Por
José Benegas
La
agenda de división, manipulación, culpa y violencia del nuevo feminismo, lleva
a las mujeres distraídas a reconducir todas sus frustraciones hacia los varones
como un fantasma.
Es
un lavado de cerebro en el que la explicación conspirativa reemplaza a las
causas y a las responsabilidades, convirtiéndolas a ellas en un instrumento de
poder, en carne de cañón, y a los varones en objeto permanente de escarnio y en
ovejas.
Por
eso es bastante acercado el término feminazismo, claramente los nazis hacían
esto con los pequeños cerebritos a los que volcaban hacia el antisemitismo,
como un medio de explicar y canalizar su pequeñez y el cúmulo de sus
frustraciones.
Algo
que fue sencillo en un país postrado desde todo punto de vista.
En
todo esto las mujeres golpeadas y abusadas son un mero instrumento y sus
problemas pasan al quincuagésimo plano.
Está
lleno de abusos típicos masculinos a las mujeres y de abusos típicos de las
mujeres a los varones también, eso no permite a nadie con cerebro aplicarle a
cada hombre y a cada mujer, el conjunto de "culpas" ni típicas ni no
típicas..
Es
fácil inventar que hay una guerra, porque justamente los dos sexos
necesariamente se relacionan y necesariamente hay conflictos mientras se
intentan mutuamente establecer roles como en cualquier relación.
Pero
en este caso esto que se resuelve a nivel de cada vínculo, se lleva a una
guerra política colectiva para un proyecto revolucionario en danza con el fin
terminar con el capitalismo por la vía de la disolución y la
"ovejización", el disciplinamiento del individuo tras una moral
impuesta violentamente con los resortes del estado.
Donde
hay ovejas, hay pastores.
Ese
es el rol que quieren asumir.
Es
importante entender que los conflictos están porque EN PRIMER LUGAR hay interés
de un sexo por el otro.
Acá
se quieren poner en primer plano los conflictos que son un apéndice de la
relación de mutua necesidad.
Una
forma de caer en la trampa es reaccionar con el mismo tipo de colectivismo,
porque eso establece una pelea en los términos que esta gente perversa quiere,
que es una generalización y colectivización.
No
son las mujeres las que practican esta metodología, sino unas mujeres con sus
propios intereses, que intentan usar a todas las mujeres.
Es
el mismo proceso que llevaron a cabo respecto a la relación laboral, una
alianza indispensable entre gente que crea salarios porque inventa un negocio y
gente que no puede crear negocios pero tiene voluntad para trabajar.
Convirtieron
con la intervención estatal esa relación en una contienda permanente, llevando
a dogma que toda relación laboral es de abuso.
Tanto
fue el daño que hoy casi nadie puede ver el vínculo laboral en términos reales,
sino que lo hace a los ojos marxistas de una lucha de clases que nunca existió
como tal porque en primer lugar en el capitalismo no hay clases.
En
segundo lugar porque hablamos de las rispideces que surgen en algo que antes
que nada es de mutuo beneficio, no de bandos, sino de socios.
No
es casual que a ambas agendas la sostenga la misma gente, es que se trata de un
proyecto abusivo de poder en el que estas imbecilidades son instrumentos.
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