Parece
a punto de escribirse uno de los capítulos más sorprendentes de la vapuleada
democracia nativa:
El
de un presidente que ingresa a la Casa Rosada en un clima de incertidumbre y
pesimismo
y otro que se retira viviendo ese mismo clima como una oportunidad para ser
reivindicado en un plazo no demasiado largo.
La
noticia no es que por primera vez un presidente no peronista termina su mandato
completo, sino que ese presidente no
peronista lo termina con (auto) bombos y platillos.
El
que ingresa, Alberto Fernández, postergó todo lo posible el anuncio de medidas
que en el mejor de los casos serán agrias y en el peor, ineficaces para salir de una crisis que ya no cita con tanta frecuencia
como lo hacía en tiempos de campaña.
Sus
satélites, en cambio, sí la citan y además hacen promesas alarmantes.
Por
ejemplo, la señora de Carlotto dijo que se avecinan tiempos difíciles y que `el pueblo es el que va a tener que poner el
hombro'.
Se trata de la
misma persona que hasta ayer le exigía soluciones a Mauricio Macri.
Se
podrá decir que su discurso sobre una cuestión por la que se muestra tan
conmovida es acomodaticio, pero no que le falte sentido de la realidad.
También
que es mejor que los pobres se vayan preparando, porque ponerlos de pie como
prometió Alberto F. tomará un tiempo.
El
propio Fernández ha comenzado a sacarse la responsabilidad del problema de
encima.
Eso
dan a entender declaraciones en perfecta sintonía con la de Carlotto.
Sostuvo
que el plan con el que enfrentará el hambre no será del gobierno, sino de `toda la sociedad'
y que va a ser una `epopeya de todos los argentinos'.
Algo
así como ¿a mí por qué me miran?
Al
final el costo político lo va a terminar pagando Tinelli.
Fernández
parece más consciente de la magnitud del problema que tiene por delante de lo
que fue Macri.
El
presidente saliente pidió ser evaluado por el resultado de su lucha contra la
pobreza y se sacó cero.
Pero es en el
terreno de las relaciones internacionales donde parecen más pesimistas las
evaluaciones del electo.
Su
discurso en defensa de Evo Morales y su intención de liderar una suerte de
grupo latinoamericano `progre' habla claramente
del propósito de tomar distancia de los Estados Unidos, principal sostén del
financiamiento argentino durante los últimos dos años.
El
problema económico más acuciante que debe enfrentar a corto plazo es el del
default y queda claro que hacer planteos
hemisféricos como los de la Guerra Fría no contribuirá a resolverlo.
En
ese plano es elocuente que haya acusado a Trump de volver a los 70, mientras él
intenta armar un grupo de no alineados.
En
suma, se vienen tiempos difíciles también en materia financiera.
Completa
el cuadro un Macri que convoca a la plaza para que lo ovacionen como en 2015
hizo CFK.
La
decisión tiene dos objetivos:
Repetir
la exitosa experiencia del último tramo de la campaña electoral y poner en su
sitio a los radicales que fieles a su tradición alfonsinista/balbinista ya se
están ofreciendo como furgón de cola del peronismo.
Macri se va con
más del 50% de inflación, pero también con más del 40% de votos por lo que cree
que puede reciclarse.
Sergio
Crivelli
Twitter:
@CrivelliSergio
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