La denominación y la esencia...

El filósofo Aristóteles, que vivió en el siglo IV a.C., en su “Metafísica” marca la diferencia entre la denominación y la esencia.

Señala que un concepto puede denominarse, ponerle un nombre, pero que eso no lo identifica con la esencia del concepto, es decir con su noción, con la acepción léxico-gráfica del concepto, es decir como se lo expresa y se lo escribe.

El Cardenal Spellman, obispo de Nueva York, una vez escribió, que cualquiera sea la denominación que le demos a un objeto, si ese objeto, vuela como un pato, tiene patas y pico de pato, se nutre y se reproduce como un pato, es un pato, es decir más allá de cómo lo denominemos su nación es “pato”.

En este mundo que vivimos, hay muchos conceptos que se denominan de una manera y son utilizados para señalar nociones de conceptos que no se empecen con el mismo.
En nuestras sociedades, se utilizan los términos, progresismo, ideología de izquierda, distribución equitativa de la riqueza, igualdad, renta extraordinaria de la oligarquía, para designar ideologías que apuntan a lograr en los gobiernos de carácter popular y nacional, una adecuación de los principios a sus actos y comportamientos en la función.

Progresista es un término que se aplica a los que defienden el progreso de la sociedad tanto en lo político-social, como económico, religioso y cultural, y señala el equilibrio y la igualdad de los actores.

Ideología de izquierda señala la posición ideológica progresista y renovadora partidaria de los cambios socio-político profundos en razón de la igualdad y se opone a las ideas conservadoras y tradicionalistas.

Distribución equitativa de la riqueza, señala igualdad, justicia natural, dar a cada uno lo que le corresponde, y sobre todo forma de distribuir la renta para lograr la eliminación de la pobreza, las injusticias sociales y elevar el nivel general de bienestar de la sociedad.
Para ello se gravan las rentas más altas de modo que reciban las rentas de los que más ganas los individuos de ingresos más bajos.

Igualdad denota la situación de trato idéntico a todos los individuos de una sociedad, que todos puedan acceder a los mismos beneficios y derechos, que todos puedan conseguir las mismas cosas.

Rentas extraordinaria de la oligarquía, resulta de la concepción de la oligarquía entendida como gobierno de unos pocos en el que los poderosos se unen para que todos los negocios dependan de su arbitrio, y conjunto de algunos poderosos que se unen para controlar todos los negocios de un país, una región o un sector.

Es nefasto socialmente que un poder o una ideología se denomine a sí mismo con estos conceptos cuando su comportamiento circula por otros caminos totalmente opuestos.
Pero es más nefasto aún, que ciertos sectores sociales compatibilicen la denominación y la esencia, cuando en realidad, significan situaciones opuestas.
Cuando la denominación no condice con la esencia, el término se ha pringado, se ha llenado de pringue, término indicado para señalar suciedad, que se pega a las cosas desnaturalizándola.

Pasaron 25 siglos y sigue vigente Aristóteles, tengan cuidado la denominación es una cosa y la esencia del concepto o la noción del término es otra.

No es oro todo lo que reluce.

El desparpajo de los poderosos de toda índole, políticos, económicos, culturales que se autoproclaman con conceptos que no van de acuerdo con su comportamiento y con su vida, es posible por ignorancia o complacencia de quienes deben controlar sus funciones.

El gran problema es la educación, el conocimiento que hace que el hombre pueda ser libre y elegir por sí, sin que nadie le diga lo que deba hacer.

Hace más de 200 años Mariano Moreno escribió:
"Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía."

Elias D. Galati
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