"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 4 de febrero de 2019

La verdad DESNUDA - VI Bis


Varios días después vinieron las excusaciones de Petracchi con el pretexto de ser titular de un plazo fijo.
Al mismo tiempo, Fayt era recusado porque estaba en esa misma situación respecto de otro depósito, pero demostró que el deudor era una entidad oficial (situación igual a la de Petracchi), por lo cual no correspondía su apartamiento.
También a mi intentaron recusarme violando mi secreto bancario (por lo cual inicie una causa penal en el juzgado federal de turno).
La recusación era una abogada a quien yo no conocía, de apellidos Iribarren, que luego me informaron había sido encomendada de la SIDE a tales fines.
La recusación fue rechazada por la Corte ya que pude demostrar que no tenía ningún plazo fijo en dólares a mi titularidad.

Para ello, debí hacer el informe de rigor ante mis colegas y probé que los plazos fijos que se me atribuían eran, en un caso, de mi suegra, y en otro, de la fundación que lleva el nombre de mi querida primera esposa fallecida, creada en su memoria para ayudar al funcionamiento de la sala de Emergencias Médicas del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Ezeiza.
Es decir que no existía ningún interés personal de mi parte.
Sin prejuicio de ello inicié una querella contra la denunciante y contra el banco por violación del secreto bancario que, como de costumbre, no prosperó.

Hay un detalle que no debe escaparle al lector.
Luego de reiniciado el acuerdo tras el famoso cuarto intermedio,Duhalde llamó al presidente de la Corte. 
A pesar de que existe una norma estricta que prohíbe a cualquier persona ingresar a la sala de acuerdos, el ordenanza hizo una excepción y entró para comunicarle a Nazareno que el Presidente de la Nación quería hablarle.
Casi todos lo acompañamos hasta su despacho y asistimos a la conversación mediante el sistema de manos libres del teléfono.

Duhalde pidió a la Corte que el fallo no saliera porque según su criterio perjudicaría al país y a la economía.
Nazareno le comunicó que la decisión estaba tomada y el fallo estaba firmado, y le ratifico que no se podía hacer otra cosa frente a la situación que vivía el país que reafirmar la vigencia del derecho de propiedad, ya que no había un remedio mayor para los males por los que estábamos atravesando.
A su vez, Soria llamó a Moliné O’Connor con el mismo pedido.
Y Vanossi hizo lo mismo con distintos jueces, a la vez que hacia declaraciones en todos los medios diciendo que, en la emergencia, la Corte, en antiguas composiciones que yo no había integrado, siempre había convalidado medidas como las que se habían tomado contra los depósitos.
Lo cual era lamentablemente cierto.

Pero con la composición de la mayoría de los ministros que por entonces integrábamos en el tribual, preferíamos afrontar todas las diatribas, todos los ataques, todos los juicios políticos que vinieran, antes que violar la Constitución Nacional, y como señala su artículo 29, antes que “otorgar sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esa naturaleza llevan consigo una nulidad insalvable, y sujetarán a los que formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores de la Patria” (sic). 
De eso justamente se trataba lo que estaba sucediendo.

Pero veamos cual era realmente el peso y el sentido de la causa “Smith”.

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