A esa hora ya no había nadie.
Solo ella y yo, caminando lentos bajo aquella llovizna perezosa, y dueños absolutos de una inmensidad inesperada.
Durante el trayecto, y sin buscar reparos, la humedad desparramó nuestros pasados, presentes, y futuros. No sentimos la obligación de contar nuestras historias, sino una necesidad imprudente de confesar lo inexpugnable.
Despojarnos premeditados, sabiendo que no había testigos que delataran nuestras revelaciones, y sin el temor a desmentirnos, si se hiciera necesario.
Fue cuando inconscientes asumimos que nos haríamos cómplices de la verdad que calla, y no de la mentira que muestra.
Al final del recorrido, decidimos pasar a la clandestinidad nuestro sentir, para seguir siendo al otro día, parte de la monotonía que nuestra piel ostentaba.
No nos juramos nada, para dejarnos todo.
Así son los amantes.
Una eterna promesa...
Gabriel Veilxo
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 1 mes
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