"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 28 de octubre de 2016

¡¡¡Tu derecho, termina donde comienza el mío!!!

Por el Moscardón Republicano.

Como por casualidad, en medio de una conversación, una docente dijo que “en lo que va del año ya se llevan perdidas OCHO semanas de clases y cinco de ellas por las medidas de fuerza de los auxiliares de servicio”.
Me pregunto: ¿quién tiene responsabilidad en ello? ¡hasta cuándo vamos a seguir así?
No puede imaginar, señor lector, el disgusto que esa información me causó.
En efecto, nos hacen el cuento de que este año vamos a tener como mínimo 180 días de clases.
Y estamos hablando del mínimo, como si llegar a ese guarismo fuera una hazaña.
Recordemos que Sarmiento nos enseñó que había que educar al soberano y eso se propuso y con el tiempo se logró. Entonces, la Argentina fue potencia mundial.

Durante el siglo pasado, nuestros gobernantes, sean del signo que fueren, sean constitucionales o de facto, se propusieron lo contrario, exactamente lo contrario, pues, a un pueblo educado no se lo puede llevar de las narices, un pueblo culto no puede ser engañado como se nos ha engañado durante los últimos cincuenta años.

La incultura, la deseducación de nuestro pueblo no ha sucedido por casualidad.
El embrutecernos les garantiza a los gobernantes de turno su continuidad en el poder, con todas las prebendas que ello implica.
En un pueblo educado no prende el clientelismo, el descarado clientelismo que vemos hoy por todas partes.
Sí, hay clientelismo desde el más ignoto municipio hasta la Nación toda.

Antes dije que el poder garantiza prebendas:
Por eso todos lo quieren y se quieren quedar en él todo el tiempo posible.
Para que ello sea posible es necesario establecer una relación entre el gobernante y los gobernados en la que estos últimos necesiten de aquél
¿qué más fácil que hacerlo a partir de la ignorancia del pueblo?
En efecto, un pueblo culto y educado no permitirá que se establezca esa relación, no admitirá el paternalismo del gobernante, en definitiva se rebelará contra el orden predeterminado por los “señores feudales” que se apropian de nuestro municipio, de nuestras provincias y, ahora, de nuestro país.

Queda claro que la acción sistemática de envilecimiento de la educación si bien puede no ser una trama previa, sí lo es como consecuencia de la necesidad de los gobernantes de que el pueblo no piense.

Al pueblo, pan y circo: hoy todos comen, o la mayoría.
Algunos porque se lo ganan con su trabajo, pero muchísimos que comen porque el gobierno nacional, provincial o municipal le da gratuitamente el alimento para sí y para su familia.
Se dice que la situación económica del país, su crecimiento, etc., etc., es lo que acalla cualquier reclamo.
Al pan, hay que agregarle el circo.
Hoy día el circo lo constituyen los deportes:
Fútbol para Todos, Basquet para Todos, Volley para Todos, Tenis para Todos, Rugby para Todos.
También es circo el Bailando, el Cantando, etc., etc.
Desde otro ángulo, el problema de la educación pasa porque nadie se anima –salvo alguna rara excepción- a poner las cosas en su debido lugar.
Nadie se anima a preguntarse qué es más importante:
El derecho de huelga del trabajador o el derecho de los niños y adolescentes a acceder a la educación, el derecho a aprender.
Este es el meollo de la cuestión.
Cuando comprendamos que por sobre el derecho de los niños y adolescentes a acceder diariamente a la educación, a aprender, no existe otro derecho, ese día se abra iniciado el fin del problema educativo de nuestra República.

Un Juez de la Provincia de San Juan ante una acción de amparo encarada por padres que estaban hartos de la huelga de los maestros, hizo lugar a la misma mandó a los docentes a dar clases, indicándoles que debían recurrir a otro medio para hacer efectivos sus reclamos.
Acá, en nuestra Provincia cuando padecemos huelgas sistemáticas de los docentes o de los auxiliares de servicios y así se perjudican únicamente nuestros niños y adolescentes.
¿Existirá algún Juez que tenga el valor y la hombría suficiente para enviar a los decentes a enseñar y a los auxiliares de servicio a cumplir sus tareas en pos de una educación efectiva?
¿Existirá alguien que se preocupe, como Sarmiento, de educar al soberano.


Estimado lector, comprométase, quéjese, haga oír su voz, para que de una vez por todas dejemos de asombrarnos por lo poco que se enseña a nuestros hijos.

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