Los bienes y servicios públicos apropiados como patrimonio personal de quienes tienen responsabilidad por nombramiento como representantes en el orden institucional de la Nación Argentina, constituyen atentando contra el sistema democrático según lo establece el artículo 36 de la Constitución de la Nación Argentina en vigencia.
Los medios de comunicación informan y comentan con preocupante frecuencia este tipo de ilícitos cometidos por las dirigencias de los actuales poderes del Estado, sindicatos y “organizaciones sociales”, que atentando e incluso interrumpiendo por hechos de fuerza la observancia del “orden institucional y el sistema democrático” perjudican el normal desenvolvimiento de la sociedad. Las consecuentes explicaciones de los voceros políticos, sindicales y de organizaciones intermedias aparecen como ingenuas, increíbles y pervertidas racionalizaciones que evidencian verdaderos despropósitos.
En otro tiempo José Hernández (1834-1886) supo relatarnos en sus versos similares abusos: Yo he visto en esa milonga/ Muchos jefes con estancia,/ Y piones en abundancia,/ Y majadas y rodeos;/ He visto negocios feos,/ A pesar de mi inorancia. (verso 822). Es cierto que “nada nuevo hay bajo el sol”, pero el “despliegue de maldá insolente” vuelve a confirmarnos que vivimos en el tiempo del “atropello a la razón”
Tremendo es tener que percibir que lo opuesto a la razón es guía oportunista para líderes políticos y sociales. Sabido es que desde el inicio de los tiempos la humanidad dispuso de la facultad del pensamiento como característica diferencial para desarrollar su vida con eficiencia, con ética y estética.
Mediante su pensar, el hombre logró desentrañar las “leyes de la naturaleza” y así pudo poner al servicio de su mundo todo lo existente. Quienes lograron “entender y comprender” tuvieron un mejor modo de vivir y posibilidad de superador desarrollo en seguridad, economía, salud, educación, civilidad y organización política. Para ello debieron tomar en consideración, como lo interpretara el barón de Montesquieu, que “Las leyes, en su sentido más amplio, son una relación necesaria derivada de la naturaleza de las cosas”. Este respetado fundamento intelectual permitió a familias, grupos humanos y pueblos enteros mejorar la supervivencia y adicionarle la dicha de satisfactorias culturas.
Atendiendo a este fenómeno propio del hombre, nuestro poeta gauchesco puso su opinión en boca de Martín Fierro diciendo: Nace el hombre con la astucia/ Que ha de servirle de guía./ Sin ella sucumbiría;/ pero sigún mi experencia,/ Se vuelve en unos prudencia/ Y en otros picardía. (verso 6994)
Recordando una queja de José de San Martín, padre fundacional de nuestra patria, referida a los fracasados afanes y esfuerzos por la causa libertaria americana, que expresaba: “no hay bien ganado en esta vida”; queda como esperanza que si aquellos nobles propósitos de tantos hombres íntegros resultaron demorados, pospuestos e inacabados es de suponer que tampoco deberían prosperar las mezquinas y pervertidas finalidades de los actuales estafadores del pueblo.
El destino recientemente dispuso de la vida del “jefe de facto” del Ejecutivo y pareciera que el poema de José Hernández, una vez más, puede esclarecer alguna de nuestras incógnitas: Para explicar el misterio/ Es muy escasa mi cencia./ Lo castigó, en mi concencia,/ Su Divina Majestá:/ Donde no hay casualidá/ Suele estar la Providencia. (verso 3624)
Incertidumbres grandiosas, dudas y oportunidades para los “aprendices de brujo” de la magia electoral, que tan mal y finalmente tan bien le resultara al difunto, se presentan para los competidores políticos ante la ausencia y “vacío” de sus caprichosas ocurrencias institucionales y económicas; siempre marginales a las virtudes de un verdadero estadista. Pero ¡ojo!, cuidado, el gaucho Martín Fierro también supo advertir a su modo las consecuencias de cuestiones que hoy son alertadas como “clientelismo”, “amiguismo” y compra de voluntades:
En su ley está el de arriba/ Si hace lo que le aproveche./ De sus favores sospeche/ Hasta el mesmo que lo nombra:/ Siempre es dañosa la sombra/ Del árbol que tiene leche. (verso 7162)
El diseño de este escrito en aparente prosa, es en parte selección de algunos versos gauchescos de aquel gran poeta y comprometido legislador de la Provincia de Buenos Aires. Sus observaciones, experiencia y estilo resultaron irreemplazables para contrastar lo que hoy también nos quieren contar los políticos como poema, pero con “disparatados versos”.
En descargo a mi osadía y pidiendo licencia al poeta, repito su intención:
Y no piensen los oyentes
Que de saber hago alarde;
He conocido aunque tarde,
Sin haberme arrepentido,
Que es pecado cometido
El decir ciertas verdades. (verso 2400)
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Licenciado Claudio Valdez por gentileza de su autor.
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