo hay?
Si
la Constitución de Brasil, la de Paraguay e inclusive la de la Argentina prevén
el juicio político,
¿cuál
es la razón por la cual cuando este se lleva acabo es tildado de
"golpe" por quienes no están de acuerdo?
o,
poniéndolo de otro modo, ¿debemos esperar que el populismo acepte la
destitución constitucional de un presidente constitucional cuando éste adhiere
al populismo?
Todo esto es un
inmenso sofisma.
No
hay posibilidad de que el populismo acepte como válida la destitución
constitucional de un presidente si éste adhiere de algún modo al populismo.
Sí
es obvio que tal populismo alienta la
continuación por vía inconstitucional de un presidente larguísimamente
cuestionado y con daño evidente para la población de su país, como es el
caso de Maduro en Venezuela.
También es obvio
que el populismo alienta la destitución de manera inconstitucional de un
presidente constitucional como Macri en la Argentina, que le ha
ganado legítima y legalmente al populismo fascista de la Argentina luego de
tantísimos años.
En
otras palabras:
El
populismo no acepta ni comparte el respeto por las instituciones, tal como
afirma largamente el politólogo Laclau, recientemente fallecido.
Laclau
considera que el institucionalismo es el llamado "stablishment" y por
lo tanto no es legítimo para "el pueblo", siendo que
"pueblo" es todo aquello que adhiere al populismo, y anti pueblo es
todo lo que se opone.
Populismo e
institucionalidad son antónimos.
Ese
es el problema.
El populismo es
autoritarismo, es violación de normas básicas de convivencia democrática.
Si
Dilma ha sido destituida de manera ilegítima tendrá la posibilidad de reivindicarse
en las próximas elecciones presidenciales en Brasil, tapándoles de ese modo la
boca a los que la destituyeron.
Esas
son las reglas del juego
…
¡Cosa
que jamás aceptarán los populistas!
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