“Es sorprendente
ver a millones de hombres, miserablemente esclavizados y sometidos a un yugo
deplorable, no porque estén obligados por una fuerza mayor sino porque están
fascinados y, por así decirlo, hechizados sólo por uno, al que no deberían
temer, ya que él está solo, ni querer, ya que es con ellos inhumano y cruel”. Etienne de La
Boétie
El
futuro está recibiendo una enorme colaboración de las huestes kirchneristas en
estos días cruciales:
Pablo
Biró (Aerolíneas), Sergio Palazzo (Bancarios), José Fantini (Carne), Juan
Grabois (CTEP), Hugo Moyano, Guillermo Moreno, Dady Brieva, Santiago Cúneo,
Luis D’Elía, Axel Kiciloff, Eugenio Zaffaroni y hasta Alberto Fernández (que recula en chancletas para
contradecir sus críticas tan recientes a su propia jefa espiritual o intentar
justificar su apoyo a Nicolás Maduro y Luiz Inácio Lula da Silva) espantan
a los indecisos…
De
todas maneras, resulta inexplicable que, pese a la enorme corrupción probada en
los Tribunales, aún haya muchos de éstos.
La
hermana Martha Pelloni, que tanto prestigio ganó cuando luchó con coraje para
aclarar el crimen de María Soledad Morales, denunció que La Cámpora es la dueña del narcotráfico.
Tratándose
del mayor negocio del país, siempre supuse que los Kirchner, tan avaros, jamás
lo cederían a “La Morsa”, y que éste sólo era el gerente.
Ahora,
evidentemente, lo ha recibido en herencia Máximo, el gran hijo, y estos dichos
de alguien tan prestigioso, puede producir el mismo efecto que llevó a tantos a
rechazar a Aníbal Fernández en 2015.
Dentro
de menos de un mes, los argentinos deberemos votar en las PASO y, pese a que en
ellas nada será decidido, pueden
transformarse en la tumba de la Argentina.
La
confirmación de ese aserto no puede ser más sencilla:
Si
el Frente para Todos obtuviera entonces un porcentaje sensiblemente mayor de
votos que Juntos por el Cambio, la sociedad y los mercados entrarán en pánico y
todos los indicadores económicos (dólar, inflación, riesgo-país, consumo, etc.)
estallarán…
Así,
las chances que tenemos de sobrevivir habrán desaparecido pues el bolsillo de
los electores sufrirá un deterioro irreversible antes de octubre.
Y
todo esa catástrofe es altamente probable ya que basta recordar que, en 2015,
Cambiemos obtuvo en esas PASO dos millones de votos menos que en la primera
vuelta electoral.
En
un escenario menos complicado que el actual, porque el kirchnerismo se había
ocupado muy exitosamente de maquillar la crisis que dejaba, sólo por un
escasísimo 1,5% evitamos caer en manos de Daniel Scioli y Carlos Zannini.
Es
por eso que, en la medida en que Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert
no han oído el ruego de renunciar a sus respectivas candidaturas presidenciales
(manteniendo sí las de sus candidatos a legisladores) pese a saber que sólo
serán testimoniales, y morderán algunos votos al oficialismo, esta apelación a
la racionalidad adquiere aún mayor gravedad y urgencia:
Es
imprescindible que todos, todos, vayamos el 11 de agosto a votar.
Para
quienes nos sentimos obligados con la democracia y pretendemos que ésta luzca
transparente y libre de impurezas, existe un deber mayor:
Fiscalizar
estas elecciones.
No
se trata sólo de cuidar el voto de nuestro propio partido sino, inclusive, el
de aquéllos otros que carecen de la estructura necesaria para cubrir todas las
mesas, para evitar las mañas que tanto daño han hecho en el pasado y que
todavía continúan haciéndolo en los feudos medievales de Formosa, Santiago del
Estero y Tucumán.
Si
no lo hacemos, mañana será tarde para lágrimas.
Creo
que, por todo eso, resulta imprescindible leer un artículo de Ian Sielecki
titulado “El dilema de la Argentina: cruzar o no el Rubicón hacia el siglo XXI”),
ya que plantea con toda claridad cuáles son las opciones a las que nos
enfrentamos.
En
otro orden de cosas, y no es un tema menor, el Gobierno incluirá a Hezbollah en
la lista de organizaciones terroristas, con todo lo que esto implica.
Era
hora, ya que esa milicia chiíta pro-iraní se adjudicó en su momento los
atentados contra la Embajada de Israel y la sede de la AMIA, que tantos muertos
argentinos costaron hace ya veinticinco años.
Hoy Hezbollah
está presente en Venezuela, por la fuerte alianza del asesino Nicolás Maduro
con el régimen de los ayatollahs que hoy tiene en vilo al mundo, y en la Triple
Frontera, donde participa activamente en el contrabando de armas y narcóticos,
en abierta complicidad con los sanguinarios delincuentes brasileños del
Primeiro Comando Capital y del Comando Vermelho.
Será
curioso, seguramente, observar la reacción del kirchnerismo cuando se publique
en el Boletín Oficial, ya que mantiene hoy la misma actitud con Venezuela que
tuvo cuando ejercía el poder y se alineaba firmemente con Irán, país al cual
intentó –ignoro si lo consiguió- vender material nuclear por mediación del
cómplice Hugo Chávez, con Rusia y con Cuba (¿algo que ver con las presuntas
dolencias de Florencia Kirchner y los reiterados viajes de su madre a la
isla?).
Finalmente,
para los desilusionados con la gestión actual, entre los que me incluyo, una
sola pregunta:
¿Creen,
realmente, que podrán estar mejor con los ladrones de la fórmula Fernández² que
con los chambones actuales?
Bs.As.,
13 Jul 19
Enrique
Guillermo Avogadro
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