Que
hay que fusilar a Liniers para garantizar la Revolución de Mayo, que hay que
mantenerlo vivo por tratarse del héroe máximo de la reconquista de Buenos Aires
ante manos británicas.
Que
mejor lo fusilamos y lo recordamos como héroe.
Que
hay que adoptar un sistema unitario, ya que mal no nos va con el puerto.
Que
hay que adoptar un sistema federal para que todas las provincias sean iguales.
Que
adoptemos un sistema federal de palabra, con un puerto gigante y cada vez más
rico.
Que
somos rosistas porque nos dio dignidad y soberanía.
Que
somos anti rosistas porque hay que combatir a la tiranía.
Que
Sarmiento sos Gardel, que Sarmiento sos un vendepatria;
que
Roca es el padre de la Nación, que Roca es un genocida.
Que
somos liberales, que somos conservadores, que somos liberales conservadores.
Que
somos autonomistas, que somos radicales, que somos cívicos, revolucionarios y
nacionales.
Que
somos radicales populares, que somos radicales aristócratas, que Yrigoyen es lo
más grande, que el Peludo está gagá.
Que
la década es infame, que la década es gloriosa, que el nazismo ya tendrá tiempo
de querer borrar a seis millones de tipos de la faz de la tierra, pero por lo
pronto aprovechemos para llenar el Luna Park.
Que
la Segunda Guerra no nos tiene que afectar, que la Segunda Guerra puede que nos
afecte,
que
qué carajo hacen los buques ingleses y alemanes cagándose a bombazos en el Río
de la Plata.
Que
tenemos que declararle la guerra al Eje, que la guerra terminó, que se la
declaramos igual, carajo.
Que
Perón es un déspota, que Perón es Dios, que Perón es un tirano, que Perón es
Perón.
Que
el peronismo es nazi, que el peronismo reconoce al estado de Israel, que Evita
se reune con Golda Meir.
Que
el pueblo está unido, que cinco por uno no va a quedar ninguno.
Que
la iglesia apoya a Perón, que la iglesia llama a combatir a Perón, que la cosa
está que arde, que lo que arden son las iglesias.
Que
el General se va, que el General se fue.
Que
el cálculo salió mal y a cambio de un General llegó y se sumó un Almirante.
Que
empieza la resistencia peronista, que resistir de verdad cuesta caro, que se
fusile a todos los rebeldes.
Que
Frondizi es desarrollista, que Frondizi es un traidor, que Frondizi se banca 52
planteos militares en unos meses, que Frondizi no vivirá para oir a una
Presidente decir que “nunca hubo otro presidente democrático que
recibiera tantos ataques” como ella.
Que
somos azules, que somos colorados, que ganaron los azules pero el poder es de
los colorados.
Que
vuelve la democracia, que vuelve pero sin el 50% del padrón.
Que
Illia es la esperanza, que Illia es lento, que Illia se fue rápido.
Que
Onganía la tiene clara, que se tranquiliza la economía, que a Levingston no lo
conocen ni los hijos, que Lanusse es bueno, que será un tirano pero es una
“dictablanda”.
Que
a Perón no le da el cuero, que a Perón le dio el cuero.
Que
con Cámpora al Gobierno, Perón va al poder.
Que
con Cámpora al Gobierno se masacraron en Ezeiza.
Que
con Perón al Gobierno y al Poder el derramamiento de sangre nunca cesó.
Que
los Montoneros quieren al General.
Que
los Montoneros quieren muerto al General.
Que
los Montoneros quieren a los peronistas en el poder.
Que
los Montoneros quieren a otros peronistas, no a esos gorilas como Perón.
Que
la Triple A empieza sus tareas, que la Triple A son los padres.
Que
la única salida es el golpe, el golpe, el golpe ¿Cuándo dará el golpe, General?
Que
el Comunicado Número Uno.
Que
la gente sale a trabajar como cualquier otro día.
Que
los muchachos empiezan a desaparecer.
Que
los atentados no se discontinúan.
Que
los familiares de los muchachos empiezan a desaparecer.
Que
los atentados siguen más que nunca.
Que
los hijos, amigos, padres y mascotas empiezan a desaparecer.
Que
“si andás derecho no tiene por qué pasarte nada”.
Que
andar derecho incluye cambiarse el apellido y desconocer a cualquier pariente.
Que
la economía se arregló fácil.
Que
deme dos, que deme tres.
Que
deme tres moratorias para pagar esta deuda.
Que
queremos Pan, Paz y Trabajo.
Que
le copamo’ la plaza a lo’ milico’ para que se vaya Galtieri.
