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Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 13 de mayo de 2016

BERGOGLIO: ENTRE EL VICARIATO Y LA POLÍTICA

Por: Lorena Udaeta Siles

El último isabelino que falta para recibir la bendición del Papa en persona es Horacio Vertbisky.
Los transformistas judiciales liderados por Gils Carbó siguen las instrucciones de Elisabeth y buscaran todos los artilugios legales para que los imputados por delitos federales permanezcan impunes.
A nivel social se internan en barriadas humildes como únicos garantes de la continuidad del "modelo" y, desprovistos del amparo económico y logística del PJ, se guarecen a la sombra del Papa Francisco.
La genuflexa procuradora acreditó al ultra K y excelso zaffaroniano Julián Axat para que junto a fiscales de Justicia Legítima inauguren un rápido acceso a "su" justicia con el programa ATAJO.
Por supuesto terminaron aterrizando en la Plaza San Pedro donde fueron recibidos por Bergoglio que les regaló Rosarios, pidió que rezaran por él y los felicitó por la iniciativa de inclusión a villeros que delinquen.
Gustavo Vera (ONG la Alameda) es su vocero local.

Casanello era uno de los invitados estrella, por obvias razones se disculpó, primero con el Sumo Pontífice y luego con Elisabeth a la que responde antes que nadie para advertirle algún traspié judicial en su contra.
Una de las promotoras más entusiastas en aislar a Elisabeth del collar de acusaciones en su contra es Alejandra Gils Carbó -jugada maestra de Zaninni- y sus esbirros.
Gonella (uno de ellos), cayó en desgracia al eludir de toda responsabilidad punible a Báez, una típica maniobra a la que nos tiene acostumbrados la injusticia argentina superando artimañas jurídicas:
Gabriel Pérez Barbera y María Laura Roteta serán exclusivos en las investigaciones por el supuesto lavado de dinero de Báez.
Barbera es uno de los fundadores de Justicia Legítima.

El juez de los prostíbulos y el septuagenario Maier ("innahilant machine" de la denuncia de Nisman y defensores del "suicidio" del fiscal), trabajaran en la laboriosa tarea de crear una Elisabeth apenas pecadora y noble luchadora por los DDHH. Horacio Vertbisky trabajará en la publicidad de estos hechos con el "savoir faire" que lo caracteriza.
Todo este relato (está en todos los medios) no es ajeno al Santo Padre.
Hoy son todos santos de la democracia.
No fue así en la época de plomo y sangre.
Por aquellos años Bergoglio frisaba los cuarenta años y era Superior Provincial de los jesuitas.
Amparado en la casulla de Menor.
Quarracino supo "acomodarse" a los tiempos al igual que sus superiores Aramburu y Primatesta, pero sin llegar a las "convicciones" del rito tridentino San Pío V de Baseotto, Plaza y Wernick.
Un hermano de aquellas épocas lo señala como el "maestro de la ambigüedad".
Bergoglio, militante de Guardia de Hierro en su juventud -una agrupación de la derecha peronista- de necesarios vínculos con Eduardo Emilio Massera, jamás se aproximó a los pocos obispos que efectivamente lucharon contra la represión, a pesar y en contra de la Iglesia como Murias, Angelelli, Alberto Devoto, Jaime de Nevares, Jorge Novak y Miguel Hesayne.

Tanto fue Bergoglio a pedir por los subversivos como los Kirchner en firmar hábeas corpus.
Intentando recomponer la imagen de la Iglesia Argentina y al Vaticano desde que asumió como el Vicario de Cristo promueve reivindicaciones y hasta en casos extremos (Murias-Angelelli) canonizaciones.
Hoy se sabe -desmintiendo a Vertbisky- que los jesuitas secuestrados, torturados y desaparecidos, fueron advertidos con anticipación de la cacería que se cernía sobre ellos por Bergoglio en persona, así lo comentó el hermano de uno de ellos: Rodolfo Yorio.
Es más, ratificó que otros curas villeros fueron ayudados por Francisco.
La pedofilia continua siendo la vergüenza de una Iglesia cada día más compleja, quizá en la doctrina esté el secreto.
Tarde, el Santo Padre pidió perdón por una iglesia "que no hizo la suficiente" durante el terrorismo de Estado. Tampoco se manifestó por el "asesinato" de un fiscal de la Nación.
Subrepticiamente lo podría haber hecho, al menos.

Claro, ayer era el cardenal Bergoglio pero hoy es el Papa Francisco, una misión compleja y enrevesada lo compromete.
Quizá por estos temores pastorales se haya convertido Bergoglio en Francisco, su nombre religioso, rememorando a Francisco de Asís que en momentos difíciles y ante la cruz, el Señor le manifestó:
"Francisco, "¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues, y repárala”.


¡Los resultados los conocemos…!

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