"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 28 de febrero de 2014

"El hombre y el árbol".


Hasta que aquella tarde el hombre volvió al pueblo y subió nuevamente a la montaña.
Suavecito cayó la noche sin luna y el hombre pudo contemplar a las estrellas...
De pronto observó que contra el cielo se recortaba la figura desnuda del árbol en otoño, pensó un momento y dijo.
-"Que triste es ser una hoja de este árbol, nacer y vivir en el mismo lugar para sólo ser libre al quedar seca y muerta, sin conocer el mundo, esclava de su destino y de su función.

Esto porque no desea su libertad, tiene miedo de desprenderse de la rama que la sostiene, siente temor de caer, de volar con el viento hasta el cielo, de visitar la nube y la estrella, la montaña y el mar.
Este árbol es lo mismo, nace y vive en el mismo sitio, nunca va a ninguna parte y cuando ya no de fruto, lo cortarán y servirá como leña que en el fuego será quemada.
Solamente es un árbol más entre tantos árboles, el usa de la hoja y el bosque usa de él.
Yo mismo soy una hoja, una de tantas de un inmenso árbol, quien es sólo uno entre ellos, de un gran bosque, de miles de bosques, de una montaña, de tantas montañas, de una tierra, de un sol, de tantos soles...
Una galaxia, muchas de ellas, de todo lo que existe, de Dios..."

El hombre tuvo mucha pena..... y el árbol se compadeció y le habló:
-"Eso que dices es cierto; pero no totalmente, estás mirando sólo un lado de la moneda, es por eso que sufres".
-"¿Cómo es eso?"- preguntó el hombre, extrañado de que el árbol hablara con tanta propiedad.
El árbol contestó:
-"Te explicaré de acuerdo a lo que sé y conozco.
Como no he viajado jamás a ningún lado, únicamente he podido observarme a mí mismo y ya que soy muy viejo, he tenido todo el tiempo del mundo para hacerlo.
Es por eso que aunque como vez no existe otro árbol cerca de mí, he llegado a saber todo o casi todo sobre los árboles, sus distintos tipos y funcionamiento; en fin, puedo decir que en asuntos de estas criaturas soy toda una autoridad.
Aún más, yo atribuyo este conocimiento a que por razón del destino o la casualidad haya nacido solo, lejos de mis congéneres, lo que seguramente permitió que nada ni nadie me tapara los rayos de nuestro padre el Sol, ni compitiera con el agua y los alimentos que la Madre Tierra me ofreció durante mi crecimiento y a lo largo de mi dilatada vida.

Y también a que en vez de gastar mi energía en interminables charlas y discusiones acerca de diez mil nimiedades diversas, haya yo dirigido ésta hacia la observación de mis múltiples procesos interiores y de sus relaciones con los que el Cielo y la Tierra realizaban todos los días frente a mí y que posibilitan entre otras cosas el equilibrio que permite mi existencia y las del resto de las criaturas, mis hermanas...
Es así que me atrevo a indicarte tu error, o mejor dicho tu visión parcial de los hechos, la que te limita el poder ver".

El hombre, algo irritado por la indiscutible autoridad con que el árbol habló, amoscado y procurando parecer sabio y docto, adecuando algunas frases y palabras de las muchas que había leído y estudiado en los libros, así como otras que le habían sido enseñadas, dijo:
-"Mi querido señor árbol, me parece percibir en tus palabras algo de verdad; sin embargo veo por tu apariencia rústica y en esta época del año deshojada y desnuda, que bien primitiva ha de ser tu sabiduría, amén de basada en subjetividades acumuladas por un añoso y chocho anciano vegetal.
Además que según percibo, de acuerdo a tu inmóvil condición seguramente no habrás tenido acceso a libros, ni a escuelas, ni a elevadas charlas filosóficas, ni a maestros, ni a doctrinas; todo lo cual y más hacen a un hombre elevarse por sobre el común de los mortales, transformándolo de un animal humano en un verdadero dios encarnado.
Un dios que gobierne a los hombres, simples bestias, las que por su baja condición merecen ser manejadas por los que como nosotros se han liberado de la tiranía de los instintos, dedicando el resto de nuestra existencia a perfeccionarnos en el estudio de los Misterios de la Naturaleza; para que así cuando abandonemos esta envoltura bestial podamos encarnados en un cuerpo celestial más acorde con nuestra elevada presencia, gobernar algún planeta y por qué no, tal vez un pequeño sol.

