Por:
Lorena Udaeta Siles
El
último isabelino que falta para recibir la bendición del Papa en persona es
Horacio Vertbisky.
Los transformistas
judiciales liderados por Gils Carbó siguen las instrucciones de Elisabeth y buscaran
todos los artilugios legales para que los imputados por delitos federales
permanezcan impunes.
A
nivel social se internan en barriadas humildes como únicos garantes de la
continuidad del "modelo" y, desprovistos del amparo económico y
logística del PJ, se guarecen a la sombra del Papa Francisco.
La
genuflexa procuradora acreditó al ultra K y excelso zaffaroniano Julián Axat
para que junto a fiscales de Justicia Legítima inauguren un rápido acceso a
"su" justicia con el programa ATAJO.
Por
supuesto terminaron aterrizando en la Plaza San Pedro donde fueron recibidos
por Bergoglio que les regaló Rosarios, pidió que rezaran por él y los felicitó
por la iniciativa de inclusión a villeros que delinquen.
Gustavo Vera (ONG la
Alameda) es su vocero local.
Casanello
era uno de los invitados estrella, por obvias razones se disculpó, primero con
el Sumo Pontífice y luego con Elisabeth a la que responde antes que nadie para
advertirle algún traspié judicial en su contra.
Una
de las promotoras más entusiastas en aislar a Elisabeth del collar de
acusaciones en su contra es Alejandra Gils Carbó -jugada maestra de Zaninni- y
sus esbirros.
Gonella
(uno de ellos), cayó en desgracia al eludir de toda responsabilidad punible a
Báez, una típica maniobra a la que nos tiene acostumbrados la injusticia
argentina superando artimañas jurídicas:
Gabriel
Pérez Barbera y María Laura Roteta serán exclusivos en las investigaciones por
el supuesto lavado de dinero de Báez.
Barbera es uno
de los fundadores de Justicia Legítima.
El
juez de los prostíbulos y el septuagenario Maier ("innahilant
machine" de la denuncia de Nisman y defensores del "suicidio"
del fiscal), trabajaran en la laboriosa tarea de crear una Elisabeth apenas
pecadora y noble luchadora por los DDHH. Horacio Vertbisky trabajará en la
publicidad de estos hechos con el "savoir faire" que lo caracteriza.
Todo
este relato (está en todos los medios) no es ajeno al Santo Padre.
Hoy
son todos santos de la democracia.
No
fue así en la época de plomo y sangre.
Por
aquellos años Bergoglio frisaba los cuarenta años y era Superior Provincial de
los jesuitas.
Amparado
en la casulla de Menor.
Quarracino
supo "acomodarse" a los tiempos al igual que sus superiores Aramburu
y Primatesta, pero sin llegar a las "convicciones" del rito
tridentino San Pío V de Baseotto, Plaza y Wernick.
Un
hermano de aquellas épocas lo señala como el "maestro de la
ambigüedad".
Bergoglio,
militante de Guardia de Hierro en su juventud -una agrupación de la derecha peronista-
de necesarios vínculos con Eduardo Emilio Massera, jamás se aproximó a los
pocos obispos que efectivamente lucharon contra la represión, a pesar y en
contra de la Iglesia como Murias, Angelelli, Alberto Devoto, Jaime de Nevares,
Jorge Novak y Miguel Hesayne.
Tanto
fue Bergoglio a pedir por los subversivos como los Kirchner en firmar hábeas
corpus.
Intentando
recomponer la imagen de la Iglesia Argentina y al Vaticano desde que asumió
como el Vicario de Cristo promueve reivindicaciones y hasta en casos extremos
(Murias-Angelelli) canonizaciones.
Hoy
se sabe -desmintiendo a Vertbisky- que los jesuitas secuestrados, torturados y
desaparecidos, fueron advertidos con
anticipación de la cacería que se cernía sobre ellos por Bergoglio en persona,
así lo comentó el hermano de uno de ellos: Rodolfo Yorio.
Es
más, ratificó que otros curas villeros fueron ayudados por Francisco.
La pedofilia
continua siendo la vergüenza de una Iglesia cada día más compleja, quizá en la
doctrina esté el secreto.
Tarde,
el Santo Padre pidió perdón por una iglesia "que no hizo la
suficiente" durante el terrorismo de Estado. Tampoco se manifestó por el "asesinato" de un fiscal de la
Nación.
Subrepticiamente
lo podría haber hecho, al menos.
Claro,
ayer era el cardenal Bergoglio pero hoy es el Papa Francisco, una misión
compleja y enrevesada lo compromete.
Quizá
por estos temores pastorales se haya convertido Bergoglio en Francisco, su
nombre religioso, rememorando a Francisco de Asís que en momentos difíciles y
ante la cruz, el Señor le manifestó:
"Francisco,
"¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala”.
¡Los
resultados los conocemos…!
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