"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 29 de diciembre de 2009

El sembrador de vientos...

M. MARTÍN FERRAND

ESTÁ en la naturaleza del mal su propio engorde y, por ello, son pocas las calamidades que se arreglan por sí solas.

Ya nos lo advirtió, siete siglos antes de Cristo, el profeta Oseas:
- «Siembran vientos y cosechan tempestades: su grano no dará mies; ni la espiga, harina; y si la da, extranjeros la devorarán»

Ayer, también en ejercicio profético, nos avanzó La Vanguardia que el Tribunal Constitucional, después de tres larguísimos años de dilaciones y espera, dictará sentencia sobre el Estatuto de Cataluña en los próximos días.

Es la tempestad que se corresponde con el viento que sembró el Gobierno de Felipe González cuando derogó el Recurso Previo de Inconstitucionalidad.
Es también, y por decirlo todo, el fruto de la dejación del Gobierno de José María Aznar, que no quiso aprovechar su mayoría absoluta para abordar la «regeneración democrática» que nos había prometido y en la que estaba incluida la reposición de tan necesario recurso.

Parece ser que la presidenta María Emilia Casas y la ponente Elisa Pérez Vera han pastoreado convenientemente a la grey que les acompaña y que un honroso resultado de siete a tres alumbrará una sentencia que no conseguirá por sí sola, sea cual fuere su contenido, neutralizar los muchos efectos -no todos benéficos- que la aplicación del Estatut, y la entrada en vigor de las normas que de él se derivan, han generado en Cataluña.

Son de hecho, una modificación encubierta de la Constitución que, en Cataluña como en otras Autonomías, han pretendido los nuevos Estatutos con el entusiasmo y amparo de José Luis Rodríguez Zapatero, "gran sembrador de vientos" de nuestra raquítica democracia.

Está claro que el grano no nos dará la mies del progreso auténtico y que la espiga tampoco producirá la harina de la creación de empleo y la reducción del déficit; pero, ¿quién será el extranjero que devorará nuestros frutos?

Las profecías, por fantasiosas que parezcan, siempre terminan por cumplirse y, en España, tanto más cuanto mayor sea el mal que pronostican.

Aprender de los errores cometidos es una prueba de sabiduría y, a la vista de los males generados por la irresponsable supresión del recurso previo, cabría suponer que, dentro de esta legislatura, el Gobierno lo repondrá para que, como ahora acontece, el carro no vuelva a ponerse delante de los bueyes y los efectos perduren aún después de desaparecida la causa que los provocó.

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