"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 16 de septiembre de 2017

Cuento para mi nieta (junio/2003)

Muchos son los corazones que se alegran con  el nacimiento de un  niño
En primer lugar el corazón de la mamá, el de su papá, el de los abuelos, tíos y amigos de la familia.
Siempre que existe el “amor”... se nos alegra el corazón y esa alegría se manifiesta de diferentes maneras en cada uno de nosotros.
Y el bebé recién nacido va percibiendo y recibiendo ese amor que sienten sus papás, abuelos y tíos y va respondiendo de a poquito al amor “recibido”
¿Cómo?
Con sonrisas y sonidos (porque no saben hablar)

Estos sonidos se asemejan al ronronear de los gatos cuando alguien los acaricia.
Los gatos no aprenden nunca a hablar, por eso lo único que pueden hacer “es ronronear” para demostrar su alegría cuando alguien los acaricia.

¿Jugamos a la geisha?

Había una vez una abuela muy, muy alta que tenía una nietita pequeñita (2 años), a quién quería mucho, mucho, mucho.
La abuela acariciaba de diferentes formas a esta nietita.
La llevaba en brazos, cuando la nietita se cansaba de caminar.
La llevaba a pasear en el auto que tenía.
La llevaba a comprar golosinas, juguetes, comida al súper mercado.
La llevaba a jugar a la plaza y la abuela recibía risitas por parte de su nieta hasta que un día, la abuela recordó algo que hacen las geishas.

“Geisha”: mujer japonesa instruida para causar placer a la persona que ella ama.
 Y una de las caricias que imparten las geishas es caminar por la espalda de la persona que aman.

Un día la abuela del cuento se encontraba un poquito agotada de las funciones que había desarrollado durante el día y su nietita estaba de visita en su casa.
Como su nieta era pequeña, quería jugar y como la abuela estaba agotada... 
Recordó que las geishas caminan por la espalda de quién aman, como una especie de masaje de relajación de la persona agotada.
Entonces le relató a su nietita la historia de las geishas y le preguntó si quería jugar a ser una de ellas...
Y Vos aceptaste.
...
Ambas fuimos felices...
Vos lo tomaba como un juego  y yo recibía el más cariñoso masaje.

Y pasaron los años... 
Y "creciste" 
Ya no puedes caminar sobre mis espaldas.
Pero llevo  grabado (desde los talones hasta el cuello) y músculos de mi cuerpo el caminar de tus pequeños piececitos y las risas que te provocaba tambaleos al jugar a la geisha...
¿Lo recuerdas?

Es algo que aún hoy y por siempre, me colmó y colmará de felicidad y esa felicidad me la brindaste Vos  amada nieta Jade.

Ruego a Dios te permita durante toda tu vida, continuar recibiendo y dando tanto amor como el que me brindaste desde tan pequeña.

Te quiero mucho
Abuela


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