Por
Alejandro Borensztein
Alberto
Fernández sorprendió al declarar: ‘No creo en los planes económicos’.
Los
bonistas dudan de que, cuando llegue el 2023, tengamos la mosca para pagarles.
Misil
tierra-tierra que sale del Instituto Patria y en 20 segundos impacta en el
despacho presidencial de la Rosada.
Por
eso el Presidente dice que no cree en los planes económicos.
No
es ignorancia, sino instinto de súper vivencia.
Esa
misma falta de plan es la que también ha venido complicando la negociación con
los tenedores de bonos.
Una
negociación que posiblemente él quiera cerrar pero que en la sala de misiles
del Patria preferirán que veamos un ejemplo práctico para entender mejor.
Supongamos que usted tiene un cuñado al que le prestó 300.000 pesos para ampliar
la ferretería y hace 6 meses que Tito debió haberle devuelto la guita pero no
pudo.
El
tipo le está pidiendo más plazo, por ejemplo dos años, y a usted no le va a
quedar más remedio que bancarlo o mandarle un abogado para que le ejecute la
hipoteca del derpa que le firmó a cambio del préstamo.
Como
Tito está casado con su hermana, usted no quiere que sus sobrinos se queden sin
casa.
Pero
para darle más pedal, hace falta que Tito le demuestre cómo va a hacer para
juntar la guita da acá a dos años.
Para
eso usted le exige un plan.
Lo
más grave del asunto es que, mientras negociaba con su cuñado, descubrió que el
tipo cambió el Palio 2011 que ya tenía 100.000 kilómetros por un Toyota 2018
con 25.000 km.
Lo mismo le
estuvo pasando al gobierno con la deuda.
Como
no hay un plan concreto (ya hemos explicado por qué) los bonistas dudan de que,
cuando llegue el 2023, tengamos la mosca para pagarles. Temen que para
entonces, el presidente Máximo (es el que toca en la sucesión monárquica), les
diga otra vez que no puede garpar. Para colmo sospechan que, de aquí al 2023,
el kirchnerismo también va a cambiar el Palio.
Otra gran frase
si no fuera que Alberto, entre 1989 y 1995, fue funcionario de la pandemia que
llevó el desempleo del 7% a 20%.
Y
si no fuera que también se pasó 10 años denunciando lo patética (según sus
propias palabras) que resultó la pandemia que sufrimos entre 2008 y 2015 para
terminar en 2019 asociándose con el virus.
Entre
la frase del domingo y la del viernes pudimos disfrutar de otra joyita.
Dijo
el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, el Gran Gollán (otro
crack cuyo descubrimiento debemos agradecer al coronavirus) en relación a los
pacientes contagiados que se internan en Tecnópolis:
“los
que se van de alta se quieren quedar unos días más porque es hermoso, cantan,
se divierten y hacen karaoke”… (textual Radio10).
La
última vez que escuché una frase parecida fue en 1982, durante la guerra de
Malvinas, cuando uno de aquellos generales del orto declaró que los soldados no
tenían ningún problema con la provisión de comida y que “algunos soldados hasta
van a volver con algunos kilitos de más porque comen mejor que en sus casas”.
Posta,
ver en Youtube el famoso reportaje del noticiero “60 Minutos” de Canal 7 de
aquella época.
Tiempos
difíciles para la mesura y el sentido común...
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