De
no creer
Enmudeció
Cristina
Carlos
M. Reymundo Roberts
Hace
años me lo dijo un médico que llegó a tratarla:
"A una
persona con la psiquis de Cristina le va a resultar imposible volver al
llano".
Hace
meses me lo dijo un senador peronista, que también la trató mucho:
"Dejaron
los dedos en todos lados. Está complicada".
Y
ahora me lo dice el sentido común:
Si el lunes se
quedó totalmente callada ante las preguntas del juez y los fiscales es que algo
no anda bien.
¡Se
quedó mudita la señora del micrófono, la de las cadenas!
La
abogada, la arquitecta, la maestrita; la que daba lecciones de química,
psicología, finanzas y cocina, todas áreas con las que estaba tan poco
familiarizada;
la
que daba cátedra en las Naciones Unidas sobre el funcionamiento del mundo;
la
que hacía bostezar al Papa después de hablar y hablar sin dejarle meter bocado.
Sí,
algo no anda bien.
Apoyados
en una sesuda investigación, Ercolini y los fiscales Pollicita y Mahiques
tenían preparadas unas cuantas preguntas.
Ella
tenía preparado el silencio.
Fue
un momento histórico.
Por
primera vez en sus 63 años, a Cristina no le salieron palabras.
Malísimos
los ratones: justo irse a comer esa lengua.
Bueno,
no tanto.
Recobró
el habla minutos después, cuando estuvo frente a los movileros.
Negarse
a responder en la indagatoria no es un homenaje a la Justicia, pero
responderles algunas cositas a los movileros es un homenaje a la libertad de
prensa.
Dijo
que no es socia de Lázaro Báez.
Por
supuesto.
Si Boudou
desconoció a Vandenbroele, que tenía la gentileza de pagarle las expensas de
su departamento en Puerto Madero, por qué
a ella la vinculan con ese tal Báez, que apenas alquilaba, sin usar, cientos de
habitaciones del Alto Calafate;
al
que apenas le habían entregado la administración de sus hoteles;
con
el que apenas se dividían en partes iguales, hasta mayo, la titularidad de un
campo;
con
el que apenas compartía decenas de negocios.
En su condición
de imputada, ella tenía derecho a mentir en su declaración.
Fue
otro momento histórico:
¡Cristina
se ajustó a derecho!
No hay que ser
un experto para llegar a la conclusión de que la señora tiene problemas con su
defensa, seguramente por no haber contratado abogados exitosos.
Eso
de que no era socia de Báez (puedo imaginarme la carcajada de Ercolini,
Pollicita y Mahiques) duró en pie diez minutos.
La
desmintieron los propios hijos de Báez.
Obvio.
Hay menos
evidencias de la existencia del Sol que de los lazos entre los Kirchner y su
leal amigo, que entre 2003 y 2014 tuvo, gracias a los más de 1000 millones de
dólares que le adjudicaron en obras públicas, un incremento patrimonial de
12.127%.
Superó
a Trump.
Lo
mismo en el caso de la falsificación de las firmas de Néstor en los libros
societarios de Hotesur.
La
defensa de la familia puso un perito calígrafo que laburó para la acusación:
Certificó que la
firma era trucha.
"¡Habiendo
tantos peritos -habrá protestado Cristina-, justo fuimos a contratar a uno que
es honesto!"
Evidentemente
el error no estuvo en la elección del perito, sino del que iba a imitar la
firma.
Los
que tuvieron acceso a los libros dicen que hizo un pésimo trabajo.
Me
pregunto:
¿es tan difícil
conseguir a un Martín Bossi de la birome?
La
teoría de que le encargaron la falsificación a Máximo y que llevó a cabo la
faena después de horas de batallar con la Play me parece descabellada.
Hay
que tomarse este tema muy en serio.
La
firma del escándalo no es de un oscuro contador.
Es la de Néstor, al que
ascendieron rápidamente a la categoría de prócer y mártir, y cuyo nombre
inscribieron en calles, plazas, centros culturales, represas y no sé cuántas
otras cosas.
Además
de la firma le magullaron la memoria, o lo que de ella quedaba por magullar.
Ya
sé que fue por necesidad, pero che, si tanto lo quieren y admiran, respétenlo
un poco.
No
vaya a ser que ahora empiece la moda de llamar Néstor a los chicos que truchan
la firma de sus padres en los boletines, a sótanos que esconden dólares, a
asociaciones ilícitas, a la panza de un dragón, a conventos en General
Rodríguez.
Hay más.
La
defensa de la familia Kirchner pidió retirar los registros de Hotesur que
estaban en custodia en Prefectura, y al tiempo los devolvió con tachaduras,
borrones y sobre escrituras.
¿Otro
homenaje?
Sí,
al Liquid Paper, usado profusamente.
Para
que se entienda:
Adulteraron
documentación que estaba como prueba en una causa judicial.
Me
dirán que es la misma gente que negó la inflación, el cepo y la pobreza.
Es
cierto, pero el relato parecía destinado a la gilada, no a un expediente.
Al
principio tuvieron suerte porque en ese momento el caso estaba en manos de
Rafecas, que desechó la denuncia de
adulteración después de apagar la luz de su despacho, ponerse una venda en los
ojos y decir que no veía nada raro.
Cristina
dice que es víctima de una feroz persecución política, de la que responsabiliza
a Macri (ayer volvió a bailar y, lo habrán visto, es todavía más grotesco que
ella).
¿Puede
ser que el Presidente, con los bolonquis que tiene, esté ocupándose de
empujarla a la cárcel?
No
lo creo.
Más
bien creo que la quiere afuera y parlanchina, como el lunes, que lo acusó de
terrorista.
Pero
si fuera cierto, que alguien le diga a Mauricio que no hace falta.
Que
si no aparecen intereses extraños, Cristina solita, sin ayuda, va derecho a su
segunda condena.
La
primera fue la de las urnas.
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