Ya que pareces creer que sabes mucho, seguramente te desilusionarás en gran medida al comprobar que de acuerdo a los parámetros que te he dado y de los cuales distas sobremanera, por lo que tu disminuida apariencia me deja entrever, te doy mil disculpas venerable y anciano ramaje por despertarte de tu indudablemente ensoñado conocimiento y engaño".

Dicho este largo discurso el hombre entornó los ojos y cruzando las piernas, al son de monótonos monosílabos, dio por terminada su conversación con el árbol, quien lo observaba silencioso.

Y luego pensó:
"Que vanidoso, engreído, soberbio y estúpido es este árbol; necio, ignorante y dormido.
¿Quién ha sabido de alguno que solo y observándose a sí mismo, al cielo y la tierra, haya obtenido algo sino dormirse aún más profundamente?
Todo hombre que sabe da por supuesto que se debe trabajar con sus hermanos y maestros, sólo en un grupo puede obtenerse la liberación".
Después de lo cual se quedó muy tranquilo, satisfecho y beatífico al haber dado una lección a tamaño presuntuoso.

Pasaron algunos minutos y el árbol como hablando para sí, dijo muy sereno:
-"El buscar eternamente, el estudiar eternamente filosofías y doctrinas, técnicas y conocimientos, sin decidirse a buscar, a estudiar, a encontrar, a comprender; son las trampas que el demonio pone a los escasos hombres o árboles que por alguna razón han podido darse cuenta que están en un corral.
Así cuando alguno de ellos piensa que está abriendo la puerta para escapar, en verdad está entrando nuevamente por la puerta del fondo, aquella que está más cerca del desolladero".

El hombre que escuchó claramente todo lo que dijo el árbol, habló visiblemente molesto:
-"Duras son tus palabras anciano, desautorizas a nuestros libros, a nuestras filosofías, doctrinas y maestros. ¿Es qué para ti no hay nada sagrado ni verdadero?"

Y el árbol contestó:
-"Yo a nadie ni a nada desautorizo o desacredito, los libros, técnicas, filosofías, doctrinas y maestros son correctos y verdaderos".
-"Pero si tú mismo has calificado de demoníacas a todas ellas.
¿Cómo ahora te retractas?,
¿son tus palabras las de un demente entonces?- preguntó el hombre muy agitado y descompuesto.

Y el árbol dijo:
-"Te quedas en mis palabras, si quieres comprender, debes ir más allá de ellas...
La verdad está más allá del sí y del no, es afirmación completa".
-"¿Afirmación completa?"- inquirió el hombre.
Y el árbol asintió con todo su cuerpo, agitándolo junto al viento y hasta la montaña se estremeció.

-"Explícame eso filosóficamente".- dijo el hombre, ya algo interesado en la conversación.
Y el árbol respondió:
-"Yo ignoro hablar en bonito; como antes dije solamente conozco de árboles, de tierra, de lluvia, de nubes, del Sol, de las estrellas, de los pájaros y los gusanitos que viven bajo mi sombra, de la vertiente que me refresca y de la pequeña existencia del caracol que vive en su orilla,
Mentiría si hablara de eso que tú llamaste "filosóficamente", no puedo describir ni explicar algo que no haya visto o sentido.
Según he sabido, en los bosques mis hermanos se dedican a discutir sin cesar acerca de la naturaleza de las cosas y de sí mismos; establecen mitos y doctrinas acerca de sus "descubrimientos", aún cuando jamás se han observado las ramas más allá de las narices.
Es todo al revés del refrán: "el bosque no los deja ver el árbol".
Supongo que en el bosque está la razón de eso que es llamado "filosóficamente", más esto sólo es una observación personal mía, proyección pura". y luego agregó:
- "Únicamente a través de lo que hay en nuestro interior podemos interpretar lo exterior, no es posible hacerlo de otro modo...
El que crea lo contrario se engaña o se le ha engañado...
Seguramente por su afán de "filosóficamente", es que cuando los hombres llegan con sus hachas y sus máquinas nadie se da cuenta de lo que pasa.
Solamente cuando le llega el turno a cada uno comprenden súbitamente la razón del bosque.
Mientras tanto los otros, en el fragor de sus discusiones no tienen tiempo de observar nada.

