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Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Perón, un militar admirador de Mussolini… (3)


Destaca Rosendo Fraga en esta carta las tres ideas que serán centrales en la concepción política de Perón más de una década después:
[...] el valor electoral de tener a la iglesia a favor, la potencialidad política de la mujer y el concepto dualista respecto al profesionalismo militar, que implica por un lado subordinación, pero que no excluye simultáneamente la toma de posición frente a los acontecimientos políticos.

En la presidencia de Justo, el mayor Perón fue ayudante de campo del ministro de Guerra, Manuel A. Rodríguez, y de su sucesor, Eleazar Videla.
De allí salió para destinos en Chile y en Italia.

Bartolomé Descalzó: el fascismo sazonó sus ideas

Bartolomé Galíndez relata que a mediados de 1955 conversó largamente con Descalzo, que había sido amigo de Perón y después se distanció, como tantos otros. A la pregunta de si encontró a lo largo del tiempo un signo que revelara al hombre de la revolución de junio de 1943, recibió esta respuesta:
Perón fue siempre un muchacho pobre y ahorrativo a la vez:
Tenía en su cuenta corriente una pequeña suma de dinero.
Sus hábitos eran normales y sus procederes correctos.
Se cuidaba en las comidas pues durante una época padeció del hígado.
Desempeñaba sus funciones con dedicación como todo buen oficial.
Esto, hasta que fue designado agregado militar en Chile.
Ahí se despertó su primera ambición.
Se trasladó a Italia y el fascismo sazonó sus nuevas ideas.

Cartas romanas
En cartas escritas por Perón desde Italia —conocidas gracias a la laboriosa investigación del doctor Ignacio Martín Cloppet— se revelan sus sentimientos y reflexiones en la etapa en que simpatizó con el fascismo.
Arribó a Génova en abril de 1939, a bordo del transatlántico Conte Grande, meses antes de que estallara la guerra.
Destinado al Comando de la División Andina Tridentina (Merano, Bolzano), a la división de infantería de montaña de Pinerolo en el Piamonte y a la Escuela de Alpinismo de Aosta en los Alpes, también fue asignado brevemente a la embajada en Roma.
Las cartas a su cuñada, la profesora María Tizón Erostarbe, contienen interesantes observaciones.

De la escala en los puertos brasileños dice Perón:
La impresión que tengo de Brasil, salvo de Río de Janeiro que es una ciudad moderna, es que están un siglo atrás de nosotros, como los chilenos.
Aquí los negros y allá los rotos y los indios.
República Argentina hay solo una, y Buenos Aires, hasta ahora, inigualable.

Ya en Roma quedó deslumbrado.
Italia en lo que he visto es una maravilla.
Gente buena, mucho orden, trenes lujosos y muy buen servicio.
Hoteles baratos, comida cara.
Roma grandiosa: he visto ya hoy mucho y mañana seguiré viendo.
Hay para rato.
No es ciudad para divertirse, es para visitar y recorrer los siglos de historia que uno se ha morfado en el colegio y estudios [...]
Mucha gente de uniforme, mucha tranquilidad, la agitación de guerra que nosotros sentimos allá es obra de la prensa, propaganda de los miserables yanquis, franceses y compañía.
Aquí hay mucho orden, disciplina, patriotismo y se trabaja mucho [...]
Mañana salgo de turista inglés a las 8:30.
Voy a misa cantada en San Pedro y luego turismo.

Perón visitó a la madre de un sacerdote amigo, que vivía en un pueblito edificado sobre la cumbre de un cerro, cerca de Nápoles, ciudad que no le gustó.
De esa excursión dijo:
Casi todas estas “citadinas”, “borghos”, “paesi”, como los llaman aquí según el grado de su importancia, son los resabios de la Edad Media que aún quedan.
Qué suerte, María, que en nuestro país la Edad Media no se hizo presente.

A la distancia estableció comparaciones:
Lo mejor de Italia: Roma;
lo mejor de Roma: lo histórico y el Vaticano;
lo mejor del mundo: Buenos Aires [...]
Lo mejor de Buenos Aires: sus habitantes, con todos sus defectos y macanas [...]
La única desgracia que apreciamos en nuestro pueblo proviene del exceso de bienestar.
Creo sin duda que estos países han llegado a un grado de organización, orden y trabajo, difícil de igualar [...]
Hoy he comprobado que la necesidad es un factor poderoso para hacer virtuosos a los pueblos [...]
Con todo prefiero pertenecer a un pueblo sin necesidades, especialmente si ese pueblo es nuevo como el nuestro y tiene aún por delante un gran porvenir para forjar.
De Europa, al contrario de lo que muchos piensan, no creo que tengamos nada que aprender en el orden material, pero es honrado reconocer que tenemos mucho que imitar en el orden espiritual.

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