Claves para reconocer a las figuras populares criollas reclutadas por el kirchnerismo.
¿Militancia auténtica u oficialismo acomodaticio?
Por Omar Bello *
Fuente: Revista NOTICIAS
Popular.
El bufón de Calabacillas, pintado por Velázquez, prestó servicios en la corte de Felipe IV.
Emulando al justicialismo de los cincuenta, el kirchnerismo está reclutando militantes entre las figuras populares criollas. ¿Son o se hacen?
A continuación, algunas instrucciones para desenmascararlos:
1) Desconfíe de los cambios bruscos
Hasta que una sucesión de fracasos los deposita en brazos del oficialismo, su único compromiso conocido era con las siliconas en los labios, el botox en las patas de gallo o las comedias ligeras televisadas.
Suelen ser los más agresivos del “lote” y la fiebre ideológica que escupen viene precedida de algún cambio profesional abrupto y difícil de explicar que, aunque se disfraza de crecimiento, huele a destierro obligado.
Por ejemplo, pasan de la televisión en horario central a una obra de teatro comprometida. Dicen haberse cansado de la pantalla chica pero todo indica que la cosa es al revés. Si los llega a llamar Suar hacen la gran Tenembaun: Se muestran sorprendidos y preguntan: ¿Qué les pasó?
2) No se encandile con los alcahuetes de lujo
De todo el vistoso ejército de adulones que el gobierno supo conseguir, son los militantes más tibios y discretos; tanto es así que cuesta desenmascararlos.
Sin embargo, vale la pena sacarles la careta ya que su apoyo “silencioso” pesa y mucho. El oficialismo los cuida porque son las joyas de la corona.
¿Cómo?
En principio, jamás los obliga a hacer humillantes demostraciones de devoción pública (a lo sumo hablan bien de la Ley de Medios)
Prestigiosos, adinerados y bendecidos por el éxito internacional, los carcome la culpa de viajar en primera en un país de cabotaje y, si bien no obtienen rédito directo por sus alcahueteadas sutiles, esquivan el desagradable mote de gorilas y los efectos devastadores de la envidia generalizada.
Acompañando sin exagerar a un proyecto que la va de progresista, exoneran pecados.
3) Detecte al chupamedias “amigo de la vida”
Usar la palabra fracaso para referirse a ellos resulta injusto y exagerado. Aunque hace rato que no están en el pico de sus carreras, por años se ganaron el corazón del público y ahora, con esos años convertidos en panzas prominentes, arrugas estiradas, voces en declive y achaques denigrantes varios, van por ahí repitiendo el mismo papel que los consagró o cantando viejas y pegadizas canciones.
Vivos como un rayo y sabedores de que los políticos pasan y los artistas quedan, no son de apoyar públicamente y si tienen que decir algo del político en cuestión, hablarán de una “amistad de muchos años”
Simplemente aparecen en un acto o, si nos fijamos bien, sus decadentes espectáculos están auspiciados por algún organismo gubernamental o provincial. ¿Qué ofrecen a cambio? Por una u otra razón, siempre aparecen en una foto con el funcionario devenido en mecenas.
4) Discrimine entre adherentes y adherido
Descendientes directos de Gómez Fuentes, tienen una larga y prolífica trayectoria en el arte de sobarle el lomo al gobierno que les toca en suerte.
Aunque hoy por hoy, gracias a la generosidad de la publicidad oficial también transitan los medios gráficos, el cable y las radios, su guarida por excelencia sigue siendo el siete, canal maldito si los hay que pierde el pelo pero no las mañas.
¿Su arma mortal? Aturden porque viven a la defensiva.
¿Oficialista yo?, gruñen ni bien se los señala con el dedo.
No todos apoyan directamente al kirchnerismo pero hablan de la televisión pública como si fuera la BBC de Londres.
Material de descarte para los privados, se aferran al canal del estado con vocación de ventosa.
En relación a ellos el gobierno hizo una movida magistral: los trabajadores del viejo ATC terminaban expresando su apoyo a regañadientes ya que les pagaban tarde y mal. Ahora que los sueldos mejoraron, el amor por lo público se expresa a pura sonrisa y alegría. Lo que se dice, buena onda oficialista.
5) No se deje engañar por los rebeldes (way)
Parientes cercanos de los “alcahuetes de lujo”, pero un poco más jóvenes y menos prestigiosos que sus colegas, sienten que están en un punto de sus carreras en el que no es conveniente darle la espalda a un gobierno que enarbola la bandera de los derechos humanos.
Dado que los setenta son tan redituables que su sola mención los convierte en discípulos aventajados del Che Guevara, chupan las medias oficialistas sin abandonar su look rebelde y despreocupado. Su lema de cabecera es “roban pero reivindican”; reformulación post moderna del “roban pero hacen” que reinó en los noventa.
Si observamos su historial artístico, resulta obvio que preferirían vivir en Estados Unidos y hablar de los desastres ecológicos por el derrame de petróleo, o adoptar a un niño haitiano que, al fin del día, terminará en los brazos de una mucama latina. Claro que los pobres están acá y si hacen eso la gente se les ríe en la cara.
