“Soy
optimista del futuro, pero depende de nuestra sociedad que por muchos años se
auto saboteó"
En
duros términos cuestionó la demagogia y la corrupción que, sostiene, signaron
la época kirchnerista.
Por
el contrario, destacó que el presidente Macri logró desactivar “la bomba” que
heredó de Cristina.
Erigido
en uno de los principales críticos de la gestión kirchnerista, a la que calificó de demagoga y corrupta,
el afamado intelectual argentino Marcos Aguinis sostuvo que mientras estuvo al
frente del Gobierno, el matrimonio Kirchner evidenció una enfermedad “por el
dinero y el poder”.
Sostuvo
que esta manifestación enfermiza del matrimonio santacruceño signó a lo que el
kirchnerismo denominó la década ganada a un “período trágico por el desperdicio
cometido”.
Pero
también dio su opinión sobre lo que es el nuevo gobierno encabezado por
Mauricio Macri, subrayando que al no provenir de la política, tiene sus
aspectos bueno y malo.
A
pesar de un diagnóstico serio de lo que ocurre en el país, sigue mostrándose
optimista sobre el futuro de la Nación, pero remarcó que ello “depende de la
sociedad argentina, que por muchos años se auto saboteo”.
Estas
fueron algunas de las profundas reflexiones que el médico, psicoanalista y
destacado autor literario regaló en una larga entrevista con EL LIBERAL.
En
ella repasó los recientes hechos históricos con definiciones categóricas y sin
ambigüedades a la hora de juzgar a los distintos actores.
Pero
también en la que compartió su visión acerca de lo que nos depara el futuro a
los argentinos.
-Ya pasaron 10
meses de que finalizara la gestión kirchnerista, tiempo que permite realizar un
análisis más frío de lo que dejó como herencia. Si le pidiera que me mencione
tres cosas que considera fue lo que legó este período a la Argentina, ¿cuáles
serían?
-Confieso
que me duele ser tan duro.
Hubiera
preferido llenar de señalamientos felices este legado.
Pero
debo ser objetivo y sincero.
Fue
un período trágico por el desperdicio cometido.
Las
perspectivas de crecimiento genuino fueron grandes, en todos los campos.
Pero
se optó por manejar dos variantes:
Poder y
acumulación de riquezas personales.
Fue
una relación dialéctica luciferina.
Poder para hacer
dinero y dinero para ganar poder.
Con
ese propósito no hubo área que se dejara de aprovechar con notoria impudicia.
La
corrupción se expandió como una grave enfermedad viral y penetró todos los
resquicios del Estado nacional, provincial y municipal.
Era
obvio que no quedase al margen de esta degeneración el capital privado.
También decayó
la educación y la salud pública.
Aumentó la
pobreza y la marginalidad.
Se incrementó el
delito.
Es
difícil, sino imposible descubrir buenas intenciones en alguna obra o decisión
del kirchnerismo, porque siempre estuvieron encaminadas a ganar dinero o poder,
como dije.
Para
este último también valían medidas que parecían sanas, pero eran demagógicas,
desprovistas de grandeza.
-El inicio de un
nuevo gobierno como el de Mauricio Macri siempre despierta esperanzas, máxime
llevando como estandarte un lema como Cambiemos. ¿Cuáles considera que son los
máximos desafíos que enfrenta?
-A Cambiemos le dejaron una bomba de tiempo
con la mecha encendida.
De
haber ganado Scioli, ya estaríamos pisándole los talones a Venezuela, con
carencia de alimentos y hasta de papel higiénico, como allí ocurre, pese a que
usan hipócritamente la palabra “revolución”.
El
primer desafío que encontró el nuevo Gobierno es impedir que estalle la bomba.
No
fue posible lograrlo del todo, por eso cuesta despegar de forma clara y
potente.
Se debe atender
el enorme déficit fiscal, una cantidad bochornosa de ñoquis, la pobreza
gigante, los déficit en infraestructura.
Y
también mantenerse atento con el dolor social.
No
es fácil, por supuesto.
Al
menos se ha logrado ganar confianza en el mundo y ya es posible que empiecen a
llegar inversiones.
Las
necesitamos con urgencia para crear nuevos trabajos, producir viviendas dignas,
pagar mejor a los docentes, entre tantas tareas.
-¿Está conforme
con la gestión que ha llevado adelante hasta el momento? ¿Qué logro destacaría?
-
Desde hace un par de años, antes de la última elección, yo tenía el
presentimiento de que Macri ganaría la Presidencia.
Lo
que no imaginé es que ahora diría que es mejor gobernante de lo que esperaba.
Me
explico.
Macri
ignoraba, como todos los argentinos, la cruda verdad.
No
sabíamos cuán abajo nos dejaba la gestión kirchnerista.
Pero en vez de
comenzar a echar la culpa de forma ciega, se puso a resucitar los índices que
el kirchnerismo decapitó para ocultar sus fracasos.
Recién
entonces informó sobre nuestra complicada realidad.
Lo
hizo con dignidad republicana, no como un sanguinario verdugo.
Y
convocó a todos los sectores para contribuir al desarrollo argentino.
Ha
ganado la confianza internacional como pocos pudieron.
Gobierna
con serenidad, pese a los golpes bajos.
No
es el representante de los empresarios, tal como calumnian quienes lo odian.
Es un Presidente
que quiere pasar a la historia.
No
está enfermo por la codicia al dinero y el poder, como el matrimonio Kirchner.
No es un
resentido.
Ha
convocado a funcionarios bastante capaces en sus respectivas áreas.
No
son perfectos, porque ningún ser humano lo es.
Pero
les exige eficacia.
Una
eficacia que no puede brillar porque falta dinero, porque hay un déficit
mayúsculo.
Tampoco
permite la mínima sospecha de corrupción.
El caso de Gómez
Centurión fue muy ilustrativo:
Bastó
una pequeña duda para que ordenara ponerlo a un costado e iniciar la
investigación debida.
Hace
mucho que los argentinos estábamos deshabituados a tamaña conducta.
-¿Es optimista
con lo que nos depara el futuro a los argentinos? ¿Qué actitud propositiva
podemos aportar los ciudadanos?
-
Sí, soy optimista.
Pero
depende de la sociedad argentina.
Durante
muchas décadas nuestro país se auto saboteó.
En
todos los campos.
Para
que se produzca un vuelco de campana y de nuevo seamos la Argentina de la leche
y la miel (como le cantaba Rubén Darío), todas las fuerzas sociales, políticas,
culturales, judiciales, debe ponerse de acuerdo en que es necesario abandonar
el patológico egoísmo de las parcialidades y empujar en la dirección de un
progreso a largo plazo, genuino, racional.
Basta
de sólo exigir medidas de corto plazo.
-A pesar de que
hubo un incremento de pobres, que la inflación deterioró el poder adquisitivo o
que se tomaron medidas como el ajuste de tarifas, la opinión pública sigue
apoyando la figura del actual Presidente. ¿Cómo se debe leer esto?
-
Pese a la goebeliana propaganda del kirchnerismo, la sociedad argentina ha
comenzado a captar que se le regalaban espejitos de colores mientras se la
saqueaba por delante y por atrás.
En
gran medida comprende que el camino anterior llevaba a una inmoralidad sin precedentes
en toda nuestra historia.
Y
que esa inmoralidad no era sólo el enriquecimiento obsceno de los funcionarios,
sino la decadencia general, el incremento del delito, la anomia, el
narcotráfico.
Nada bueno podía
esperarse en convertirnos cada vez más en una copia grotesca de la pobre
Venezuela.
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