Por Corina Rios
Por
pertenecer a esa clase “orgullosa” que descendemos de los barcos (Maria Luisa
Bemberg dixit), mis abuelos paternos: Francisco Ríos y Manuela Rodríguez (gallegos de Monforte de Lemos – LUGO/España) arribaron en 1914.
Por entonces
Argentina figuraba 4ª en el concierto mundial de naciones.
Canadá y
Australia eran colonias británicas.
Bernardino
Rivadavia, ya había sido el “inventor” de la “deuda externa”
En 1824,
siendo Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un
préstamo a la Baring Brothers (Inglaterra) por un millón de libras esterlinas.
Este
préstamo fue impuesto como parte de la estrategia geopolítica de dominación de
Gran Bretaña, para condicionarnos económicamente e impedir nuestro crecimiento
como Nación independiente.
Respondió
más a las necesidades inglesas de asegurarse la subordinación colonial que a
necesidades locales.
El argumento
para pedir el préstamo fue el supuesto propósito de construir un puerto, fundar
ciudades y dar aguas corrientes a Bs.As. (Nada de eso se hizo finalmente).
Al momento
de aprobar el pedido del empréstito, alguien preguntó:
- ¿Pero cómo
vamos a devolver un millón de libras esterlinas?
- Muy fácil
-le contestaron- con las rentas de aduana, que son trescientas mil libras
esterlinas por año; en tres años devolvemos el millón de libras esterlinas.
- Pues
entonces -replicó- esperemos tres años y construimos las obras sin pedir ningún
empréstito...
Ante tal
argumento, la sesión quedó en silencio, a punto de rechazar la propuesta, pero
apareció el fatal argumento:
- Si entra
un millón de libras esterlinas, se reactiva toda la economía –
Y el pedido
fue aprobado…
(Es el mismo argumento que seguimos
escuchando para endeudarnos indefinidamente)
Con algunas
honrosas excepciones y resistencias, se aprobó el pedido y se autorizó a un “consorcio”
(Guillermo y Juan Parish Roberston, Braulio costa, Miguel Siglos y J. Pablo
Sáenz Valiente) para negociarlo en
Londres al 70 % de su valor.
La estafa
era tan evidente que el principal banquero inglés (Nathan Rostschild) se
abstuvo de participar, y finalmente se negoció con la casa Baring.
El país se comprometió por una deuda
de 1.000.000 de Libras al 6 % de interés anual garantizada con rentas y hasta
con tierra pública.
Del millón
de Libras se descontó la comisión del “consorcio” (120.000), intereses y
“servicios” adelantados, quedando en definitiva un saldo de 560.000 Libras, que
debía recibir Bs.As., por el 1.000.000 que se endeudaba.
Cuando el
gobierno reclama el envío del dinero, Baring remite 2.000 en monedas de oro,
62.000 en letras de cambio (papelitos) y propone por “prudencia de mandar
dinero a tanta distancia”, dejar depositado en su banco los 500.000 restantes,
pagando 3 % de interés anual. (Un negocio redondo. Pedir dinero, al 6 % y prestarlo
al 3 % “al mismo prestamista”)
Ni se
construyó el puerto ni se puso un solo caño en Bs.As.
Se pagó
catorce veces la deuda, hasta cancelarla en 1.904.
Continuará
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