El
21 de diciembre de 1981 Galtieri desplazó a Viola y el 2 de abril de 1982
recuperó las Malvinas.
El
14 de junio las tropas argentinas se rendían ante la Task Force británica y
comenzaba el último año de la dictadura militar argentina, obligada a entregar
el poder a un mandatario constitucional, el radical Raúl Alfonsín.
El
“cisne negro”, el acontecimiento sorpresivo, cambiaría con el correr del tiempo
el mapa político de América Latina dando origen a gobiernos democráticos.
Ningún
representante estadounidense dijo a los presentes que en México se estaba
realizando un encuentro secreto entre Carlos
Rafael Rodríguez -vicepresidente de
Cuba y hombre fuerte del PCC- con el secretario de Estado, Alexander Haig.
Es
decir, se insuflaba a los comandantes militares un clima de cruzada antimarxista,
mientras el socio principal (EE.UU.) comía con el enemigo.
En
este contexto, gracias a la gestión del canciller mexicano Jorge Castañeda y
Álvarez de la Rosa, el nuevo Secretario de Estado Alexander Haig y el
vicepresidente cubano e histórico dirigente comunista mantuvieron un encuentro
en aquel país.
Se llevó a cabo
mientras en Washington se hablaba de una invasión estadounidense a Cuba.
La
cumbre resultó un diálogo de sordos porque ninguno de los dos mostró sus
verdaderas cartas.
Eso
se desprende de los siguientes párrafos del resumen de la reunión:
Alexander Haig: […] existe una
tendencia, equivocada o no, a creer que existe un acuerdo entre Moscú y La
Habana en relación con varias actividades internacionales, por lo menos un
acuerdo tácito.
Todo
esto creó un ambiente en Estados Unidos que permitió la llegada del presidente
Reagan al poder.
Estamos
siguiendo muy de cerca los sondeos de opinión, y le puedo asegurar que la
opinión del pueblo estadounidense está deseando que cambiemos nuestras relaciones
con Cuba, y quiere un cambio que no es positivo para Cuba, se ve a Cuba como
una amenaza.
Carlos Rafael
Rodríguez:
Aprecio la oportunidad -después de sus palabras señor secretario- para atribuir
la intensificación actual de nuestros conflictos a razones geopolíticas
Y
espero tener la elocuencia necesaria, dentro del poco tiempo que tenemos, para
intentar probar que la realidad geopolítica no es lo que parece ser.
Respecto
a América Central, no somos sólo nosotros los que hemos dicho que sería un error
concebir lo que está pasando hoy en día en la región como el resultado de una
actividad subversiva externa. Gobiernos moderados como el de (José) López
Portillo comparten esta opinión.
AH: Le puedo
asegurar que este paisaje benigno que usted ha pintado no es real. Pedimos a
Cuba que reexamine esta posición.
No
le pedimos a Cuba que se humille.
Lamentablemente,
ha llegado el momento en que el debate retórico entre Estados Unidos y Cuba no
resuelve el problema […]
Sin
embargo, Cuba está exportando revolución y derramamiento de sangre en el
continente.
Bueno,
lo que estoy diciendo es que debemos encontrar una solución y rápidamente.
CRR: ¿Qué solución?
AH: Debe haber una
solución, porque nadie le dio a Cuba el derecho divino de interferir en los
asuntos internos de los países de este hemisferio, sin importar los argumentos
que se puedan argumentar para justificarlo.
Con
este contexto un año más tarde, el 29 de diciembre de 1982, el Ministro de
Defensa Raúl Castro Ruz se reunió
con el Presidente del Soviet Supremo y Secretario General del Partido Comunista
de la Unión Soviética Yuri Andropov.
En
la cumbre también participaron el Ministro de Defensa, general Dmitri Ustínov,
y el integrante del Comité Central del PC de la URSS, K.V. Rusakov.
El cubano
intentaba establecer nuevos acuerdos comerciales, de provisión de armamento y
se mostraba, principalmente, preocupado con la posibilidad de que Cuba pudiera
ser invadida por los EE.UU.
En
el Ayuda Memoria de la reunión Castro-Andropov, el líder ruso aparece
preguntando:
“¿Ustedes
tienen algunas consideraciones?”
Raúl
Castro respondió:
Hemos
pensado en algo… nosotros pensamos en primer lugar la seguridad de Cuba,
fortalecerla, son medidas que obedecen al esfuerzo que debemos hacer nosotros.
Además
con el suministro de armas modernas y adecuadas, tal como ha resuelto la URSS
de forma plenamente satisfactoria […]
¿Qué
hemos pensado nosotros que podría hacerse?
Creo
que a esto se refirió también Fidel en su conversación con el compañero
Andropov, que es indispensable que la URSS le haga saber a Estados Unidos, de
forma clara y categórica, que una agresión militar a Cuba no será tolerado.
Andropov: Compañero
Raúl, yo empezaré por la parte más desagradable y más importante de una
consideración que tanto ustedes como nosotros tenemos que tener siempre
presente.
Nosotros
no podemos combatir por Cuba.
Sencillamente
porque ustedes están a 12 mil kilómetros.
Usted
es militar, también el compañero Ustinov puede confirmarlo.
Los hermanos
Castro eran una máquina de pedir, un barril sin fondo, a un imperio que se
hundía.
El
9 de febrero de 1984 Yuri Andropov sucumbía víctima de una enfermedad renal.
Lo
sucedió Konstantín Ustínovich Chernenko, quien solo gobernaría un año porque
murió el 10 de marzo de 1985.
Llegaba
la hora de Mijail Gorbachov, la glásnost (transparencia) y la perestroika
(reconstrucción).
También llegaría
la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán y la implosión del Bloque
del Este.
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