Como
soy un amante de los datos históricos, no puedo sustraerme al hecho de que el
hijo de Taty Almeida desapareció en 1975 durante un gobierno del mismo signo
político que el actual.
Al
poder estaba el gobierno peronista, en un momento donde el país era rehén (una
vez más) de la violencia de esa organización política.
Alejandro
Martín Almeida no desapareció durante la dictadura militar.
Entre 1973 y
1976 gobernaba el peronismo (Cámpora, Perón e Isabel Perón).
Este
gobierno es claramente del mismo signo que aquel que gobernaba cuando sucedió
la desgracia de la señora Almeida.
Como
dato de color podríamos agregar que hasta había un Cafiero por esos tiempos en
ese gobierno y ahora hay otro.
O
sea, a esta señora le da mucha felicidad que esté en el gobierno la fuerza política
que estaba cuando desapareció su hijo.
Por
otro lado, desprecia a una fuerza política (el gobierno anterior) que no tuvo
nada que ver con ese hecho.
Ese
tipo de deformaciones históricas y de fanatismo irracional son una de las
peores cosas (entre otras muy perversas) que el peronismo histórico instaló en
la Argentina y que en su etapa última (kirchnerismo) se han visto exacerbadas
hasta límites impensables.
Hay
un libro fantástico de Aleksandr Solzhenitsyn llamado Un día en la vida de Iván
Denisovich que me hizo acordar a este episodio.
Los
prisioneros de los campos de concentración de Stalin no saben por qué se
encuentran allí, pero piensan que, seguramente, Stalin y el Partido tienen
razón en haberlos enviado a ese lugar:
El síndrome de
Estocolmo de los autoritarismos.
Ese
mismo que padece mucha gente en Argentina con el peronismo.
En
1974 y 1975, durante el gobierno del mismo signo político que el actual, hubo
más de 2000 desaparecidos en Argentina:
Los
desaparecidos y tantísimos exilados del peronismo.
A
su vez, hubo gente asesinada por Montoneros y la Triple A, organizaciones con
lazos con el gobierno imposibles de esconder.
La coalición
Cambiemos, que para Taty Almeida “tomó” la Casa Rosada, nada tuvo que ver
con esos hechos desgraciados.
Si
seguimos buscando datos, encontraremos algunos que hacen aún más inexplicable
la alegría de la señora Almeida.
Ese
mismo gobierno justicialista fue el que dictó dos decretos en los que ordenaba
a las Fuerzas Armadas “aniquilar”
a los “elementos subversivos”.
Usaron
la palabra “aniquilar” en los decretos.
Era un gobierno
constitucional como el de ahora y perteneciente al mismo signo político que el
actual.
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