En
la Argentina la política “líquida” lleva a un proceso electoral impredecible,
que podría defraudar todas las previsiones.
Hasta
las PASO hay política de rosca.
Después manda la
urna, incontrolable.
Ignacio
Zuleta
El
destilado de información sobre roscas y martingalas electorales que se filtra
desde los comandos de campaña se convirtió en el producto más usado en la
campaña para las PASO:
Supera el de las
encuestas, cuyos resultados nadie puede convalidar, por la pequeñez de la
muestra y de los territorios que abarcan.
Pero
hay respetar la fe ajena, la religiosa o la fe en las encuestas, que
empalidecen ante el protagonismo de otros procedimientos de sondeos como los
que hacen algunas organizaciones sobre los big data.
Los mismos que
vienen de costar a Facebook una multa de USD 5.000 millones, por darle esa
oportunidad a los Cambridge Analytics, que los usaron en la campaña
Trump-Hillary.
A
propósito, Elisa Carrió reflotó la advertencia que le hizo Estados Unidos a
funcionarios argentinos sobre una intervención de los rusos en esta campaña,
algo que adelantó este diario hace dos meses.
Fue
cuando visitó el país el gurú ideológico de Vladimir Putin, traído por el
peronismo y escuchado por la Iglesia, en la figura del presidente de la
Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Ojea, quien lo recibió y lo escuchó en
serio
(Temen
intromisión rusa en las elecciones -, Clarín del 12 de mayo pasado).
Las
PASO son una oportunidad electoral de rosca y los protagonistas tienen que
agotar los recursos para dar a entender que de alguna manera dominan el voto
popular.
Una
pretensión ilusoria en un mapa cuyas orillas nadie puede dibujar.
El
estratego británico del Brexit Dominic Cummings, le dice a Craig Oliver, vocero
de David Cameron, horas antes de derrotarlo en el referéndum:
"Hay
una nueva política en la ciudad. Y a esa no la podés controlar" ("There is a new politics in town. One that you cannot
control").
Lo
registra el docudrama de HBO “Brexit: The Uncivil War” (2019).
Provee
el mejor retrato de la política líquida, la que nadie puede dominar (ver ese
telefilme, de paso, equivale a un seminario de la nueva política).
Esa
mirada ilustra también el proceso que vive la Argentina, cuyo estado líquido
nadie puede controlar ni predecir, y eso que las elecciones se hacen en una
jaula institucional de voto obligatorio y ultra regulada en materia de fondos,
publicidad, encuestas, etc.
Pese a eso, la
voluntad de los votantes estará fuera de control después de esa experiencia de
rosca que son las PASO.
Después,
para la primera y segunda vuelta, todo quedará entregado a la voluntad libre,
líquida e incontrolable de los votantes, que volverán a defraudar todas las
previsiones. Habrán retomado el control frente a sus dirigentes.
Que
Macri se encargue de los gorilas; Pichetto de los peronistas republicanos.
Tampoco
ayuda mucho a entender este proceso la sobre oferta explicativa en los medios,
que derraman interpretaciones de baquianos barnizadas de ciencia política,
midiendo polarizaciones y terceras vías, como si fuera posible ignorar la
estrategia de los principales protagonistas:
El
gobierno y el peronismo.
Los dos son
víctimas de la dialéctica negativa, que avanza en estrategias dedicadas a
descalificar al adversario.
Unos
y otros se reprochan lo malo que son y han sido, y no tienen argumentos para
predicar sobre lo que unos y otros proponen.
Esto
limita los efectos de las campañas, que concentran mensajes de ataque al otro
por lo que es y no sobre lo que hace o propone.
Una
vía desgraciada para las dos partes, porque
el público espera que alguien diga algo acerca del futuro, sobre cuya
confianza descansa la voluntad del voto.
Quien
ataca es débil, tanto como el atacado…
No es fácil
defenderse si te reprochan lo que sos y no lo que hacés.
Ante
esa clausura del debate, hay que mirar la estrategias de fondo.
El peronismo de
la fórmula F&F alza la bandera del bloqueo como programa.
El
gobierno busca recomponer el Partido del Ballotage que lo hizo ganar en 2015.
En
aquel año la estrategia era contener el voto no peronista.
Este año es
representar al voto no peronista y al peronismo no cristinista, lo que
reza en las pancartas del pichettismo como "peronismo republicano”.
En
la táctica se traduce con grosería en esta consigna:
Que
Macri se encargue de los gorilas, que no tienen adonde ir, y que Pichetto se
ocupe de los peronistas no K, que hacen cola en cada sede que visita.
