Un cuento de Gioconda Belli
-Ah!-exclamó Odaer- a veces a mí también me gustaría ser
como tú, ser feliz con que las cosas sean como son, pero no puedo.
No podré descansar hasta que no pueda diseñar algo que sea
tan bello como un pájaro o una flor.
-No veo porqué te atormentas tanto-le dijo el Perro.
-A nadie parece importarle que no exista eso que tú quieres
diseñar.
Quédate tranquilo, vive tu vida, no molestes a nadie y nadie
te molestará.
-Pero yo tengo un sueño que puede traer más belleza y
armonía al mundo-dijo Odaer-
Si renuncio a él sólo porque hay quienes no me comprenden y
se burlan de mí, tendría que dejar de creer en la belleza y en la importancia
de perseguir los sueños hasta el final.
-Yo no tengo sueños de hacer nada. Para mí la vida es
tenderme en la grama, dormir, comer y pasear con quién me quiera llevar.
-Tu vida es muy sencilla-dijo Odaer-porque nunca te has
sentido responsable por nada.
-Si alguien ataca a mi dueño, lo defiendo. Me siento
responsable de eso-replicó el Perro.
-Ya ves, para mí la vida no consiste solo en defenderse.
Me siento responsable por hacerla más bella para los demás.
Me gustaría pensar que muchas plantas, animales y seres
humanos disfrutarán con la belleza de mis diseños...si es que algún día logro
lo que quiero.
-Lo lograrás-dijo el Perro, levantándose sobre sus cuatro
patas, ya aburrido de tanta conversación y con deseos de estirar las piernas.
-¿Por qué lo dices?-preguntó Odaer.
-Porque a mí me sucede.
Si sueño con un hueso cuando duermo y lo sigo soñando despierto,
generalmente lo encuentro…
Y con esto, el Perro se fue saltando alegremente por la
pradera.
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