Que
se venga el Principito, le presentaremos batalla.
Que
Galtieri no te vayas, Galtieri vení.
Que
ganamos, que ganamos, que seguimos ganando, que gana…
Perdimos,
que perdimos, que perdimos la guerra, la dignidad y la batalla económica.
Que
las urnas están bien guardadas, pero acá tienen las llaves.
Que con la
democracia se cura, se educa y se come, que mi adversario es un ataud a
prender fuego.
Que
llegó la primavera democrática, que la primavera nos dio alergia.
Que
el plan Austral, que necesitamos un plan estratégico para llegar a fin de mes.
Que
pintamos paredes de rojo un “Nunca Más”, que pintamos caras de verde un “Si
Dios Quiere”.
Que el único
Rico del fin del alfonsinismo fue un Teniente Coronel.
Que
la revolución productiva.
Que
el salariazo.
Que
el plan Bonex, que el plan Brady, que en alguna la vamos a embocar, que Roig,
que Rapanelli, que Erman González, que Cavallo.
Que
la embocamos.
¡Grande,
Mingo!
Que
con el uno a uno todo se puede.
Que
la constitución no se toca, que la
constitución se tocó.
Que
se viene la reelección, que entramos en recesión.
Que
se va a acabar la fiesta para unos pocos.
Que
el candidato oficialista quiere salir de la convertibilidad, que gana el
candidato opositor que prometió seguir con el modelo económico.
Que
las Torres Gemelas se caen en directo.
Que
el Mega canje, que el Blindaje.
Que
se vaya Machinea, que se vaya López Murphy.
¡Que
vuelva Cavallo!
Que
se vayan todos, que no quede uno sólo.
Que
Puerta, que Rodríguez Saá, que Camaño, que Duhalde.
Que
el que depositó dólares recibirá dólares
y
que frente a Carlos Saúl Parte III, mejor votar al del apellido difícil…
El
año que viene estarán habilitados para votar chicos que nacieron en 2001.
No
vivieron la caída del muro ni plantaron café en Nicaragua.
No
le hicieron un apagón a Menem ni cacerolearon contra De La Rúa.
A
duras penas puede que recuerden vagamente la asunción de Cristina Kirchner y
sólo porque coincidió con que estaban en primer grado.
No
hay diferencia de percepción entre lo que para ellos fue el gobierno de la
Alianza con lo que fue la gestión de Viola para mi generación, Farrell para
nuestros padres, o Marcelo T. de Alvear para nuestros abuelos:
Presidencias
que terminaron antes de que naciéramos.
Puede
que muchos sepan qué pasó o qué se hizo durante cada año de la democracia, pero
porque tuvieron que estudiarlo.
Entre
tanto, nosotros y los más grandes seguimos en el loop perpetuo de discutir el
número de desaparecidos de la última dictadura mientras nos reímos de las
costumbres de los más pibes por varios motivos, pero con un hilo conductor: no los entendemos.
No
hay que putearlos por burros sino aprender a comunicarles cosas que nos
interese que sepan.
Pero
antes, tenemos que tener cosas que les interesen.
¿Qué
les puede importar los coletazos del colapso neoliberal en la justificación del
presente si no habían nacido?
Imagínense
lo que puede impactar en sus cabezas el torneo por ganar la Copa de la Culpa de
la década de los setenta:
Pasaron
menos años entre los fusilamientos de José León Suárez y mi nacimiento que los
que transcurrieron entre el Golpe de Estado de 1976 y la llegada al mundo de
los futuros debutantes cívicos.
Crecieron
en un occidente sin dictaduras militares, dentro de un mundo sin Guerra Fría,
en un siglo en el que Rusia es capitalista de mercado.
Ver
las Torres Gemelas en una película no les da un sentimiento de terror o
nostalgia:
Les
dice que el filme es de antes de que ellos llegaran a este mundo.
¿Cómo
pedirles que nos entiendan si seguimos discutiendo los conflictos de nuestros
viejos, nuestros abuelos o de gente que falleció hace dos siglos?
Me
preocupa qué otras cosas de la democracia y la república les estamos
transmitiendo.
Lo
más cercano que están a ver a nuestro ejército en funciones es en un cambio de
guardia de los granaderos en la Plaza de Mayo.
Desde
lo positivo, no se plantean otra forma de gobierno.
¿Cómo
enseñarles a valorar el poder del consumidor si nunca vivieron un mes de sus
vidas sin inflación?
No
tenemos cómo transmitirles el valor del esfuerzo si nuestro leit motiv es pegar
un laburo en blanco que nos permita jubilarnos dignamente cuando llegue la edad
requerida.
