Armando
Ribas
"Hasta
tal punto son más fuertes los vicios del sistema, que la virtud de los que lo
practican".
Voy
a volver sobre un tema que me preocupa y que parece permanente.
Me
refiero a la confusión presente que existe respecto la determinación de los
factores que determinan la pobreza, la riqueza y la libertad.
Esa
confusión a mi juicio reside en la pretensión de que la libertad y la riqueza
dependen de la cultura y de la moral. Nada más falaz en la historia de esas
premisas, a partir de las cuales se deriva la práctica imposibilidad de
alcanzar la riqueza y la libertad en los
países subdesarrollados.
De
acuerdo al Diccionario de la Lengua Española la definición de cultura es la
siguiente: Cultura:
1)
Cultivo;
2)
Culto, homenaje reverente que se tributa a Dios y
3)
Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afirmarse por
medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre”.
Y
The American Heritage Dictionary of the English Language:
Cultura:
“El cultivo del suelo…Crianza de animales, o crecimiento de plantas;
Formación
social e intelectual; Creencia en las instituciones; Actividad intelectual y
artística;
La
totalidad de patrones de comportamientos trasmitidos socialmente”.
Creo
que ante estas definiciones nos encontramos en un mundo incierto en el que se
ignoran los factores que determinaron la libertad y la riqueza en el mundo por
primera vez en la historia hace tampoco como unos doscientos años.
Y
al respecto vale tomar en cuenta el reciente libro de William Bernstein: The
Birth of Plenty, en el cual señala que hasta el 1800 el mundo vivía como vivía
Jesucristo-
El
primer país que comenzó el proceso de libertad y de creación de riqueza fue
Inglaterra.
País
que en el cual en la época de los Tudor y años después era uno de los más
pobres de Europa.
Y
como dice David Hume en su Historia de Inglaterra: “Los ingleses en aquella
época estaban tan totalmente sometidos, que como los esclavos del Este, estaban
inclinados a admirar aquellos actos de violencia y tiranía que eran ejercidos
sobre ellos mismos y a sus propias expensas”.
Y
sigue al respecto: “Tal estado de la nación estaba muy poco avanzado más allá
del estado de naturaleza. La violencia prevalecía. La pretendida libertad del
tiempo era solo la incapacidad para dejar de someterse al gobierno”.
Ante
esa realidad prevaleciente era difícil prever un primer encuentro con la
civilización, y tal fue lo que comenzó en Inglaterra con la Glorious Revolution
de 1688, bajo la dirección fundamental de las ideas de John Locke, quien hasta
ese entonces no podía vivir en Inglaterra pues se había declarado a favor de la
libertad, la necesidad de limitación del poder político, y el respeto por los
derechos de propiedad.
Fue
en Inglaterra donde se produjo inicialmente la llamada revolución industrial a
la cual Weber consideró el resultado del protestantismo.
Y
entonces queda la pregunta:
¿Por
qué no fue en Alemania, la tierra de Lutero donde se produjo el desenlace de la
libertad?
Desde
otro punto de vista debemos recordar que el Anglicanismo es Catolicismo sin el
Papa y con el monarca de Inglaterra.
Por
ello en Inglaterra no había libertad religiosa que ha sido un principio
fundamental de la libertad en el mundo y
que está predicho en el cristianismo:
“Dar
al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.
En
Inglaterra exitía The Court of the High Commission, que cuplía las funciones de
la Inquisición en Roma.
Y
así lo reconoció Locke cuando dijo en su Carta Sobre La Tolerancia:
“¿Quién
puede ir al cielo con una religión en la que no cree?
Y Adam Smith escribió: “Habrá libertad
religiosa donde haya multiplicidad de sectas”.
Fue
precisamente en razón de que no había libertad en Inglaterra que los pilgrims
emigraron a Estados Unidos.
Y
eran multiplicidad de sectas.
Pero
igualmente cuando llegaron pusieron la propiedad en común y consiguientemente
se morían de hambre.
Fue
entonces en Estados Unidos donde se llevó a cabo el desarrollo de la libertad y
consiguientemente de la creación de riqueza, a través del sistema creado por
los Founding Fathers, The Rule of Law.
Pero
igualmente al respecto debemos tener en cuenta la dificultad que tuvieron para
lograrlo, tal como lo describe Cathering Drinker Bowen en su The Miracle of
Philadelphia.
Por
ello Adams dijo:
“Le tengo más
miedo a las posibilidades de gobernarnos nosotros mismos, que a todas las
flotas extranjeras del mundo”.
Y
ese sistema se basó fundamentalmente en el reconocimiento de la naturaleza
humana, tal como lo había previsto David Hume cuando escribió:
“Es
imposible corregir algo material en nuestra naturaleza.
Lo
más que podemos hacer es cambiar nuestras circunstancias y situación”.
Y
siguiendo esa sabiduría James Madison escribió en El Federalista:
“Si
los hombres fueran ángeles no sería necesario el gobierno.
Si
los ángeles fueran a gobernar a los hombres, no serían necesarios ni internos
ni externos controles sobre los gobiernos.
Al
formar un gobierno que va a ser administrado por hombres sobre hombres la gran
dificultad yace en esto:
Se
debe primero capacitar al gobierno para controlar a los gobernados;
y
en segundo lugar obligarlo a controlarse a sí mismo”.
Estos
principios fueron aplicados en la Constitución de 1787 y se desarrolló el
sistema que le permitió a Estados Unidos en cien años ser la primera economía
mundial.
Estos
principios, pues, no partieron de la cultura anglosajona y por tanto son
aplicables al mundo entero.
Fue así que a
partir de la Constitución de 1853-60 que la Argentina se convirtió en el
segundo país del mundo en aplicar el sistema que permitió la libertad y la
creación de riqueza por primera vez en la historia.
Por
ello dio un salto cósmico y pasó a ser de uno de los países más pobres del
continente en la sexta economía mundial a principios del siglo XX.
Lo
expuesto anteriormente es la prueba contundente que no ha sido la cultura la
determinante de la libertad sino la aceptación de los principios que la
determinan.
Y
ello en Argentina se debió a la llamada generación del ‘37 formada por Alberdi,
Sarmiento, Mitre y Urquiza.
Y fue la unión
de las ideas y la acción las que determinaron ese proceso.
Y
no olvidemos que de no haber sido por Urquiza que aceptó las ideas de Alberdi y
pactó con Mitre en el acuerdo de San Nicolás de los Arroyos, la Argentina no
existiría.
Y
lamentablemente esa disposición le costó la vida.
Pero
por favor aprendamos de la historia y reconozcamos los principios que le
permitirán a la Argentina volver a ser.
Al
respecto recordemos dos preceptos de Alberdi hoy presentes:
“Hasta
aquí el peor enemigo de la riqueza del país es la riqueza del fisco”.
Y
“La propiedad, la vida, el honor son bienes nominales cuando la justicia es
mala”
Es
decir no la cultura sino la civilización”.
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