La justicia, la libertad, la opinión y también, las empresas...
Por:
Rubén Lasagno
¿Qué
podemos decir que no hayamos dicho, respecto del kirchnerismo/cristinismo?.
Nada
nos puede asombrar después de todo lo visto y vivido en Santa Cruz y durante 12
años en el gobierno nacional.
Todo
era previsible, adivinable y no por estar dotado de poderes adivinatorios
pudimos prevenirlo, sino por analizar la realidad, vivenciar sus modos,
interpretar el relato y apropiarnos de la libertad suficiente para contarlo sin
red ni miedo a perder la pauta o ser blanco de sus operaciones.
Es
decir, que el presidente mintió y
miente, no lo descubrimos hoy, lo apuntamos mucho antes de que ganara
las elecciones.
Alberto
Fernández es un mentiroso crónico, como su mitómana inventora.
El
problema es que de Cristina Fernández lo supimos siempre…
De Alberto nos
dimos cuenta cuando saltó la cerca moral del discurso crítico y se alineó con
lo peor de la política nacional, de esos mismos que hasta horas antes de
ser ungido candidato, había destrozado por la corrupción que potenciaron en la
década afanada, de la cual él mismo fue parte y parecía que por despecho o
desazón, el ex Jefe de Gabinete de
Néstor había decidido dar la cara y flagelar a la viuda contando la verdad de
sus miserias.
Entonces,
al menos a nosotros, no nos sorprende la decisión de expropiar una empresa
privada.
Es
el plan primigenio, el plan fundacional de este gobierno de “científicos”; la
diferencia es que a sujetos como CFK, Máximo, Zanini, Echegaray, De Pedro,
Cabanadié y otros, no se les nota una diferencia en el mensaje porque jamás se
preocuparon en disimularlo.
Alberto
fue ambivalente, como Sergio Massa y son los más golpeados en la opinión
pública por las opiniones adversas que reciben sobre su garrochismo político, pasando sin tibiezas de acusadores a
cómplices, todo por un cargo…
Siempre
dijimos que el kirchnerismo/cristinismo es el más transparente de los regímenes
oscuros de la política nacional.
Uno
puede saber lo que van a hacer con suficiente anticipación.
Entonces,
partamos de la base de que el problema no es de ellos, quienes dicen claramente
y en todo momento lo que harán, sino de quienes creen en el relato o piensan
que no podrán llevar a cabo las acciones más estúpidas, audaces, extremas e
insólitas de las cuales son capaces y de lo cual han dado muestras prácticas de
no tener límites para aplicarlas.
Son burdos,
impunes e implacables.
Aquel
distraído que los votó, no por ser kirchnerista sino para sacarse de encima el
mal macrista, hoy debe estar azorado y golpeándose el pecho por la culpa de ser
el responsable y sufrir esta doble pandemia: una que nos contamina y nos mata y
otra que nos destruye como República.
El
modelo chavista ha sido siempre el objetivo utópico de la viuda.
La
expresión ¡Exprópiese!, tan consustanciada y afín con el demagogo venezolano,
empieza a ser aplicada por su émulo tardío argentino, quien el domingo hizo lo
que tres días atrás dijo que nunca iba a hacer.
Bueno,
desde que asumió Fernández hizo todo lo contrario de lo prometido en campaña
cuando, como dijo el sincericida Gabriel Mariotto
“Si
Alberto no era moderado, no ganábamos las elecciones”.
Es
decir, la mitómana del régimen en campaña, venía “haciendo los deberes” para
agarrar la manija.
Cuando
logró asirla bien fuerte, aplicó el verdadero rostro del germen que incubaba la
venganza y el vamos por lo que queda.
En
ese plan era necesario encontrar un caballo de Troya y un cúmulo de crédulos
que votaran.
Usado
como mascarón de proa, por alguien que ni siquiera puede caminar libremente por
la calle, Alberto Fernández fue un
títere desde el comienzo, un verdadero “testaferro político” de
Cristina, quien (honesto es decirlo) tuvo la inteligencia y astucia de
elegirlo, no por casualidad, sino por el íntimo conocimiento que tiene de sus
esbirros de otros tiempos, quienes como Massa nunca se fueron,
simplemente se alejaron para tomar carrera.
La
expropiación de Vicentín, posiblemente no la puedan llevar a cabo (o si), pero los Fernández ya nos han expropiado
la libertad, la justicia y la opinión, a través del abuso de poder
perpetrado por el gobierno nacional utilizando la pandemia, la cuarentena y las
“emergencias” para concentrar poder, obligar a la sociedad a estar encerrada,
anular los tribunales (excepto para las causas de CFK, que se
apuran a cerrar), silenciar el Congreso y sustituir la democracia por
los Decretos de Necesidad y Urgencia.
Nada
es casual…
Lo
triste es que parte de la sociedad haya creído a los oportunistas mentirosos
que se proponían, tratando de escapar de los mentirosos de ese momento.
Esto
debe actuar como una carga hacia quienes, aunque no lo reconozcan y se hagan
los zonzos, pusieron el voto en la urna de los que “volvían mejores”.
Así
lo presentó el entonces candidato a quien ya se le veían los hilos.
Lo
cierto es que si volvieron mejores, todavía no han dicho para qué…
(Agencia
OPI Santa Cruz)
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