"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 29 de noviembre de 2016

Apocolocyntosis Divi Fideli - Parte IV

Envío de Oscar Fernando Larrosa/Facebook
Por Hadrian Bragation.

“Cuando recuperó la conciencia, el alma de Fidel hallábase en los campos:
Era su condena cosechar caña de azúcar hasta el fin de los tiempos, que nunca acaban, en un campo de trabajo, junto a Guevara.
¿Ves ahora por qué sangro?
La caña destroza mis manos, rompe mis rodillas, penetra mi piel como las lanzas.
Acostúmbrate; aquí aprenderás a sangrar.
Fidel lloró y protestó; jamás había ejercido profesión u oficio en su vida; nada sabía de cosechas y caña. 
Resignado, Guevara se vio obligado a ayudarlo…
Al cabo de unos cuantos años (en la eternidad el tiempo es más dilatado) ya podía cumplir con la recolección de la mitad de su cuota diaria, siempre entre lamentos y estertores.
Murió y resucitó varias veces (el alma también puede morir en la tristeza del trabajo forzado y monótono), pero no había dios a quien pedir clemencia ni revisión de su condena ni cese de su resurrección.

Guevara huía de él como de la peste, porque sangraba con profusión y cuando estaban juntos sus sangres se mezclaban y era, a la vez, cómico y patético verlos discutir en la inmundicia de la sangre y el estiércol y el deshecho de la caña por un sitio seco donde echarse a descansar antes de que los severos capataces retornaran para llamarlos de nuevo al trabajo.”


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