6) Recuerde que la jubilación no garantiza nada
Del pelotón de caraduras que ordeñan la teta oficialista, estos son mis favoritos. ¿Por qué?
Viejos lobos de mar, están de vuelta de todo y lo único que buscan es una jubilación digna que les permita esquivar la Casa del Teatro cuando el público les diga basta. ¿Qué te puedo cobrar? Tan descarados son que en caso de ser necesario pueden llegar a aceptar candidaturas varias y, ya pasadas las elecciones, renunciar porque deben emprender una gira a nivel nacional. En su momento, algunos de ellos se comprometieron en serio y tuvieron un renacer en los ochenta con la vuelta de la democracia.
Ahora, con más de seis décadas encima y algunas decepciones acumuladas, están convencidos de que lo único por lo que vale la pena pelear son los billetes. Dado que la vida les regaló este otoño setentista, no están dispuestos a dejarlo pasar así nomás. La experiencia les enseñó que, después de los Kirchner, pueden volver al freezer; destino polar que en su caso sería la última morada. Queman las naves porque ya no tienen la intención de viajar a ningún lado.
7) Sospeche de la candidez gaucha
Barridos por la ola de folkloristas estilizados que, imitando a la cultura pop, llenan teatros con chicas que les tiran ropa interior, muchos de los viejos exponentes del folklore criollo no tienen más remedio que sumarse a las huestes oficialistas para sobrevivir.
Más silenciosos que el resto de los alcahuetes artísticos, se reconvierten en funcionarios públicos de perfil bajo o viven de lo que les pagan por asistir a los actos oficiales; ceremonias en las que Cristina Fernández los escucha con más resignación que placer. Uno los ve y se pregunta: ¿Todavía viven?
No sólo viven sino que pueden estar manejando generosos presupuestos de algún ignoto organismo cultural. Eso sí, su repertorio permanece intacto a lo largo de los años. De “Un Son para Portinari” y “María va” no los bajan ni a palos, y aunque cada día cantan peor, se autoproclaman la voz profunda de la patria. Pobre Pachamama.
8) Mire de reojo al empresariado “kirchnerista”
Si un actor oficialista puede resultar sospechoso, un empresario artístico que apoya al discurso del gobierno enciende todas las señales de alarma.
¿Algún muerto en el placard que podría descubrir la AFIP?
¿La búsqueda de un beneficio particular?
No son muchos, pero algunos pocos muy conocidos (dueños de teatros, publicistas, productores, etc.) demuestran un nivel de sintonía con las políticas del oficialismo que, de mínima, no concuerda con su salvaje y capitalista historia previa.
Bufón. Barbarroja, retratado por Velázquez. Tenía por oficio hacer reír a los poderosos de la corte de Felipe IV.
Los hay de izquierda que, en condiciones normales, jamás podrían pasar por alto las incongruencias de este gobierno, y de derecha que, si miramos su sinuosa hoja de ruta, exhiben menos compromiso social que Ricardo Fort y sus compañeros de correrías. Unos porque hacen la vista gorda y los otros porque exhiben una vocación política repentina; en ambos casos la duda está a la orden del día.
9) Distinga al rockero del cara de piedra
En una situación parecida a la de los folkloristas gubernamentales que venden el poncho a cambio de favores, muchos rockeros argentinos, desbordados por una juventud que entroniza a “Miranda” o desprecia el rock nacional que sacudía las caderas de sus padres, y con la artrosis pisándole los talones, juegan las últimas fichas a un oficialismo que se muestra dispuesto a pagar muy bien sus añejas y nostálgicas participaciones en los numerosos actos públicos en los que se vanagloria la figura presidencial, o en eventos gratuitos donde la paga se disfraza bajo el rubro “gastos”.
Es eso o tocar en los cumpleaños de cincuenta para arriba frente a un pelotón de borrachos que le piden autógrafos o le exigen que canten siempre el mismo tema.
Porque después del resurgimiento durante la guerra de las Malvinas, al rock argento le fue peor que al folklore en la difícil tarea de sonar en las radios o vender discos.
10) Dude de los que castigan a su propio gremio
Dude de los que castigan a su propio gremio: para alguien dispuesto a venderse, nada mejor que un gobierno que le ofrece la coartada de un discurso izquierdista light, apto para mantener privilegios y, al mismo tiempo, con luz verde para denunciar a sus compañeros que trabajan en maléficas corporaciones destinadas a arruinar la vida de los argentinos.
Detrás de esta concurrida corriente de chupamedias se encolumnan periodistas, escritores, filósofos, conductores y editores de diarios y revistas que, aunque no siempre apoyan abiertamente las políticas gubernamentales, se caracterizan por demonizar a sus colegas, acusándolos de instaurar un discurso depresivo y golpista.
De todos los colaboracionistas “contratados” de una u otra manera, suelen ser los más efectivos frente a la opinión pública porque, con asombrosa facilidad, se camuflan de independientes o zurdos.
* Filósofo y Publicista
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 1 mes
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