- Tal vez, debido a mi soledad me he librado de eso que llamaste "filosóficamente" y sus nefastas consecuencias.
De todas formas, con mi lenguaje burdo y corriente y con mi limitado conocimiento, trataré de explicarte y hacerte comprender eso de la "afirmación completa" o la verdad, de acuerdo a lo que he podido observar en el curso de mi existencia o sea "mi verdad".

El árbol prosiguió:
-"La "verdad-árbol" es como yo, o sea se manifiesta a través de dos raíces".
-"¿Dos raíces?"- preguntó el hombre.
-"Exactamente".- dijo el árbol
-"Lo que tú llamas un árbol no existe, esto que ves y que los hombres llaman árbol es realmente una "raíz-del-cielo".
-"¿Raíz hacia el cielo?"- preguntó el hombre -"Que cosa más rara. ¿Quién ha oído algo semejante?"

-"Así como oyes, una "raíz-del-cielo", porque también existe una "raíz-de-la-tierra" ". -dijo el "no-árbol".
-"Bueno a esa si las conozco, todos los árboles tienen raíces hacia la tierra". -contestó el hombre.
-"Otra vez con lo de los árboles".- dijo el "no-árbol"
-"Te insisto en que eso es un error producido por una incapacidad de ver.
Los hombres existen en y ven sólo un mundo de ilusión, con cosas ilusorias o para ser más preciso, con medias cosas.
Además no se dice "raíces hacia la tierra", lo más correcto es "raíz-del-cielo" y "raíz-de-la-tierra", aún cuando en verdad van hacia el cielo y hacia la tierra respectivamente".

-"Déjame ver si entendí".- dijo el hombre
-"Los árboles no existen como un árbol, sino que cada uno de ellos en verdad son dos árboles o dos raíces, o lo que sea... ¿Verdad...?"
-"Tampoco eso es muy correcto".- dijo el "no-árbol-raíz-de-el-cielo/raíz-de-la-tierra"
-"No son dos árboles, sino que uno solo y no se ve".
-"Ahora si que no comprendo nada".- dijo el hombre
-"Vas a tener que explicarme todo de nuevo...
Es probable que tu lenguaje rústico sea poco claro para expresar las ideas y es por eso que no he captado perfectamente lo que dices".
-"Con gusto".- dijo el "no-árbol-raíz-del-cielo/raíz-de-la-tierra"
-"Escucha: el árbol que realmente es, que está más allá de la ilusión, es invisible y no puede ser visto con los ojos, ni escuchado con los oídos, ni tocado con las manos... se llama el "árbol-real" y sólo puede ser percibido por un "hombre-real"... por un "hombre" ".

-"¡Ah, qué locura!".- dijo el hombre
-"Si algo no se ve, no se toca, no se escucha, es que no existe.
¡Eres sólo un estúpido y necio árbol viejo!"

- Luego pensó: "Estoy perdiendo mi tiempo hablando con un demente, está totalmente enajenado, ni siquiera puedo entender lo que me dice, su cerebro está perturbado... "

Entonces "árbol-real" habló muy serio y con un dejo de tristeza en sus palabras dijo:
- "No has comprendido porque ves sin ver; me escuchas sin escuchar y tocas sin sentir; para que puedas ver a un "árbol", lo primero es aprender a ver, a escuchar; a sentir.
Sólo así podrás ver "lo-real", lo que no se ve, no se escucha, ni se toca...
Únicamente así podrás conocerme y sabrás así quién soy, mi verdadera naturaleza y mi función".

El hombre no dijo más.
Volvió sobre sus pasos y comenzó a bajar la montaña...

No hay comentarios: