"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 22 de diciembre de 2016

LA PALABRA COMO EXPRESION DE LOS VALORES

El concepto de valor evolucionó a través de la historia en una dirección que va desde lo subjetivo a lo objetivo.
En la antigüedad el valor era lo estimable, y con dicho término se confundía lo individual y lo social , señalando que había un componente subjetivo que tenía más en cuenta algunas actitudes que otras, y que a las de mayor rango las estimaba, generando una actitud individual, que luego se hizo grupal y después social.
Se discutían valores que surgían de la conducta humana asociados a la moral, en especial el bien, la verdad, la belleza y también el mal por oposición a lo bueno.
Sócrates conformó una teoría filosófica que preanuncia los valores como categorización humana.
El comportamiento era la culminación de las ideas, que se reflejaban en los actos de los hombres, que en base a ellas realizaban su conducta.
Pero si bien la acción era el súmmum de la expresión de los valores, la palabra, aquello que el hombre expresa es el portavoz del valor.

La palabra representa la vida misma, el honor, el valor que tenemos como seres humanos.

La palabra da significado a la existencia, es la imagen del ser interior en su dinámica de diálogos consigo mismo, y como fundamento social es la interacción entre los seres humanos fundada en la comunicación que los mismos producen entre sí a través del signo más importante que es el habla.
Es por ello que significa una gran responsabilidad; lo que uno expresa sale del alma, desde lo profundo del corazón y quiere señalar aquello que se siente y piensa, los ideales y la proyección de la vida de acuerdo a la connotación que le da el sujeto.

Esa expresión se externaliza, se hace pública, y es puesta en circulación en el ámbito social como entendimiento del modo de vida, y de relación social que el hombre tiene para consigo y para sus semejantes.
De acuerdo a los valores a los que el ser adhiera, debe ser la palabra que expresa, como deber ineludible, porque ello será la forma que la sociedad conozca y entienda cual es su verdaderas dimensión, su ideología y su pensamiento.
Desgraciadamente en muchas oportunidades la palabra prostituye el pensamiento, ya que se expresa aquello que no se siente, o en sentido inverso no se siente lo que en verdad se expresa.

Es difícil conocer el interior del hombre, aún para expertos como psicólogos, científicos del comportamiento o personas que se dedican a bucear en lo íntimo del individuo.
Si en realidad uno expresa, la mayoría de las veces intencionalmente, lo que no siente, la palabra es hueca, carece de sentido y es vana y fútil, por lo que no puede tomarse en cuenta.
Pero si el ardid está bien armado, si no es posible saber a ciencia cierta, si la palabra expresa o no el concepto interior de quien la pronuncia, se habrá consumado la ruptura entre el significado y el significante.
Porque aquello que se expresa no es lo real ni lo verdadero del pensamiento que da contenido y valor a la expresión.

El contenido de la palabra se revela en la acción.
Si en realidad la palabra es verdadera, el comportamiento y la acción del hombre que la pronuncia estarán en concordancia con la expresión.
Si la palabra es bondadosa, solidaria, magnánima, pacífica, equilibrada y sensata y la conducta de quien la pronuncia va en relación directa y en concordancia con dichos contenidos, la palabra tendrá un valor superior, y expresará concretamente una valoración que se lleva con profunda convicción en el interior de la persona, y que trasluce a traves de su comportamiento en sus obras y su relación con los demás.

El verdadero valor de las palabras es por lo tanto la adecuación de las mismas a la conducta del hombre en relación con sus semejantes y a las acciones que realiza en su vida.

Elías D.Galati

No hay comentarios: