Increíble:
Hace
10 años que una comunidad guaraní espera un puente y tiene que rebuscársela
para llegar al colegio.
Los
nenes muchas veces pierden su ropa y hasta sus pocos útiles.
Las
imágenes son elocuentes
Por
Alfredo Serra
Cuarenta
y cinco chicos deben cruzar todos los días a nado el arroyo para poder ir a la
escuela (MisionesCuatro.com)
"Arroyo Chafariz: curso de agua de la
provincia de Misiones que desagua en el río Uruguay.
Nace
de la confluencia de los arroyos Chafariz Grande y Chafariz Chico, sierra de
Misiones, cerca de San Vicente, departamento Guaraní".
De
un libro de Geografía
Pero
los libros de Geografía sólo describen.
No
es su trabajo investigar qué almas ríen, lloran, luchan en cada rincón del
mundo.
Y
en el arroyo Chafariz, un punto casi imperceptible en el mapa, se libra una
batalla cada día:
La
pasión de 45 chicos guaraníes de la etnia mbyá por llegar a la escuela y
"salir de la noche de ignorancia", como reza una estrofa del himno a
Sarmiento.
Batalla, ¿por qué?
Pregunta
sensata frente a la insensatez…
Porque
esos 45 chicos, cada día, de lunes a viernes, deben cruzar el arroyo, ya que la
escuela los espera en la otra orilla.
Deducción
sensata:
Cruzan el puente, y listo.
Así
sucede en el mundo normal.
Pero
no allí.
Porque
no hay puente.
Porque hace diez
años que lo reclaman, lo esperan, y no llega.
Lo
mismo que la luz eléctrica.
Lo
mismo que casi todo lo que define al progreso y a la civilización.
Y
como no hay puente, cada día, de lunes a viernes, los 45 alumnos… ¡cruzan el
arroyo a nado!
Se
escribe fácil.
En
segundos.
Apenas
cinco palabras.
Pero
ese cruce es una larga peripecia.
Una
obligada construcción del ingenio.
Un
acto sujeto a avatares: Por ejemplo, la crecida del arroyo, que arrastra cuanto
encuentra a su paso.
También
humanos.
De
modo que ellos se quitan la ropa, se lanzan al agua, y bracean con fuerza hasta
que sus dedos se hunden en el barro de la otra orilla.
Pero
no es tan fácil.
Se
necesita una estrategia, y la han urdido.
Los
mayores llevan los útiles y la ropa de los menores.
Los
atan a su cuello.
Pero
no siempre con éxito: A veces, ambas cosas caen al agua oscura y barrosa, y hay
que reconstruir los cuadernos, las carpetas, y reponer la ropa.
Un
dato no menor, como mucho se usa decir:
Cada
chico debe llevar dos mudas de ropa, porque una (o media) se moja en el cruce
del arroyo, y después, en el aula, necesita ropa seca.
Otro
escollo donde el dinero también es otra carencia…
Pero
eso es poco (¿poco?) frente a la negra sombra que aletea cada día, y que
aumenta cuando hay crecida o tormenta.
Entonces,
algún chico puede morir ahogado.
Una
vez en la escuela, los problemas se multiplican.
Sobre
todo, la precariedad.
Hay
un aula, "un saloncito todo podrido", explica un maestro, un
panel solar que nunca funcionó…
¡En
un lugar donde el sol es una perpetua brasa ardiente!, y un ventilador que
"apenas giraba".
Mucho
se habla en este país de los pueblos originarios, y nada se hace…
Cuando
los protagonistas redoblaron sus quejas pidiendo un puente sobre el arroyo,
electricidad y algunas casas, llegó gente de la Fundación Solidaria Misionera
Ayuda Guaraní.
Según
los testigos de la escuela,
"Vinieron
nerviosos, y nos dijeron que no teníamos que denunciar ni publicar nada, que ellos
estaban para ayudar, pero estamos en el
2016 y seguimos esperando".
El
viernes pasado, las 26 familias de la comunidad Chafariz, que viven entre El
Soberbio y San Vicente, protestaron en el kilómetro 19 de la ruta provincial
13, exigiéndole al gobierno el puente, la luz y las casas, pusieron sobre el
tapete una gravísima discriminación:
El
cacique Vicente Méndez negó "que nuestros niños anden descalzos por gusto
o por una cuestión cultural, como más de una vez han dicho las autoridades.
“Además,
hace nueve días que no van a clase porque el arroyo está crecido, y es muy
peligroso".
Ese
día resonó muy fuerte el testimonio de la maestra Melly Paniagua:
"Es
conmovedor ver cómo los chicos, luchando contra tantas carencias y escollos, no
resignan sus ganas de estudiar, de saber, a pesar del riesgo. Porque si la
corriente los arrastra, no sobreviven".
En
la manifestación, preguntaron también qué hace (o por qué no hace) la Dirección
de Asuntos Guaraníes:
"¡Diez
años pidiendo luz eléctrica!
“Para nosotros
nunca hay nada: ni puente, ni luz, ni
casas dignas".
Sugerencia
para el gobierno misionero (su gobernador, desde el 2015, es Hugo Passalacqua,
del partido Frente Renovador de la Concordia).
No
parece un esfuerzo titánico construir un puente sobre un arroyo en una
provincia donde lo que sobra es madera. Y a cambio de madera, bien puede ser levantado un puente
articulado de hierro como el que usa el ejército.
Lo
concretan en pocas horas…
¿Quiénes
son los mbyas?
Un
pueblo guaraní que vive en Paraguay, Brasil, y en la provincia de Misiones.
Su
nombre ritual es Jeguakâva tenonde porangue (significa: "los elegidos entre los que primero se adornaron con el gorro
ritual").
Muchos
de sus grupos se resistieron contra las misiones jesuíticas internándose en la
selva, y otros aceptaron el proceso evangelizador de la Compañía de Jesús.
Es
decir, tienen historia desde el siglo XVIII.
Pero
no respeto.
Ni
zapatos.
Ni
casas dignas
Ni
un puente sobre el arroyo Chafariz.
¿Hasta
cuándo?
¿Hasta
que uno de esos chicos se ahogue?
¿Esa
muerte será definida como "un accidente cultural?"
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