Esto
provee el formato de las apariciones que hace junto a Macri, en
las que no mezclan las tribus.
Ocurrió
en Parque Norte, adonde el candidato a vice tuvo agenda propia, con peronistas
que atravesaron los portones de ese predio sin invitación, y se llevaron fotos
y mensajes de campaña.
El
viernes en Córdoba ocurrió lo mismo…
En
la Capital, en la tarde de ese día;
también
el sábado en La Plata, adonde aparecieron juntos pero después el vice se fue a
un acto con municipales de esa ciudad: un sindicato fuerte y que maneja la
poderosa confederación de municipales de la provincia.
El
formato se repite este lunes en Mendoza, adonde Macri hace actos de gestión en
San Rafael, y su vice hace peronismo republicano en la capital provincial. Después
de juntan para un acto de campaña con el local Alfredo Cornejo.
Los peronistas
no K, los personajes en busca de autor.
La
incursión de Mauricio Macri en Córdoba fue, el viernes, la primera de las tres
que tiene previstas hacer antes de las PASO, al territorio central de la
batalla para retener el poder en octubre.
Este
distrito fue en 2015 el que lo hizo presidente, porque su programa es
compartido por buena parte del mismo electorado que respalda al gobernador Juan
Schiaretti, en el segundo distrito en cantidad de votos del país.
Como
el gobernador ya se había ido de viaje, no hubo foto.
Sí
la hubo con Alberto Fernández, a quien recibió el miércoles, horas antes de
ordenar la emisión de mensajes de campaña, que pide el voto a sus diputados,
pero prescinde de apoyar a ningún postulante a la presidencia.
El
énfasis del “Gringo” en recordar que juega con boleta corta, se explica porque
el candidato del Instituto Patria hace gestos para capturar el apoyo de los
gobernadores de su partido, que hasta
este año tuvieron como síndico ante el gobierno nacional a Pichetto,
hoy candidato a vicepresidente del oficialismo.
Schiaretti
es el jefe informal del peronismo del interior, al que condujo desde 2015 en
las negociaciones de presupuestos y consensos fiscales, que les han mejorado
las finanzas, dejándolos con superávit en sus cuentas.
La mitad de los
mandatarios ya reelegidos, y alguno pendiente, van a las elecciones de octubre
con boleta corta.
Expresan,
con Schiaretti a la cabeza, una de las pujas más viejas dentro del peronismo:
El peronismo del
interior contra el de Buenos Aires, ayer representado por Eduardo Duhalde
(1999) y Daniel Scioli (2015), y hoy por Cristina de Kirchner.
Por
eso Pichetto volverá solo a esa provincia el próximo fin de semana, para
inaugurar un local del "Peronismo republicano".
Ha tenido que
habilitar ventanillas auxiliares para atender a los peronistas, que hacen cola
para ofrecerle apoyo.
Se
ocultan los nombres, pero hay legisladores, sindicalistas, ex gobernadores, ex
ministros del peronismo, que piden turno para una oportunidad, que el peronismo
formal no les dio en quince años de entente duhaldo-kirchnerista.
Es un fenómeno
al que hay que atender, y que no tiene hoy cronistas, porque es una historia
que no estaba en las previsiones de nadie, por
la originalidad de la salida que significa la fórmula Macri-Pichetto.
Personajes
en busca de autor, estos peronistas que piden turno en el Senado, en las
ciudades del interior que visita la fórmula y, de manera más discreta, en las
nuevas oficinas del senador en el barrio de la Recoleta, lejos de las
vidrieras.
Estos
peronistas ven que este Gorbachov criollo
que viene a ser Pichetto,
puede abrir puertas que se les cerraron con la hegemonía del peronismo bonaerense.
Mijaíl Gorbachov
fue el último presidente del comunismo soviético, el que cerró la puerta de la
URSS, tiró la llave y abrió una nueva era.
Esta
nueva época que abre el rionegrino, sueñan estos peronistas, no viene del PJ
que es cautivo del Instituto Patria, sino de este armado oficialista.
Lo
han estudiado a Macri y entienden que está más cerca de promover una sucesión
de nueva generación que dejársela al Pro que hoy ronca fuerte en su mesa chica.
El
Pro ha dado todo lo que pudo pero no armó mucho fuera del área metropolitana,
ni aun en distritos que tenía regalados.
Por
eso muchos repiten la frase de moda: "Me queda pendiente una charla con
Horacio".
