"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 1 de enero de 2020

Platos fríos, gente caliente.


Osvaldo Bazán

Todo es fugaz.
De la bronca a la apatía.
De la apatía a la tristeza.
De la tristeza al insulto.
Del insulto a la desesperación.
De la desesperación al asco.

Me corrijo.
No.
No es fugaz.
Es simultáneo.
Una parte importante de los ciudadanos del país siente (sentimos) que nos estamos quedando sin país.
Que unos cuántos tipos siguiendo intereses muy claros (los propios) han entregado la república por dos monedas (lo de “dos monedas” claro, no es literal).
Empiezan como siempre cambiando el significado de las palabras.
Entonces “devaluación” que es algo que todos conocemos y significa que somos más pobres pasa a ser simplemente un impuesto al turismo”.
“Ajuste” que es algo que todos conocemos y significa que somos más pobres pasa a ser simplemente “solidaridad”.
Lo que no terminan de entender es que ya sabemos que las palabras en sus bocas mentirosas no tienen ningún valor.

No hay Dylan que pueda engañar a argentinos que ya escucharon que no se contabilizaba pobres para no estigmatizarlos;
que en Chaco había desocupación 0;
que en Argentina se comía por 6 pesos o que en este país había menos pobres que en Alemania.
Eso, claro, cuando se animaban a dar la cara y no huir como rata como un ex ministro de economía: “Me quiero ir” dijo, cuando una periodista extranjera osó preguntarle qué inflación había en ese país maravillosamente inventado.

Eso es lo que no terminan de entender.
Que ya no hay espacio para el engaño.
Que nadie puede decir “el 10 de diciembre subo 20 % las jubilaciones” y el 10 de diciembre anunciar un ajuste a jubilados que cobran 20.000 pesos.
Que no alcanza tanto ex colega tirando la pelota afuera cuando lo que cubre el país es un ajuste contundente en base a impuestos y desenganche de jubilados.
Que quedó claro que la Iglesia ayudó a imponer el número 40 al real 32.
Y por supuesto que es horrible que el país tenga 32% de pobres.
Pero más espantoso y escandaloso (aunque no haya producido ningún escándalo) es que la Iglesia juegue a través de la UCA con ese número, largándolo oportunamente con malicia para beneficiar su relato.

Que ya sabemos que el Papa miente.
Que cuando algunos periodistas, para cubrirse, en una nueva muestra de indignidad y cinismo hablan de “la clase política”, ya queda clara la jugada:
Decir “son todos lo mismo” es meter a todos “en el mismo lodo, todos manoseados”.
No. Allá en el horno no nos vamos a encontrar.
Carlos Caserio tartamudea cuando Carolina Amoroso le pregunta en TN por el esfuerzo de la política y, cínicamente contesta:
“Hablar del esfuerzo de la clase política es no entender al Estado, no es un elemento productivo del país”.

Claro que no son todos lo mismo.
Claro que hay legisladores que ya se vendieron antes de jurar.
Claro que no es lo mismo sacar una ley que ajuste la jubilación por inflación + salarios como hizo el gobierno anterior que decretar “te aumento cuando quiera lo que quiera”.
Te superaron, Discépolo, los inmorales ya no sólo nos han igualado.
Nos han superado.
En diputados, en senadores, en cada uno de los organismos del estado en donde un bando de forajidos, creyéndose dueños de lo colectivo, humillaron a empleados y rompieron los lectores biométricos.
Los asesores de la nada, los intelectuales funcionales, los artistas artisteando su sensibilidad de contrato, insignificantes florcitas tristes en el florero de la inmundicia.
Que no hay posibilidad de transparencia en un show en homenaje a la solidaridad cuando “solidaridad” es la palabra que usaron esta vez para el robo.
Hay que luchar contra el hambre.

Y vimos esa lucha.
En cada ruta asfaltada que permite acercar mercaderías y servicios entre todos.
En cada puente ahí donde no había nada.
En los últimos años, cuando recorrí el país, vi las cuadrillas de vialidad trabajando, de día, de noche, en verano, en invierno, en feriado, en domingo.
Ahora estoy recorriéndolo.
No hay nadie.
Silencio. Ominoso.
Pese a lo que los turiferarios de turno pregonaron sin parar, el cemento se come.

Soy periodista, digo lo que veo.
Tiempos raros cuando por decir la verdad te meten un “periodista militante”.
No me considero más militante que de la verdad que veo, me entero, compruebo.
¿Significa que decir la verdad es ser opositor?
Entonces, ¿mentir es ser oficialista?

Hay algo para decir justo ahora.
No ganaron los mafiosos por siempre.
Es cierto que es difícil verlo.
Pero hay otro país.
Lo estoy recorriendo ahora.
Hay gente honesta, trabajadora, valiente.
Está un poco desorientada porque no sabe luchar con armas tan bajas, porque el cinismo de pedir igualdad para que todos seamos pobres
Dylan comiendo de la mano caprichosa del amo es demasiado; porque la caradurez de convertir “políticos presos” en “presos políticos” los paraliza; porque no son así.

No hay tierra arrasada.
Hay tierra con bronca.
Quizás estén preparando el banquete porque crean que la venganza es un plato que se come frío.
Lo que no saben es que hay mucha gente muy caliente.

No hay comentarios: