La
impunidad es la situación en que se encuentra el autor de una falta, o de un
delito que no ha sido sancionado.
Impune
por lo tanto es quien queda sin castigo.
Según
la Declaración del “Grupo de Bruselas por la Justicia Internacional” la impunidad es la omisión de investigar,
enjuiciar y juzgar a las personas físicas y moralmente responsables de graves
violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.
Por
lo tanto la persona que cometió una falta o delito, no recibe la pena
correspondiente a su accionar.
No
hay sanción, ni enmienda en la conducta.
El
término ha evolucionado en el tiempo, y hoy es más amplio, porque también
señala a quienes se consideran impunes y a ciertas situaciones imposibles de
resolver, que generan impunidad.
En
el plano práctico, sobre todo en las relaciones sociales, muchas veces,
actitudes o posturas existenciales o ideológicas, otorgan impunidad a personas
o grupos, en detrimento de otros.
Es
de hacer notar que la impunidad es un término relacional, es decir en conjunto
con otro, y también atado a una circunstancia previa, es decir, siempre tuvo que existir antes, una
situación no legítima o impropia, y alguien o algunos responsables de esa
violación.
Después
la doctrina sobre todo jurídica discutirá sobre lo legal y lo moral, y que es
aquello que está permitido por las leyes, y
que es lo que no está permitido por la concepción moral y ética de la sociedad.
Es
importante entender que en la sociedad, la norma jurídica es obligatoria, pero
no puede hacer que el hombre no cometa infracciones.
Entonces la ley
manda, que ante una violación de la ley corresponde una sanción, que es
inexorable y debe efectivizarse.
La
impunidad deshace este principio jurídico, y entonces la violación de la ley ya
no acarrea una sanción.
La
impunidad es entonces la evasión de la sanción que conlleva una falta.
Lo
común en estos casos, es que por motivos políticos, ideológicos, o de afinidad
o participación, el responsable de la violación de la ley no reciba el castigo
que corresponde a dicha violación, con lo que no sólo se produce un
desequilibrio en la estructura de la función de la norma jurídica, sino que también las víctimas quedan sin
reparación.
Las
consecuencias de la impunidad son trágicas:
El autor no purga la falta de sus actos, las victimas quedan sin justicia y los crímenes se perpetúan.
El autor no purga la falta de sus actos, las victimas quedan sin justicia y los crímenes se perpetúan.
Es
además una forma de deterioro de las instituciones sociales y políticas, niega
los valores humanos y contamina al conjunto de la sociedad.
Los
casos impunes se caracterizan por la frustración y la impotencia de las
personas que han sido afectadas, en especial en los crímenes no resueltos, y
cuando la corrupción y la falta de evidencias dejan en libertad a las personas
comprometidas con crímenes o delitos.
Pero
hay aún más, la situación más injusta, se produce en la impunidad con uno
mismo.
Cuando
uno se considera impune.
Es
decir que todo lo que diga, imponga o realice está bien, es lo mejor para sí y
para los demás, y no puede ser juzgado ni condenado por sus dichos y por sus
acciones.
El
hombre se endiosa.
Es
él, y todo gira a su alrededor.
No
hay límites, ni normas morales, ni legales que lo contengan.
Está
por encima de la ley, ya que ella no lo alcanza.
Recuerdo
la cita de Sarmiento en Civilización y Barbarie “el caudillo es aquél que hace la
ley pareja para todos, menos para él que está fuera de la ley.”
Terrible
tentación del ser, asociada al poder, a la fama, a la riqueza y a la
ostentación.
La
educación moral desde temprana edad, acostumbrará al niño primero y después al
hombre, a ser responsable de sus actos.
A
no violar la ley, y si la viola a sufrir las consecuencias del castigo que ello
conlleva.
Sin
excepciones, sin límites, en todo
tiempo y en todo lugar, la justicia es dar a cada uno lo que le corresponde.
Por
eso quien ha cometido una falta o un delito, debe purgarlo con el castigo
correspondiente, establecido por la sociedad, en normas jurídicas que derivan
de la moral y de los valores de la sociedad.
Elias D. Galati
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