Querían dar un golpe en la mesa, romper la vajilla y lanzar ante el conseller un contundente 'prou!'
Por Pilar Rahola / La Vanguardia.es
Por más que el refrán asegura que es un plato frío, lo cierto es que la venganza tiende a servirse en caliente y, como dijo Walter Scott, es un manjar sabroso, condimentado en el infierno.
Personalmente nunca entendí qué tipo de placer produce, quizás porque no entiendo el placer a la contra. Pero, a tenor de la capacidad de seducción que tiene, y de lo mucho que se practica, debe de ser muy intenso. Tanto, como penoso, triste y vacío.
"Ojo por ojo, y el mundo se quedará ciego", aseveró Mahatma Gandhi, y no hay día en que no se confirme su sabia reflexión.
Veamos el ejemplo del legado de Agustí Centelles.
Según la información, los hijos del gran fotógrafo ya lo han entregado al archivo de Salamanca, y dan por cerrado este espinoso asunto.
Es decir, el patrimonio fotográfico que escondió celosamente su padre, para que nunca fuera a parar al bando nacional, y cuya integridad representó un esfuerzo personal titánico, reposa definitivamente en el archivo creado con el expolio, la violencia y la brutalidad de los vencedores.
Por mucho que resulte evidente que hoy se trata de un archivo cultural, gestionado en plena democracia, su simbolismo es hiriente y, en el caso Centelles, es una auténtica maldad del destino.
Ya escribí sobre la actitud del ministerio, cuya voracidad con el patrimonio catalán nunca defrauda.
Podían comprarlo y podían dejarlo en Catalunya.
Pero parece que Catalunya se considera España para pagar, pero no tanto para recibir.
Ni tan sólo para recibir lo que es propio.
Sencilla y llanamente, lo que ha hecho el ministerio con el legado de Centelles es una canallada.
Eso sí, de Zapatero a Montilla, se trata de una canallada amiga.
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Pero quería hablar de la venganza.
Parece que todo empezó ahí, en un sonoro enfado largamente cocido durante años de indiferencia de la Generalitat, de mala gestión, de poca sensibilidad y, en definitiva, de incapacidad supina por mimar, cuidar y proteger un legado tan importante.
De ese larvado e intenso enfado nació un cabreo con ansias de venganza, sinceramente reconocido por los descendientes.
Querían castigar a la Generalitat, querían vengarse de la desidia e, incluso, de las mentiras.
Querían dar un golpe en la mesa, romper la vajilla, y lanzar, sobre el conseller de turno, el tan catalán, contundente y preciso prou!, cuya rotundidad no facilita segundas partes.
Lo han hecho.
Han castigado a la Generalitat.
Han hecho saber al mundial catalán que ellos mandaban, que no habían sido bien tratados, que no lo había sido la memoria de su padre.
Y tenían razón, pero la razón de su enfado nunca justificará la naturaleza de su venganza.
Porque no han castigado a un gobierno ni a unos políticos.
Han castigado a Catalunya, a su legado patrimonial y, con ello, a la propia memoria de su padre.
El agravio ha sido, pues, vengado.
La pregunta, ahora, es: ¿Digieren bien el atracón de venganza?
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 4 meses
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