Por Christian Sanz
Fuente: Tribuna de Periodistas
Nada
de esto fue un error
El
narco no dudó: "Soy asesor de un senador", dijo con tanta seguridad como
frialdad.
Acto
seguido, les mostró a los policías que lo habían detenido una credencial con su
fotografía firmada por Mario Ishii, entonces legislador y presidente del bloque
PJ-Néstor Kirchner.
La
escena ocurrió en julio de 2014 en Coronel Bogado, un pueblo situado a 50
kilómetros del sur de Rosario, y el
hombre era Gustavo Collado Correa, uno de los traficantes de drogas más
buscados del país.
Su
socio, Claudio Andrada, había sido detenido en octubre de 2013 en Frías,
Santiago del Estero:
Le interceptaron
en Córdoba un cargamento de 583 kilos de cocaína que provenía de Bolivia.
Duramente
salpicado por lo ocurrido, Ishii organizó meses más tarde —el 31
de agosto de 2014—, una reunión en Miami con el ex director de la DEA, Leo
Arreguin Jr, donde habló sobre “su profunda preocupación por el avance del
narcotráfico” y por la falta de controles migratorios en la Argentina.
Fue un acting
que finalmente le redundó pocos beneficios.
Primero,
porque casi no tuvo repercusión mediática.
Segundo, porque
nadie creía que Ishii estuviera desvinculado del negocio narco, al menos en el
terruño que domina desde 1999, José C. Paz.
De
hecho, ocho años antes, en 2006, Juan Carlos Blumberg, ya había dicho que este
último estaba implicado en “operaciones de narcotráfico” junto a familiares de
Hernán Iannone, el joven que estuvo secuestrado en circunstancias nunca
esclarecidas y cuyo derrotero siempre se presumió como parte de un “ajuste de
cuentas” por drogas.
Ciertamente,
lo que ocurre con Ishii es muy similar a lo que sabe suceder con Aníbal
Fernández:
Su nombre
aparece siempre de manera satelital en cuestiones de estupefacientes o crimen
organizado.
Ergo…
o realmente está implicado en esos “negocios” o tiene mucha mala suerte.
Basta caminar su
feudo, José C. Paz —el más pobre del conurbano, dicho sea de paso—, para notar
cómo han florecido los bunkers de venta de narcóticos.
Y
aunque los vecinos se cansan de denunciar esos “kioscos”, jamás logran que sean
desmontados.
Sospechan,
no sin razón, que los narcos tienen protección oficial.
Pero
no solo refiere a los narcóticos:
Ishii
también aparece en tramas de corrupción de alto vuelo, como cuando, en 2008, “desapareció” más de tres
millones y medio de pesos que pertenecían a fondos públicos del Consejo Escolar
de José C. Paz.
Años
después, en enero de 2011, aparecería complicado en una trama criminal, luego
de que su custodio, Daniel Paredes Campos, fuera detenido por asesinar al
empresario Daniel Koxis.
La
palabra “narcotráfico” volvió a aparecer en escena.
En
un principio, Ishii negó toda vinculación con el asesino, pero luego debió
reconocerlo, cuando se conocieron los documentos que probaban que Paredes
Campos trabajaba en el Municipio a su cargo.
Con
un agravante: ostentaba un frondoso
prontuario.
Mucho
más podría contarse sobre Ishii, pero será en vano, ya que es un protegido del
poder K.
A
cambio, será uno de los soldados más firmes y leales a la causa kirchnerista.
Ello
le permite decir brutalidades del tenor de la pronunciada este mismo sábado,
cuando advirtió a un grupo de municipales:
"Cuando
ustedes venden falopa, yo los tengo que cubrir".
Esas
palabras provocaron el repudio de puntuales referentes del arco opositor.
De
manera inversamente proporcional, solo hubo silencio por parte de los
kirchneristas.
“El
que calla, otorga”, dicen…
Nunca
mejor dicho.
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