Cada
año llevaba su maíz a la feria del estado donde le galardonaban.
Un
año un periodista lo entrevistó y se enteró de algo interesante acerca de cómo
cultivaba su maíz.
El
reportero descubrió que el agricultor compartía su semilla de maíz con sus
vecinos.
¿Cómo
puede darse el lujo de compartir sus mejores semillas de maíz con sus vecinos
cuando están entrando en competencia con la suya cada año?
¿Por
qué lo hace señor?
El
granjero respondió:
Porque
el viento recoge el polen del maíz maduro y lo mezcla de campo en campo.
Si
mis vecinos cultivan maíz inferior, la polinización cruzada degradará de manera
constante la calidad de mi maíz.
Si
quiero cultivar buen maíz debo ayudar a mis vecinos a cultivar maíz bueno
también.
Así
es con nuestras vidas...
Los
que quieren vivir de manera significativa deben ayudar a enriquecer las vidas
de los demás, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.
Y
aquellos que eligen ser felices ayudan a otros a encontrar la felicidad, porque
el bienestar de cada uno está ligado al bienestar de todos...
Llámalo
poder de la colectividad...
Llámalo
un principio de éxito...
Di
que es una ley de la vida...
¡El
hecho es que en comunidad y en nuestra vida, nuestros éxitos están en función
de la bendición que recibimos por bendecir a otros, aun compartiendo pequeñas
semillas.
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