"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 23 de noviembre de 2019

La precuela de una América Latina en convulsión:


Del “cisne negro” de Malvinas al advenimiento de Hugo Chávez
Por Juan Bautista "Tata" Yofre

En la primera semana de noviembre de 1981 se inauguró la XIV Conferencia de Ejércitos Americanos.
Se llevó a cabo en una base del Ejército de los Estados Unidos, cercana a Washington y pegada al río Potomac, que lleva el nombre de Lesley J. McNair, el general de más alto rango que murió en combate en la Segunda Guerra Mundial, en julio de 1944.

La cumbre de comandantes se realizó en un momento llamativo.
En esos días el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), una conjunción de socialdemócratas (Guillermo Ungo), castristas y otras organizaciones guerrilleras, luchaba palmo a palmo contra las fuerzas legales en El Salvador.
En Nicaragua, el gobierno pro castrista del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) transitaba un poco más de dos años en el poder, y desde Honduras, los “contras”, con la ayuda estadounidense y argentina intentaban voltearlo.

En la cumbre de comandantes participaron todos los delegados latinoamericanos menos los de Cuba y Nicaragua.
El tema principal fue “cómo combatir la infiltración cubano- soviética en las Américas”.
Edward Meyer, comandante norteamericano abrió la conferencia con un discurso y presentó el temario.
Los generales más activos, según todos los informes, fueron los de Argentina, Chile y El Salvador.
“Ya estamos en guerra”, dijo uno de los presentes.

Durante la cumbre castrense el jefe de la delegación argentina era el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, un claro exponente de la lucha contra el marxismo que aspiraba a convertirse en un férreo aliado de los Estados Unidos.
Lo que no dijo Galtieri a sus “aliados” americanos fue que aspiraba a convertirse en Presidente de la Nación en el corto plazo, con el decisivo apoyo de la Marina argentina.
Iba a deponer a Roberto Eduardo Viola y, como concesión a la Armada, pensaba aceptar la invasión o recuperación de las Islas Malvinas.
Hacerlo -según él- no acarrearía ningún problema.
Esperaba de los americanos un gesto de “hands off” y de los británicos una protesta diplomática.
Salió todo al revés:
Ronald Reagan, presionado por la opinión pública y por Margaret Thatcher, se vio obligado a apoyar a Gran Bretaña, lo mismo que la OTAN.

Cuba y sus aliados apoyaron a la dictadura argentina, su vieja enemiga y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) voló por los aires.

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