Mi
generación creía que era normal la corrupción, que todos roban.
La
generación posterior ni se pregunta cómo un político es multimillonario si el
currículum vitae les entra en un tuit.
También
tengo el dudoso gusto de pertenecer, estadísticamente, a la generación más
psicoanalizada de las últimas décadas.
Llega
un punto en el que ya no puedo cargar a mis viejos con las culpas de lo que
pude o no pude hacer, ponerme los pantalones largos, ajustarme la corbata y
hacerme cargo de mi vida.
¿Cuándo
es el momento?
Varía
en cada uno.
Pero
en materia cívica, el punto de quiebre es mucho más sencillo:
La
barrera en la que dejamos de putear a nuestros viejos por el país que nos
dejaron está determinada por la segunda elección en la que participamos, cuando ya somos 100% responsables de lo que
se hizo en el último período presidencial, sea por acción, por omisión o por
simple apatía.
Y
es aquí donde quiero hacer una parada estratégica.
Crecimos
“padeciendo” el mundo que nos legaron nuestros viejos y no hicimos demasiado
para modificarlo, más allá de cargar tintas sobre cosas que ni siquiera vivimos
y que pretendemos juzgar desde la comodidad del siglo XXI, o tuiteando en el
baño.
Sólo
para poner blanco sobre negro:
Mi
viejo votó por primera vez a los 27 años…
A
esa misma edad, yo ya había participado de nueve elecciones.
¿Con
qué cara puedo hacerme el boludo?
Y
va más allá de no tener responsabilidad por no haber votado por el
kirchnerismo.
Se
trata de educación cívica por imitación, de transmisión de valores,
de
protestar por cosas serias, de putear cuando corresponde,
de
explicar por qué no es lo mismo que
protesten los laburantes o comerciantes,
a que se considere una “marcha de la resistencia” a un puñado de procesados
penales con pasados de funcionarios públicos.
Es
el punto medio entre el desprecio por la política y la locura a la que nos
quieren someter los políticos que pretenden que “no nos quejemos si no
participamos”, cuando el país tiene un sistema delegativo por una sencilla
razón:
No
somos un consorcio.
Estos
chicos que nos parecen marcianos a quienes no logramos entender, no aparecieron
por generación espontánea, son producto nuestro.
110%
nuestro y de nuestra falta de ganas de levantar la voz en la cola del
supermercado,
de
no explicarles que Nueva York está administrada por personas comunes y no por
extraterrestres en una dimensión paralela.
Que
las cosas no tienen por qué ser aceptadas sólo
“porque te tocó nacer en Argentina”.
Si
usted, estimadísimo lector, tiene unos años más que yo, sepa disculpar todos
los años en los que no quise hacerme cargo de que ya era un ciudadano como
usted.
Si
vos, querido lector, tenés mi edad, o cuatro años para arriba o para abajo,
quiere decir que transitamos juntos algún punto de la escuela secundaria, que
somos fruto del mismo sistema educativo.
Lamento
contarte que ya estamos grandes y doblamos en edad a los que se inician en la
vida cívica el año entrante. Entiendo
que nos limaron la cabeza, que nos llamaron “jóvenes” durante doce años y
hasta nos dijeron que Máximo, Larroque y hasta el cincuentón Amado Boudou eran
jóvenes, aunque estuvieran más cerca de los problemas de próstata que de los de
acné.
Algo
me dice que fue cultural, como cuando éramos chicos –chicos de verdad– y nos
decían que había conversaciones de las que no podíamos participar porque éramos
nenes.
Y
los turros de nuestros adultos tenían las conversaciones en la cena de
Nochebuena o para fin de año.
Algo
parecido se dio cada vez que nos decían “jóvenes” en un acto político como para que nos olvidemos de todo, por la
comodidad que da ser chico y no ser responsables de nuestros actos.
Lamento
recordarnos que Julio Roca y Nicolás Avellaneda asumieron sus presidencias a
los 37 años, tres años antes de que Máximo obtuviera su primer trabajo
registrado.
Y
si por casualidad tengo la suerte de que este texto haya caído en manos de
alguno de los más pibes:
Creeme,
este país no será normal, pero probablemente ninguno lo sea.
Es
más, por una cuestión proporcional, residen más humanos en países sin
organizaciones judeo-cristianas.
Sin
embargo, no podés resignarte a que todo sea natural “porque naciste en
Argentina”.
No
te resignes.
No
les des el gusto.
“No es tarea fácil educar jóvenes, pero
adiestrarlos es muy sencillo”,
decía Rabindranath Tagore en medio de
una guerra de tizas de sus discípulos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario