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Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 17 de junio de 2015

Un frente Macri-Massa, la bala de plata que podría evitarles un fracaso

Mariano Obarrio

El PRO nació como una unidad de dirigentes peronistas, radicales, ex ucedeístas, cavallistas, provinciales e independientes.
¿Qué es el “PRO puro”?
Solamente una entelequia marketinera de Jaime Duran Barba, destinada a fracasar electoralmente si no hace confluir todos los espacios opositores. 


Se demostró en los sucesivos capítulos electorales que ganarle a los oficialismos es tarea casi imposible en la Argentina de hoy, si no hay estrategia conjunta, unidad de la oposición.
El que tiene el Estado inclina la cancha.

Las elecciones en Santa Fe sacaron a la luz las dificultades que tendrán Macri y Massa para ganarle, por separado, al oficialismo.
Le guste o no le guste a los gurúes del marketing.
Las alianzas son tan viejas como la política y mucho más eficaces que el marketing.
El oficialismo, que es el peronismo más el kirchnerismo, más infinidad de partidos de toda calaña, ya se alineó.
Lo hizo detrás del candidato peronista emergente, Daniel Scioli, como antes fue Menem, Duhalde o Kirchner.
Randazzo es un sparring para sumar por izquierda.
El peronismo es una maquinaria de poder, un aparato que sabe ganar elecciones juntando el agua y el aceite.

La otra pata de la receta peronista -el manual del operador- es dividir a la oposición, estimulando con recursos a terceras fuerzas que compliquen la existencia de sus rivales en cada distrito o a nivel del país.
En este caso Macri y Massa hacen ellos mismos el trabajo.
La oposición marcha a los tumbos con prejuicios, pruritos y complejos.
Llena de límites auto impuestos.
No habla de izquierda ni derecha en su discurso pero se divide según esa categoría.
El peronismo demoniza mediáticamente a la izquierda o la derecha según la época, pero junta a ambas para ganar las elecciones y luego reparte el poder pragmáticamente como corresponde.
La única traición, entre ellos, es el llano.

Los macristas protestan en Santa Fe sobre la leche derramada por sospechas de irregularidades en las urnas y en los telegramas.
Si no pudieron controlar ellos los comicios allí y dependían de los fiscales de Perotti,
¿Cómo podrán controlar la provincia de Buenos Aires o las provincias del Norte, donde los caudillos hacen lo que quieren?
Para eso también la oposición debe juntar fuerzas porque con el altruismo de Cristina y la capacidad de la Justicia Electoral no se puede contar.

Cristina está dispuesta a usar todos los mecanismos para ganar las elecciones. 
Reparte contratos en el Estado, planes sociales, tiene 15 o 20 millones de subsidiados pobres, a los que les aumenta en cantidad y montos,
quita y pone impuestos, sube sueldos, aumenta créditos,
planes de cuotas, descuentos, usa el presupuesto de 1,2 billones de pesos,
compra legisladores, jueces, medios, periodistas,
usa publicidad oficial y conforma un frente donde conviven el formoseño Gildo Insfrán con Hebe de Bonafini; Raúl Otahacehe y Luis D’Elía; el barón Hugo Curto y el socialista Jorge Rivas.
Pero a los demás Cristina Kirchner les exige “coherencia política”.
Y la oposición está empecinada en darle coherencia tal y como le exige la Doctora.
Los retadores tienen pánico de ser la Alianza y se compran el discurso oficialista.
La Presidenta fue a Roma, incluso, a gestionar apoyo del Papa, que tiene predilección por Scioli.
Pero la oposición todavía no se enteró. 

La Reina juega con todas las fichas.
Si Mauricio Macri y Sergio Massa no se unen en un frente común, están seriamente complicados para ganar las presidenciales.
Y aún si ganaran deberían unirse luego para gobernar.
Uno no podría gobernar sin el otro.
¿Cuál sería el problema de sincerar de antemano esa necesidad mutua en un frente?
Para Macri, sería malo que Massa no se presente a elecciones.
Esa no es su solución, sino su problema.
Porque de ese modo los electores massistas quedarían sin techo y se repartirían en forma espontánea y desordenada.
La suma virtuosa, en cambio, sería incorporarlo a “Cambiemos”, como gobernador o vicepresidente, con fórmulas intercaladas, porque de ese modo se le ofrece al nuevo aliado y a sus votantes un futuro, un destino de poder y un espacio institucional.
Se lo obliga a jugar a favor y no se lo empuja a operar en contra.

En política 1 más 1 no es 2.
Es cierto.
Pero en las sumas virtuosas, 1 más 1 puede ser 1,7, que es más que 1.
O puede ser 3 por el efecto polarizador.
Esa es la técnica que usaría Massa si estuviera arriba en las encuestas.
Seguramente luego de una larga negociación, lo incorporaría a Macri a su lista, por una sencilla razón:
"Es peronista y entiende de cómo se llega al poder...."
Podría decirse que la política es el arte de juntar tercios para llegar.
¿Están a tiempo?
Ya no tienen posibilidad de aliar a los dos partidos, Cambiemos y Frente Renovador.
El cierre de las alianzas venció el 10 de junio.
Solo Macri podría invitar a Massa a sumarse como extra partidario a Cambiemos y ofrecerle lugares en sus listas.
Como Massa le cedió lugares a Macri en sus listas del Frente Renovador en los comicios legislativos de 2013 sin que PRO se anotara en la Justicia.

El paso siguiente sería intercalar fórmulas conjuntas.
El publicista político Durán Barba sigue duro, pero otros hombres del entorno macrista “puro”, pragmáticos, insisten en juntarse con el “impuro” Massa. 

El macrismo incorporó a varios peronistas en sus filas:
Critian Ritondo, Emilio Monzó, Jesus Cariglino, Diego Santilli, Humberto Schiavoni, entre otros.
Todos ocupan los primeros planos del partido macrista.
Por otra parte, los frentes electorales son moneda corriente en todo el mundo.
¿Tan “impuro” sería un frente común? 

Sería la única forma de juntar a los electorados que hoy dispersos favorecen al oficialismo.
Les queda esa bala de plata:
La usan contra el PJ o juegan a la ruleta rusa...

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