Volver
al pasado es una tentación humana, que se inscribe en dos perspectivas.
La
primera es pensar que todo tiempo pasado fue mejor y la segunda es la de
insensiblemente repetir las recetas y los errores del pasado casi sin
aggiornamento.
Las
dos son complejas y nos plantean dificultades que impiden cualquier progreso o
solución a nuestros problemas.
Pero
desde tiempo inmemorial el hombre se ha fascinado con esa vuelta de tuerca que
lo lleva al pasado y le hace pensar y desear quizás en su niñez, en su época
dorada de la juventud, o en los primeros sentimientos y deseos.
Rememoro las Coplas de Manrique
“Recuerde
el alma dormida – avive el seso y despierte/contemplando – como se pasa la vida
como
se viene la muerte – tan callando:/cuan pronto se va el placer
como
después de acordado - da dolor como a nuestro parecer
cualquier
tiempo pasado fue mejor.”
Que
misterio esconde el pasado en el corazón del hombre.
Quizás
porque no ha podido todavía entenderlo.
O
porque no lo pudo evaluar ni hacer un duelo de las angustias y los problemas
vividos.
Es
posible que esos sentimientos nos acompañen toda la vida y a medida que pierde el vigor y el fervor el hombre piense
y añore lo que pasó.
Es
cierto que lo que somos, es producto de aquello que fuimos, de lo que hemos
hecho, proyectado e ideado a lo largo de nuestra vida.
Pero
la dimensión del presente, toma y asimila el pasado desde el lugar actual.
En
cambio pretender volver atrás es ponerse en la dimensión anterior, y querer
producir otro pasado con lo aprendido y comprendido en el tiempo actual.
Más,
el pasado no vuelve, lo que ha sido fue,
está consumado y es irrepetible.
La
segunda cuestión se plantea cuando impostamos en nuestra actualidad, proyectos
y propuestas ya señaladas y usadas tiempo atrás.
La
pregunta es si han sido útiles, si fueron beneficiosas, y en última instancia
si las circunstancias son las mismas, o podemos adecuarlas a este presente y a
la realidad de nuestro grupo o nuestra comunidad actual.
Muchas
veces, la falta de concreción de proyectos, o la ausencia de soluciones
adecuadas, hace que nos atemos a éstas soluciones, ya empleadas antes, y que
por lo general no son las más acertadas.
La
cuestión en sí, no es volver al pasado,
sino seguir viviendo y construir el futuro.
Es
el gran desafío que nos espera, y al que debemos apostar con todas nuestras
fuerzas.
La
construcción del futuro, cuenta con el aporte de nuestro pasado, de quienes
somos, como nos hemos formado, como hemos vivido, lo que hemos aprendido y lo
hecho durante nuestra existencia.
En
términos comunitarios también cuenta con el aporte del pasado de la comunidad,
la educación, la cultura, los valores y los aspectos salientes que han quedado
marcados en cada uno de sus miembros.
A
partir de ahí, superarlo, tomar en cuenta los aciertos y las cosas buenas que
nos han sucedido, ponerlas en contexto con nuestro presente, y con aquello que
proyectemos hacia el futuro.
Porque todo el
esfuerzo, el trabajo y la construcción que hacemos, debe tener como meta un
futuro mejor.
Aquel
que sea eficaz, para paliar o terminar con los problemas inherentes a la gente,
y que se perpetúan a través de los años.
Que
sirva para hacernos mejor y para que progrese y sean felices nuestros hermanos
y la comunidad.
El
pasado vuelve agigantado
con
el empuje y la fuerza del Titán
sumergido
en él, desorientado
no
encuentras la salida ni el afán.
Una
segunda lectura has realizado
de
cosas que quizás no volverán
personas,
objetos encontrados
que
anuncian lo que pronto serán
tus
deseos en el presente proyectado
hacia
el futuro que ahora llegará,
cada
momento transcurre acompañado
con
el ritmo que la vida impondrá
para
ver si tu trabajo es osado
y
de cambiar el mundo eres capaz
Elias D. Galati
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