"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 21 de noviembre de 2010

La música y el canto

La gira de Paul McCartney y su show nos ha permitido ver la diferencia entre la música y el canto, por si mismo, y los ingredientes y agregados que a su pureza hacen algunos exponente de la música contemporánea.

La música tiene un valor en sí misma, y su expresión sonora, su cadencia, su ritmo, su tono hacen a una manifestación particular de la cultura, universal como pocas.

Es el arte de combinar los sonidos en una sucesión temporal para conseguir una belleza formal o emocional de acuerdo con los cánones culturales.

Originariamente era el conjunto de artes que hacían a los sonidos, la poesía y la danza.

Es un concepto tan amplio que se usa la musicalidad como símbolo de una obra exquisita, de un paisaje bucólico, de una suave brisa o de una acción que irradie belleza y composición.

Desde Aristóteles se ha entendido también a la música como la expresión de los sentimientos mediante los sonidos.

El filósofo griego le atribuía efectos morales, que hacían a la bondad y a la mejoría del hombre, aunque reconocía que era imposible abarcar todos los fenómenos musicales que se dan y se han dado en el mundo y su amplísima variedad.

Y la conjuncion más notable de esta musicalidad que emana del universo es la union entre la música y el canto.

La voz humana como un instrumento musical más, que no sólo acompaña sino que muchas veces define y determina a la música.

En este contexto la música de Paul como la de los Beattles ha sino pionera en el desarrollo de esta conjunción.

Desde la musicalidad misma, desde la musicalización, desde la armonía entre la voz y los instrumentos y desde la concepción de partituras notables pero al mismo tiempo sencillas que han marcado una época en la historia musical de la humanidad.

Diversas vertientes han surgido en el transcurso del tiempo, el clasicismo, el romanticismo, la música doméstica.

Y la música poética, aquella que une la belleza de la creación de la armonia y el ritmo con la belleza de la letra que va a su lado.

Cuando el intérprete y a veces el creador de esa música la expone ante su público en la dimensión exacta y natural de la misma, en su pureza interpretativa, sin adhesiones ni exageraciones, pareciera un compañero de aventuras cantando en al sobremesa de un festejo, y la creación sube hasta su nivel más alto y la música obtiene lugares desacostumbrados.

Se logra una comunicación íntima entre el ejecutante y el oyente. Se llega a un nivel de afinidad profundo y a un sentir en el corazón de uno, lo que proyecta el corazón del otro.

Lejos de vanidades, de perfiles mediáticos y de escándalos, el concierto transcurre en el puro discurrir de la música, partitura y canto.

Es la mas genuina expresión, despojada de todo artificio, que consiste solamente en ejecutar una partitura.

Para ello cuenta con dos valores excepcionales, un intérprete exquisito, que siente y toca la música desde el corazón, y una melodía de gran calidad y de profundos valores musicales.

Estas dos figuras se superponen, se amalgaman y escapan a las coordenadas de tiempo y espacio, es una música para todos los tiempos y para cualquier espacio.

No son muchos los artistas que respetan la pureza de la música, y que hacen de su interpretación un exacto calco de la partitura.

Menos aún, los que logran conformar un halo de belleza sonora en conjunción con la voz humana, y en concordancia con los sentimientos y emociones de la gente.

Ellos producen belleza, pero también bondad, alegría y paz en este mundo, y logran rescatar la rispidez y el chirrido de los ruidos que pululan por la vida contaminando el ambiente y desquiciando a la gente.

Elias D. Galati

wolfie@speedy.com.ar

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