Pilar Rahola - 06/07/2009
Honduras inquieta, pero quien preocupa es Chávez, auténtico culpable de esta insostenible situación
Sobredosis de Honduras, en mi viaje por Chile.
Hierven los periódicos, las tertulias, las conversaciones de todos con todos.
En la cena que comparto con diputados de la Cámara, mayoritariamente de Bachelet, pero también de la oposición, el comentario es unánime.
Hay que condenar el golpe de Estado - ¿contragolpe?-,pero…
Y el pero se convierte en la parte fundamental de una densa conversación, donde Honduras inquieta, pero quien preocupa profundamente es Hugo Chávez, auténtico culpable de la insostenible situación en el pequeño país centroamericano.
En su columna en el diario El Mercurio,Hernán Felipe Errázuriz habla de "las infecciones de Chávez", y recuerda que esas infecciones están enfermando de tal manera a las democracias que atacan, que lentamente van desapareciendo como tales. Dice Hernán: "Zelaya creía que bastaba ser elegido para ser demócrata, como Hitler, Chávez y tantos otros".
En el diario Las Américas,Carlos Sánchez Berzaín mantiene la dureza de sus otros colegas y asevera: "La búsqueda del poder total de este neocomunismo, para destrozar a la democracia, es ya un molde".
Y, rematando, el analista Horacio Calderón habla de los "golpes de Estado blandos", que están proliferando bajo los auspicios bolivarianos.
Ciertamente, el intento de Zelaya de vulnerar la Constitución hondureña, perpetuarse en el poder y quebrar las leyes del país situó a Honduras al borde de un conflicto, que finalmente estalló de forma traumática.
Me decía un notable diputado chileno que Zelaya había destruido todos los puentes con la sociedad civil, hasta el punto de que ni la Iglesia le daba apoyo.
Sin clases medias ni sectores dinámicos, sólo le quedaba el apoyo de los sectores rurales, a los que había bombardeado con el clásico populismo.
Nada es, pues, lo que parece en Honduras, y sobre todo no es lo que venden Zelaya y sus colegas del ALBA bolivariano.
Llama la atención que durante todo este tiempo la OEA no haya intervenido en el proceso colonialista del chavismo, y ahora se preste a expulsar al nuevo gobierno hondureño.
Muy balanceados no son.
Y, por supuesto, aún llama más poderosamente la atención, la actitud de la presidenta Fernández, hundida en las elecciones, atrapada en una crisis médica de más de 100.000 afectados por la gripe A, previamente negados para no dañar los votos, e inicialmente decidida a acompañar a Zelaya en su retorno a Honduras.
El aventurismo irresponsable de Cristina Fernández se está convirtiendo en una peligrosa seña de identidad de su Gobierno, hasta el punto de que, hoy por hoy, es uno de los líderes del continente más desprestigiados.
Nada que ver, por supuesto, con su vecina Bachelet, cuyos aciertos políticos la han encumbrado en las encuestas.
Incapaz de gobernar adecuadamente a los argentinos, la presidenta se va a decirles a los hondureños cómo tienen que gobernarse.
Es más patético y resulta un chiste...
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
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