Esta
semana Graciela Fernández Meijide (la gran y digna dirigente de derechos
humanos de la Argentina) recordó que el peronismo no quiso integrar la Conadep
(el organismo que presidió Ernesto Sábato en la vuelta de la democracia y que
reunía la información sobre las personas desaparecidas).
Mientras,
el Presidente puso una foto en sus redes con Taty Almeida y escribió:
“La
memoria no se puede robar, siempre la mantendremos viva”.
Creo
que no le conviene la memoria.
Algunos
nos acordamos de todas esas cosas.
También nos
acordamos de que cuando Alberto Fernández era funcionario de Menem le parecía
bien el indulto que el ex Presidente dictó para militares y terroristas.
Pero
a los fanáticos todas esas cosas no les importan.
El
gran escritor israelí Amos Oz dice que “el fanatismo es el gen maldito de la
humanidad”.
Toda
esta gente está tan llena de odio que le es difícil ver.
Alguien
dijo alguna vez: “La diferencia entre un ciego y un fanático es que el ciego sabe que no
ve.”
Los
dichos de Taty Almeida fueron después de una reunión con algunos de estos
referentes de “derechos humanos”, entre la que se encontraba Estela de
Carlotto, quien afirmó:
“Se
habló de Milagro Sala. Se pidió especialmente por este tema”.
Esta
semana el Tribunal Superior de Jujuy confirmó la condena de 13 años de prisión
por defraudación al Estado. Independientemente de la condena, esta semana la
periodista jujeña Rosario Agostini recordó:
“Luca Arias
recibió una golpiza tremenda de parte de Milagro Sala y sus ‘muchachos’
tupaqueros.
Murió
6 meses después.
Pato
Conodorí murió atravesado por una bala cuando ‘orgas’ de Sala intentaban tomar
tierras en Humahuaca.
“Y
sigue la lista de jujeños cuyas muertes siguen impunes”.
Tiene que ser
muy difícil ser víctima de Milagro Sala y que, en Buenos Aires, la secta de los
derechos humanos te ignore y apañe a tu victimario frente al Presidente y que
nadie se ocupe de las verdaderos damnificados.
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