Saben
que el proyecto presidencial de Rodríguez Larreta seguirá después de diciembre,
gane o pierda Cambiemos.
También
que, cualquiera sea el resultado, su rumbo se va a parecer más a un entente
peronista-radical que a otra cosa, con menos Pro que ahora.
Secretos:
Cómo explica Cristina que retrocedió a
vice.
El
peronismo del Instituto Patria cuenta los días para la PASO, cuyo resultado
espera que haga mover a los gobernadores, de lista corta y de lista larga, que
van a jugar a ganador como siempre.
Cristina
es reticente en sus apariciones, y responde a un ánimo que perciben en ella
quienes la frecuentan, que no son muchos.
Justifica
su paso atrás en la fórmula, en que tiene 66 años y que le cuesta pensar en los
trabajos que conlleva una campaña.
“Tengo
-confiesa en reuniones privadas, que tuvo en alguna provincia que visitó para
presentar su libro- un segmento de atracción al que tengo que responder, pero
es sólo un segmento.
Siento
la actividad y me planteo el esfuerzo que trae.
“Que
la campaña la hagan Alberto y Sergio”
Este
ánimo explica lo que hacen Alberto y Kicillof, que en realidad son dos cortesanos, en el sentido de la palabra en un sistema monárquico - el
peronismo simula serlo como armado autoritario -: su autoridad depende de quién
les transmite legitimidad, y dura hasta que se la corten.
Valen si los
habilita Cristina, y si ella deja
de soñarlos, deben
volver a su casa.
En
un negocio de construcción colectiva como es la política, esto se nota, y lo
advierten también los demás.
Cortesanos
hay en todos lados.
José
Torello es un cortesano en el macrismo, pero no lo ponen por encima de nadie,
de jefe ni de candidato, salvo una senaduría suplente, que no se le niega a
nadie.
Existe
en política porque está Macri.
Va
a durar lo que dure el jefe, o la voluntad del jefe.
Poner
al cortesano o al valido por encima de los demás es algo que destruye una organización.
¿Cómo
se le ocurre a Alberto ir a visitarlo a Schiaretti, que es el peronista más
importante de la Argentina, junto al "Chino" Navarro, un personaje
lateral que se quedó fuera de los cargos en 2017, porque apostó todos los
números a las patas de Florencio Randazzo?
A
Schiaretti le debe haber parecido una broma.
¿No
había alguien de más peso para impresionarlo mejor?
Por
ejemplo, ¿algunos de los presidenciables del sector, como Felipe Solá o Agustín
Rossi?
¿O
hay una corrida de desánimo al interior del Instituto Patria, por este
protagonismo de los cortesanos como Alberto y Kicillof, por sobre los
dirigentes de peso nacional?
Artillería para
la batalla de Córdoba.
El
formato de esta elección muestra el desentendimiento de los caudillos provinciales
del PJ de la pelea por el Gobierno Nacional.
Ninguno
de los mandatarios ha amagado con ser candidato a presidente, salvo el caso de
Juan Manuel Urtubey, un actor secundario dentro del proceso, por su juventud y
la dimensión de su distrito.
El emblema de
este renunciamiento colectivo es Schiaretti, el peronista más poderoso de la
Argentina, que gobierna su distrito llave en mano.
Si
no ha sido más enfático en la diferenciación con el Instituto Patria, es porque no quiere ofender a su propio
electorado, al que necesita aferrar porque su liderazgo fue compartido
durante años con José Manuel de la Sota.
La victoria por
su reelección del 12 de mayo es la primera que tuvo sin el “Gallego”, y su
autoridad partidaria está en etapa de ajuste.
Conoce
además la consigna del macrismo para Córdoba en las elecciones nacionales:
Nuestro
adversario no es el Gringo sino la fórmula F&F, de Schiaretti ni hablemos.
Las
previsiones de Olivos son que la fórmula Macri-Pichetto hará una buena
elección, aunque no tan buena como la de 2015 (Paso 35,38%, primera vuelta
53,22%, Ballotage 71,52%).
También
prevén una buena elección de F&F, la mejor del cristinismo, cercana al 30%.
El
negocio del Juntos por el Cambio es disfrazar las peleas con Schiaretti para
retener el voto de la lista completa, que beneficie a la de diputados
nacionales que encabeza Mario Negri.
Ponerlo
al “Gringo” como enemigo en este turno podría poner al electorado que comparten
macristas y schiarettistas en otra trampa de corte de boletas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario