Sucede
a menudo.
Cuando
ciertas personas facinerosas y criminales no terminan de ser ajusticiadas, la
sociedad toda, inconscientemente, siente una necesidad de venganza,
resarcimiento y desquite pero no ve en el brazo ejecutar la voluntad manifiesta
de concretar esa condena, la ira y la blasfemia termina siendo la catarsis
natural.
Es
impotencia, -en este caso- por culpa de interpósitas personas.
Sucedió
anoche, en el programa PPT de Jorge Lanata, el reconocido periodista, cansado
de las bravatas del impúdico y obsceno abogado Dalbón, le contestó con agravios
que ofendieron a la raza animal.
Y
fue mas allá -su indignación clara es la posible entente política con la viuda
Elisabet-, al manifestarle, sin anestesia, (que)...
"Usted se cagó en los pobres de la Argentina.
Usted nos cagó en la cara con cinismo"...
"Usted sin
nada, es una pobre vieja enferma, sola, peleando contra el olvido, y arañando
un lugar en la historia que ojalá la juzgue como la mierda que fue"...
Notable
y justo.
Pero
me parece -a mi entender- mas inteligente, su definición sobre su propia
oratoria.
Veamos...
"A menos
que piense que porque habla de corrido es una buena oradora"...
Es
en este punto donde la falacia de los imperfectos, ignaros y obsecuentes
"admiran" su "prosapia".
ES
LA ANDRÓMINA DEL RELATO.
En
esa actuación teatral -dicen que Andrea del Boca fue su "jeu de
rôle"- imprimió gran convicción y énfasis y un tono de voz elevado dando
la impresión de seguridad sobre si misma y sus ideas, una arribista concentrada
en su YO, que adora el sonido de su propia voz.
Ampulosos
gestos, mohines, drama, silencios y llanto fue el decorado de la farsa.
Sus
ardientes exposiciones NO PASARON DE SER UNA MASTURBACIÓN DIALÉCTICA.
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