Malú
Kikuchi
Procesar:
decisión preliminar de Derecho Procesal Penal, por la que un juez de
investigación considere que existen serias sospechas acreditadas por semiplena
prueba, para iniciar un juicio contra una persona imputada de uno o más
delitos.
Si
el procesamiento queda firme, se pasa a juicio.
Al
parecer la definición es clara y fácil de comprender.
Lo
que no queda claro ni es fácil de comprender, es el por qué una vez procesada
una persona, en este caso personajes políticos importantes, nunca llegan a juicio.
Es
raro.
Daría
la sensación que los jueces esperan el resultado de las elecciones.
Con
el resultado de las elecciones a la vista, pareciera que les sería más fácil
llevar a juicio a los múltiples procesados del gobierno anterior.
Porque
además de conocer la situación política del país, siempre, como en los tiempos
de la colonia, acá, a los políticos se les aplica un juicio de residencia.
A los jueces les
resulta más cómodo juzgar a los funcionarios que ya no están en el poder.
En
España, durante la colonia, se juzgaba al virrey cuando volvía a la madre patria, mediante cartas y
testigos y muchos virreyes fueron presos.
Las
comunicaciones eran lentas y tardaban meses.
Hoy
existen las computadoras, que por más que se borre lo escrito, siempre se lo
puede recuperar de alguna nube.
Se
puede averiguar quién, cuándo y desde donde se habló con alguien.
Se comprueban
las mentirosas declaraciones juradas, los domicilios falsos, la impudicia en el
lavado.
Impudicia
debida a la impunidad que creían comprada a fuerza de “carpetazos”, presiones y
amenazas.
Contaban
con Gils Carbó a cargo del ministerio público, manejando a los fiscales (no a
todos) para que no investigaran, para que archivaran las denuncias y
olvidaran las pruebas.
Pero
los K se fueron y asumió el gobierno de Cambiemos.
Los
fiscales desempolvaron denuncias y algunos jueces procesaron.
Hasta
ahí llegó el poder judicial.
Lamentablemente,
sería impropio hablar de Justicia.
Y
las tapas de los diarios se llenan de títulos que cuentan que “se procesó a…”
El gabinete de
Cris y ella, acumulan hasta hoy, 745 denuncias.
CFK,
3 procesamientos, otros en camino y 298 denuncias.
Julio
De Vido, 3 procesamientos, 2 en camino, 92 denuncias.
El
juez Rodriguez no pide que le saquen los fueros.
El
congreso parece ser el aguantadero de los K.
Procesados:
Jorge
Capitanich, ex jefe de gabinete;
Juan
Manuel Abal Medina, ex jefe de gabinete;
Aníbal
Fernández, ex jefe de gabinete y ex todo;
Gabriel
Mariotto, ex vice gobernador de la Provincia de Buenos Aires;
Ricardo
Jaime, ex secretario de transporte;
Pablo
Paladini, ex FPT.
Siguen
los nombres.
Procesados: Felisa Miceli, ex ministra de economía;
José
Granero, ex SEDRONAR;
Romina
Picolotti, ex secretaria de ambiente;
Guillermo
Moreno, ex secretario de comercio interior;
José
F. López, ex secretario de obras públicas, hoy en la cárcel sin juicio.
Amado
Boudou, ex vicepresidente de la nación (fue juzgado por el auto con papeles
truchos).
Tiene
2 procesos más, y en cuanto al auto, fue juzgado en lo civil, ahora pasará al
fuero penal.
Hay
más procesados, paso posterior a
“imputados” y previo a “juzgados”.
Lo que no llega
nunca es el juico.
Y
sin juicio oral y público, para que sea transparente y la gente se entere, el
hecho de procesar a los acusados es simplemente un trámite para que los
ciudadanos sientan que el poder judicial despertó de su larga siesta
kirchnerista y está haciendo algo para justificar sus generosos salarios.
Pero
sin juicio, todo el proceso es
injusto.
Si
los procesados son inocentes (difícil, aunque el comentario es prejuicioso), es
terrible que no sean rápidamente absueltos, y si son culpables es una
aberración judicial que no sean condenados y estén donde deben estar: en la cárcel.
Se
sabe que las narices mejor pagadas del mundo son las de los perfumistas.
Parece
que le siguen las del poder judicial, por lo menos en Argentina.
Para
obtener Justicia, habrá que esperar el resultado de las elecciones de octubre.
¡Qué
triste!
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