"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 4 de septiembre de 2016

REFLEXIÓN DOMINGUERA

LA ADUANA Y EL CURRO DE LOS PERMISOS

Si bien nuestra Constitución establece en su artículo 14 la libertad de comercio, todos sabemos que en la práctica tal cosa no existe.
Y no de ahora, sino desde hace demasiados años.
Las trabas al libre comercio suponen la fijación de tasas e impuestos diferenciales, cosa que viola el principio de igualdad ante la ley, pero que los gobiernos justifican en la necesidad de promover tal cosa o desincentivar tal otra. Pero resulta que a esto se suma el establecimiento de "permisos" para importar (en la "década ganada" las famosas DJAI) y las prohibiciones de exportar (misma década, mismos dignatarios).

Es obvio que prohibir vender o prohibir comprar, autorizar vender o autorizar comprar todo lo que representa la lícita comercialización de bienes o servicios, no solamente viola elementales principios constitucionales de libre comercio, sino también de disposición de la propiedad.

Claro, si vos ponés a un funcionario a autorizar o no la compra o la venta de bienes al o desde el Exterior, inmediatamente tenés el curro de que alguien pone el proverbial "gancho".
Y ese gancho tiene un precio, con más razón todavía en un régimen a todas luces corrupto como fue el kirchnerista.
Que alguien te autorizara a importar insumos, por ejemplo, significaba que además te daba derecho a comprar a 9,50 el dólar que costaba 15 mangos.
¿Cuánto cuesta de cometa que alguien te autorice a adquirir dólares a 2/3 de su valor de mercado?
¿Cuánto cuesta de cometa que además ese alguien te permita importar tornillos o bulones que te son indispensables para completar el proceso de fabricación de tus productos?
Cuando alegremente se vincula al libre comercio con la ilegalidad se incurre en un sofisma que cualquier economista con cierta base puede entender.
La ilegalidad, es ilegalidad siempre.
No se trata de que el libre comercio implique por ejemplo utilizar productos químicos nocivos o cosas así.
Muchas veces he escuchado y hasta leído opiniones en ese sentido de parte de profesionales.
La libertad, tanto económica como de cualquier índole, significa ser libres dentro de la ley y del Estado de Derecho, no hacer lo que se nos canta el upite.
La verdad es absolutamente al revés de estos discursos poco inteligentes, por decir lo menos.
El establecimiento de trabas y limitaciones, o el otorgamiento de permisos o la sanción de prohibiciones, colabora absolutamente con el funcionamiento de la coima.
Por eso, durante la "década" pasó de todo en materia de DJAIS (declaraciones juradas de anticipo de importaciones, para los legos) y ni qué hablar con las exportaciones.
Tanto la agricultura como la ganadería y la lechería sufrieron las consecuencias de las trabas establecidas desde los tiempos del hoy santito Roberto Lavagna, que fue el primero al que le oí decir "si quieren quitar las retenciones (a las exportaciones) armen un partido político y ganen las elecciones"
Pinturita de demócrata el muchacho.
Pero también, por lo menos por las denuncias de la AFIP, en la Aduana han ocurrido otras irregularidades, aparte de las cometas que menciono.

Porque también había compras de dólares al precio "oficial" para importaciones que no se realizaban y otras cuestiones que no voy a meter aquí para no densificar demasiado esta reflexión.
Claro, si te venden a 9 lo que vale 15, es obvio que todo el mundo quiera comprar.
Si el dólar vale 15 y para importar te lo venden a 15, se acaba el negocio, ¿se entiende?
Es obvio.
Lo mismo pasaba con el llamado "dólar ahorro", un invento de Kicillof imposible de superar en la escuela del surrealismo mágico más atrevido que pudiéramos haber imaginado.
De manera que ahora parece que saltan a la luz centenares de funcionarios involucrados.
Seguramente no todos quienes me leen han tenido que regresar al país en los años "camporistas", cuando las colas en Ezeiza donde te revisaban hasta detrás de las orejas a ver si traías "algo" como si tal cosa fuera a desguazar la economía argentina.
Porque esa es la otra pata de esta cuestión.
En la Aduana, los puestos en Ezeiza son llamados (o lo eran hasta hace algunos años, cuando por razones de trabajo yo tenía que lidiar en esas cuestiones) "privilegiados".
Puestos privilegiados por el curro, muchachos...
Por el billete de 100 dólares dentro del pasaporte.
100 dólares que no iban solo para el pinche que te revisaba el orto...
Sino que por supuesto subía hasta la cúspide y luego "derramaban" un porcentaje en el susodicho pinche...como un verdadero y genuino lupanar (prostíbulo, bah).


Muy bien, me voy a tomar un cafecito seguramente importado legalmente

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