Brazil: Atrapado entre la impericia y la osadía...

Por Carolina Barros


¿Hay cambios en la política exterior brasileña?
Es algo que no está en discusión: al abrirle las puertas de su embajada en Honduras al depuesto presidente Manuel Zelaya, Brasil dio un giro en su tradición de «no injerencia» en los asuntos internos de otros países.
En lo que no todos están de acuerdo, sin embargo, es en la explicación, en los «fundamentals» detrás de este viraje.

«Esto no fue provocado ni por el Planalto (casa de gobierno) ni por Itamaraty (cancillería), sino que es la imposición desde afuera hacia adentro, de la centralidad y hegemonía regional de Brasil», dice Diego Guelar ante la consulta de Ámbito Financiero.
Para Guelar, ex embajador en Brasil y actual secretario de Relaciones Internacionales de PRO, «el punto de partida es el crecimiento brasileño en el orden global, que provoca que sean los acontecimientos los que se imponen, y eso desde la percepción que tienen los otros países de Brasil como potencia»

Cuestionamientos

En Itamaraty, varias voces ya cuestionan el volantazo que acaba de dar la política exterior brasileña al romper con el principio de no intervención.
Como la del ex canciller Luiz Felipe Lampreia (1995-2001), que marca el error de aceptar «que nuestra embajada se transformase en cuartel político de Zelaya».

Según explica Lampreia a O Estado de S. Paulo, Brasil «pasó a intervenir en forma militante en la confrontación entre las facciones políticas de Tegucigalpa», algo que «podría suscitar temores en vecinos más próximos y estratégicos que Honduras»

El ex canciller no ve un cambio sustancial, sino un acto precipitado o error de cálculo desde Itamaraty. Y se pregunta si la decisión de darle ayuda a Zelaya no acabará siendo demasiado costosa para la diplomacia brasileña.

«Brasil entró en un juego de riesgo», dice Rubens Barbosa, ex embajador de Brasil en EE.UU., y que, como Lampreia, pertenece al grupo de «los cardenales», una línea crítica a la política exterior del lulismo dentro de Itamaraty.

Hecho consumado

«Venezuela colocó a Brasil en una situación de hecho consumado, que pudo haberse negociado con otra embajada o con otros actores de la región para encontrarle una salida a la situación de Zelaya», declaró ayer a TV Estadão.

En cuanto a responsabilidades, no son pocos los que en la cancillería brasileña ponen la mira en Marco Aurelio García, asesor especial para el presidente Lula, que en la práctica se desempeña como un «canciller en las sombras» para América Latina.
«En la aceptación del ingreso de Zelaya a la embajada, sin condicionamientos -por eso desde allí puede incitar, impune, a la desobediencia civil-, radica la novedad para Itamaraty», dice a este diario un diplomático brasileño que requiere anonimato.

«En lo que se refiere a temas de Latinoamérica, es el PT (Partido de los Trabajadores), con el vicecanciller Samuel Pinheiro Guimaraes y García a la cabeza, el que decide la política exterior», agrega la misma fuente.

«Es el mismo Lula quien volcó a Brasil hacia la osadía», sentencia Luis Panelli, hoy analista en energía en petróleo y con 35 años de carrera diplomática en su haber.
«Siempre tuvimos una política exterior defensiva, consecuencia de compartir fronteras con 10 países», dice a Ámbito Financiero.
«Pero ahora Brasil quiere mostrar sus músculos, se pone a la ofensiva y hasta comete el error de cuestionar al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas», señala.

El canciller Celso Amorim planteó allí el tema Honduras y la respuesta de Susan Rice, embajadora de EE.UU. ante la ONU, fue que se debía discutir en foros latinoamericanos.

«Es un cambio negativo, originado en la politización de Itamaraty, que hoy sólo representa al Gobierno de Lula y no al Estado», dice este diplomático. «Lo peor -prosigue- es que no hay ningún motivo estratégico detrás de este episodio que va para papelón, ni tampoco intereses económicos como podría haber en Angola, o en Bolivia».

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